Paul Auster: «Somos unas criaturas ridículas, ¿verdad?»
El escritor presenta nueva novela con la historia americana de trasfondo y arremete contra Trump.
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El escritor presenta nueva novela con la historia americana de trasfondo y arremete contra Trump.
Tras siete años sin publicar, Paul Auster presentó ayer en Madrid «4 3 2 1» (Seix Barral), su nueva y voluminosa novela (957 páginas), una historia de «crecimiento» (una «bildungsroman») sobre un personaje nacido en el mismo año que el autor en la misma ciudad, Nueva York, que se desarrolla frente al telón de la historia de su país, un orden mundial que, como reconoció ayer, «se está desmembrando». Y es que antes de hablar de la trama de la novela, a Auster le llovieron las preguntas sobre Donald Trump, presidente de EE UU. No esquivó ninguna: «Creo que es una amenaza para el mundo», dijo. También confesó que se sentía «miserable, enfadado y frustrado» no por el hecho de que él sea «un maníaco psicópata, sino porque le hayan votado 60 millones de sus compatriotas, el 52 por ciento de ellas, mujeres». En un acto en la Fundación Telefónica de Madrid, apostó por que lo único que se puede hacer en este momento es «estar vigilantes, prestar atención, y no permitir que suceda como en los años treinta».
El escritor expresó la ambivalencia de sentimientos que tiene hacia su país, la primera nación «inventada, nacida de una idea y no por la convivencia de personas durante siglos, como ocurre en Europa. En EE UU todos somos inmigrantes y cualquiera puede ser americano. Esta es la idea más noble, un experimento único que sin embargo está fundado sobre dos crímenes: el genocidio de los indios americanos que comenzó el día que el primer colono británico llegó a Nueva Inglaterra, y la esclavitud, que duró muchísimos años y es un problema al que nunca nos hemos enfrentado de manera honesta. Hasta que no lo logremos, no seremos una sociedad avanzada». A su juicio, el resultado de las últimas elecciones demuestra «el odio que sigue existiendo en el país. Contra Hillary Clinton hubo una campaña misógina en la que también participaron mujeres».
La política es una constante en la narración de su nueva novela, en la que Archie intenta aprender a vivir y va fracasando en todos los frentes, como cualquiera. Sin embargo, la narración empieza a entrar en contradicción consigo misma. Hasta que descubrimos que es porque no hay una sola trama, sino cuatro Archies sucediendo en paralelo, como gatos de Schrödinger en universos que surgen de la eterna pregunta: ¿qué habría pasado si aquel día hubiera elegido B en vez de A?
«Lo inesperado»
Acerca de sus procedimientos para la ficción, el escritor negó que surjan de un plan y también lo contrario, que lo hagan del azar. «Esa es una palabra demasiado vaga. Me gusta más hablar de lo inesperado, de lo que trata la vida. Yo no le puedo encontrar una explicación teológica, mística ni filosófica. Pero sé que en la vida suceden cosas extrañas y eso es lo que me interesa». Auster vivió uno de esos eventos inesperados cuando presenció, con 14 años, cómo un compañero de campamento falleció golpeado por un rayo. «Supe entonces que el suelo que pisaba no era firme y eso me ha marcado de por vida», reveló.
El estilo de escritura es nuevo para el estadounidense, que ha adoptado un tono realista y pormenorizado –a veces hasta el ataque de nervios– y una frase larga «que era lo que me empujaba hacia adelante, a seguir escribiendo. Siempre trato de olvidar todo, de eliminar suposiciones. Eso sí: nunca me ha gustado escribir como los demás». En «4 3 2 1», los Archies se enfrentan a los sucesos claves de la historia americana moderna (JFK, Martin Luther King o las protestas civiles y Vietnam...). Quizá por eso (y por el tamaño del volumen) algunos críticos se han preguntado si este era el intento de Auster por firmar una Gran Novela Americana. «No sé ni qué quiere decir eso. Para mí, las grandes novelas americanas son “La letra escarlata” (Nathaniel Hawthorne), “La roja insignia del valor” (Stephen Crane) y “El gran Gatsby” (F. Scott Fitzgerald), que no tienen más que 150 páginas. Este es un tema estúpido que la gente no para de mencionar, pero que ningún escritor se plantea. Yo prefiero ver las cosas con más humor y menos solemnidad, porque la vida es una tragedia y también es muy cómica. Somos unas criaturas ridículas, ¿verdad?». Empezando por los presidentes.