Óscar Terol: «El niño que va a curar el cáncer ha nacido ya, y quizá en Cuenca»
Nació en 1969 en San Sebastián, y para él, «no hay nada más español que lo vasco», por eso defiende en su nuevo libro la unidad de un país diverso.
Nació en 1969 en San Sebastián, y para él, «no hay nada más español que lo vasco», por eso defiende en su nuevo libro la unidad de un país diverso.
Está disfrutando del éxito de la serie «Allí abajo» (Antena 3), de la que es actor y guionista. Pero antes se había recorrido España para escribir el libro «El ADÑ» (Planeta), en el que ofrece a los españoles «un punto de encuentro» quitando al país «cualquier connotación ideológica».
–Dice Sabina que «Sólo en Antón Martín hay más bares que en toda Noruega», ¿eso es bueno?
–Es maravilloso, son los templos de la humanidad. España es diferente a otros países porque tiene bares. El poseer espacios sociales es una posibilidad de sentir la familia social en la calle.
–¿Y si coinciden en ese lugar dos españoles con ideas políticas opuestas?
–En el fondo todos queremos entendernos y pertenecer a algo que nos dé cobijo. El problema es que eso te lo arrojen como un arma y te arrinconen. La Guerra Civil existió y queda la ruptura, pero no podemos confinar a las personas y que la palabra España exija una militancia con una ideología. Yo vengo del País Vasco y sé lo que es la separación. Es algo cultural que tenemos, aunque creo que hay elementos que nos unen y el español de un lado y de otro tienen más cosas en común de las que creen.
–¿Qué tipo de español es usted?
–Moderado. Nací en un sitio que se llama España con el que no tengo ningún conflicto identitario ni un excesivo orgullo. Ni me estorba ni lo necesito para vivir. Tengo antecedentes familiares por resolver de la Guerra Civil, como un abuelo en una fosa común que no sé dónde está, pero no me han educado en el rencor o en el odio. No quiero ser el heredero de las dos Españas.
–Un vasco escribiendo sobre España. Alguno no se lo creerá.
–Si analizas los medios de comunicación, los programas son presentados o lo han sido por un vasco o un catalán. Es curioso cómo en teoría los que no quieren identificarse con la idea de España son los que quieren gestionar los medios, que son una metáfora de la expresión de un país.
–¿Cómo pedimos a la gente que entienda la pluralidad si quienes dirigen el país la obstaculizan?
–A los políticos les estorba que se comprenda la diversidad. Sólo quieren unificar su ideología y que bajo ella estemos muchos. Quieren crear un paquete de normas, de ideas, de conducta, que sea el que ellos pueden defender y gestionar. Pero es que somos 47 millones, cada uno con una manera de entender. No hay que intentar que todo eso confluya, es una ensalada de colores y hay que ser valiente e intentar crear con ello un país.
–¿Un Estado autonómico?
–Hay comunidades con competencias que no tienen otras, y entiendo que quien posea un privilegio quiera mantenerlo y quien no, lo desee. Luego está la Constitución como intocable, sagrada para todo el mundo, pero, ¿por qué no hacer una nación de Estados en el que se participe en cosas comunes y se viva con temas particulares? Todo ello también supone un problema económico, no hay tanto dinero para sostener tanta institución, pues hay que crear mecanismos más ligeros.
–¿Cree en la Marca España?
–No, en las personas, sí. Eso se lo han inventado para sustituir a un país. No lo pueden definir y entonces crean una identidad. Pero ya la han intentado crear varias veces: en las Olimpiadas de Barcelona 92, para las que se desarrolló la figura de los voluntarios y parecía que toda España estaba luchando por una idea. También por la Expo de Sevilla, que ahora son todo ruinas.
–¿Qué quieren los españoles?
–Llevarse bien con su familia, tener una situación laboral, desarrollar sus talentos y habilidades, y ser felices. El resto no existe. Es mentira eso de las encuestas de que la preocupación es el yihaidismo y demás.
–¿Nos da miedo lo extranjero?
–Es como un sistema inmunológico, si estás fuerte no te afecta el virus. Asusta cuando eres vulnerable y cualquiera te puede invadir y cambiar tus costumbres. España tradicionalmente presume de cosas que en un pasado no han sido españolas, como la Alhambra. No hay que temer la mezcla de culturas. Nos venden el miedo a lo que viene de fuera porque quieren definir lo que hay aquí. El problema es querer ponerle nombres como monarquía o república porque eso lleva connotaciones históricas y tal. Estoy convencido de que el niño que va a curar el cáncer ha nacido ya, y posiblemente en Cuenca. Pero tiene que sentirse seguro para poder desarrollar su talento y dentro de veinte años dar con la tecla. Ya me gustaría a mí que mucha gente que discute la salida de Cataluña del país, se fuese a cualquier otra parte del mundo, donde en un quirófano te están operando y se puede ir la luz. Aquí se ha muerto una persona de ébola y ha sido un drama y en otros países han muerto miles. Vivimos en la zona limpia y sana del planeta, no valorarlo es cometer un pecado. Deberíamos ser agradecidos con lo que tenemos y no estar siempre vigilándonos con rivalidades vecinales.
–¿Por qué hay artistas que cobran subvenciones del Gobierno de España a la vez que lo critican?
–Soy un amante de la coherencia, de que mis palabras no distraigan de mis hechos, y hay artistas coherentes y otros que no, pero como en todo. Yo nunca he pedido una subvención ni me he beneficiado del dinero público, el día que lo haga intentaré ser honesto con la institución que me la ha dado, si es el gobierno vasco no hablaré mal de él y si es el español, tampoco. El problema de este país son los disfraces. Recibir de aquí y luego hacer como que no te lo han dado. Las clases dirigentes son catetas, es uno de los grandes déficits que tenemos, y como lo son, el artista está demonizado porque es quien va a dejar huella en la cultura. Eso no lo pueden hacer los datos económicos. Debería haber artistas de izquierda, de derecha y de centro. No que por serlo seas el de «no a la guerra» o el que va en contra de un régimen.