Picasso, más allá de una manía
Diana Widmaier-Picasso habla con LA RAZÓN de la exposición sobre su abuelo que hoy se abre al público en el Grand Palais.
Mientras el MoMA de Nueva York abre sus puertas de nuevo a la obra escultórica de Picasso, en París el Grand Palais da el «golpe» por segunda vez en menos de un año de la mano de un genio andaluz. Durante la primavera, Diego de Velázquez tomo posesión de este «monumento consagrado por la República a la gloria del arte francés», y durante el otoño, y hasta bien entrado el invierno, es Pablo Picasso quien sube la temperatura de las galerías. «Picasso.mania» es el título que le han dado sus comisarios: Didier Ottinger, director adjunto del Pompidou, Diana Widmaier-Picasso, historiadora de arte, y Emilie Bouvard, conservadora del Museo Picasso de París. Se trata de un recorrido cronológico y temático de la recepción crítica y artística de su obra, y del nacimiento del mito asociado a su nombre. El Grand Palais ofreció en 2008 la exposición «Picasso y los maestros», en la que encaraba al artista con el Greco, Velázquez, Goya, Ribera y Poussin. Esta vez son 78 artistas contemporáneos «enfrentados» al maestro: Mike Bidlo y André Raffray se apropian de «Las señoritas de Aviñón»; Leon Golub y Rudolf Baranik reactivan el valor de resistencia del «Guernica», y Martin Kippenberg se obsesiona con la foto que Duncan hace de Picasso en calzoncillos XXL, haciendo de ella el objeto de su identificación. Son un total de 412 obras expuestas, un centenar de ellas de Picasso.
12 años con Picasso
Diana Widmaier-Picasso, nieta del artista, cuenta a este diario frente a un vaso de agua sin gas los detalles de esta aventura.
–¿Cómo se ha visto envuelta en este proyecto, siendo usted especialista en dibujo antiguo?
–Ésa es mi formación de base, pero llevo doce años inmersa en un trabajo exclusivo sobre la obra de Picasso. Sin duda, cuando fui a la universidad tenía ganas de profundizar sobre un mundo que conocía menos, que me fascinaba, y sobre el que sigo teniendo un gran afecto.
–Es un proyecto conjunto...
–Propuse al Centro Pompidou realizar una exposición sobre este tema, y les entusiasmó la idea. El Grand Palais, que deseaba realizar una gran muestra dedicada a Picasso, aceptó acogerla. Y finalmente el Museo Picasso manifestó su deseo de colaborar. Así que ha sido la ocasión de reunir varias instituciones, todas ellas muy ligadas a Picasso, incluida la colección de la familia.
–¿Su nombre ha atraído algunas obras?
–Los tres comisarios nos hemos repartido el trabajo. Yo he podido obtener el préstamo de artistas o coleccionistas que conozco, pero la exposición es fruto de una colaboración.
–El título es «Picasso.mania», ¿puede tener tintes peyorativos...?
–Se trata de una expresión suya, en una entrevista que le hicieron en 1959, le preguntaron si seguiría pintando durante mucho tiempo y él respondió: «Sí, porque para mí es una manía». Nosotros hemos tomado esta cita con un sentido muy positivo y estimulante. Reflejo del efecto catalizador de Picasso sobre las carreras artísticas de muchos que han querido ser creadores o se han animado a continuar viendo su obra.
–Los artistas con los que ha podido hablar, ¿qué le han contado?
–Precisamente he realizado una serie de entrevistas a varios de ellos, y la primera sala de la exposición está dispuesta como si estuviera en un salón y los artistas me van hablando de Picasso. En las conversaciones hubo momentos de emoción y de sorpresa. La mayoría me ha dicho que Picasso les dio las ganas de ser artistas. Luego, cada uno, y es comprensible, tiene su particular manera de acercarse a Picasso. Picasso es tan multiforme, tiene tantos periodos, que es difícil abarcarlo todo. En general, cada cual busca un punto que se adecue a su persona. Por ejemplo, para Bertrand Lavier el arte de Picasso es un arte alegre, mientras que el Picasso de Adel Abdessemed es el arte de un combatiente, el arma de un hombre.
–¿Cree justificado el éxito de su abuelo?
–Lo que me parece fascinante es la idea de genio. Hoy, a la gente no le gusta esta expresión. Pero yo creo que es la adecuada: es el fruto de una persona dotada y extremadamente trabajadora, porque Picasso es el artista más prolífico del siglo XX y de otros. Jamás he visto a uno capaz de producir tantas obras, con tantas técnicas diferentes, con materiales tan variados, y siempre con una curiosidad insaciable. Es alguien que nació en un momento en el que el mundo necesitaba a alguien que luchase contra todas esas revoluciones que han producido la fotografía y el cine. Llegó en un cambio de siglo, y en esos periodos surge gente así, con nuevas ideas. También es (habla en presente) alguien muy humano, que expresa cosas con las que la gente puede identificarse. Y para muchos es el hombre que ha creado una de las obras más emblemáticas, el «Guernica», que tienen ustedes en España. Incluso las personas que no conocen a Picasso reaccionan ante quien tiene la valentía de señalar con el dedo las injusticias del mundo.
–¿De qué forma está presente el «Guernica» en esta exposición?
–Tiene dedicada una sala con obras muy variadas, entre otras: una película de Emir Kusturica, no muy conocida, de 1978, que representa a un niño que descubre este cuadro; una obra de Leon Golub, bastante inquietante, y una instalación de Goshka Macuga que recupera la historia que tuvo lugar en Naciones Unidas cuando Colin Powell declaró la guerra a Irak. Allí estaba el tapiz del Guernica, y su propietario, la familia Rockefeller, quiso que se cubriera con una cortina azul para que la obra no fuera testigo de una declaración de guerra.
–Picasso, ¿francés o español?
–¡Estaba segura de que me lo preguntaría! No sé, pero mi madre (Maya Picasso), que tiene alma española, está convencida de que su padre era andaluz.
–¿Qué le parece que Francia no otorgara a Picasso la nacionalidad francesa?
–La verdad es que resulta sorprendente. No sé, a veces hay algunos desaciertos... Yo lo achacaría sencillamente a una torpeza. Ahora son muchas personas las que me dicen que Picasso, que está enterrado en el sur de Francia, en Vauvenargues, debería entrar en el Panteón. Yo me pregunto que por qué no. Ya que no le dieron la nacionalidad francesa, la idea de que su cuerpo repose en el Panteón sería una buena forma de remediar esa torpeza. Además, pienso que seduce a los franceses, el tener a un hombre como él allí. Quizá podrían llevarlo junto a Matisse, que también está enterrado en el sur de Francia.
–¿Diría que Picasso era un experto en comunicación?
–Era un experto en saber comunicar su imagen. Dio muy pocas entrevistas, pienso que no le gustaban mucho, pero supo comunicar la creación de un mito, y eso lo vemos claramente en esta exposición. Es uno de los artistas que más se ha dejado fotografiar todo tipo de situación, en Cannes, en albornoz, en calzones..., como esas imágenes de Duncan que han inspirado la fantástica serie de Martin Kippenberger, que tiene consagrada una sala en esta exposición. No hay duda, Picasso poseía enorme fuerza en el ámbito de la comunicación.
–Fue un hombre que fagocitaba en cierta forma a las personas de su entorno, ¿ha marcado eso a su familia?
–Sin duda eso ha dado lugar a una familia en la que las pasiones son muy fuertes. No es ordinaria. Pero creo que todos los grandes artistas son así, tienen un ego excesivo. Y él era un hombre de pasiones.
–Al mismo tiempo, su madre, Maya Picasso, cuando habla de él, lo hace con ternura...
–Sí, lo hace de una forma muy entrañable. Yo creo que vivió un periodo más favorable que los otros hijos, y el ser la primera niña, quizá influyera. Pero es cierto que ella siempre me ha comentado recuerdos muy afectuosos.
–El catálogo que está preparando sobre la obra escultórica de Picasso, ¿qué va a ofrecer de más que el que le consagró Werner Spies?
–Éste será lo que se llama un catálogo razonado, exhaustivo, que permitirá saber exactamente el número de esculturas hechas, de ediciones, su localización, su procedencia, su historia, si han sido expuestas. Al realizar el catálogo que hemos hecho de la exposición que presenta ahora en el MoMA, nos hemos dado cuenta de que había muchos interrogantes sobre fechas, ediciones, fundidores, coleccionistas, y sobre los marchantes que facilitaron las transacciones, y eso es muy interesante también, el saber quiénes fueron los primeros en defender su obra escultórica. Pienso que es un elemento fundamental en el arte de Picasso, y se puede ver en la exposición de Nueva York, es como un laboratorio de pensamiento.
–¿Qué le parece el Museo Picasso de Málaga?
–Lo adoro. Me parece magnífico y tiene una programación muy dinámica. Su Fundación FABA también nos ha prestado su colaboración en esta exposición.