Literatura

Literatura

Pilar Adón: «La dominación te convierte a ti mismo en un esclavo»

Pilar Adón / Escritora. Ha creado una metáfora desasosegante sobre la dominación y el poder. «Las efímeras» es su nuevo desembarco en la novela

Pilar Adón
Pilar Adónlarazon

Le gustan las hazañas de los exploradores árticos, las películas de ciencia ficción y las viejas historias de las comunas, falansterios y otras utopías sociales del pasado. La escritora reaparece con la traducción de «El árbol» (Impedimenta), de John Fowles, y su novela «Las efímeras» (Galaxia Gutenberg), una historia inquietante sobre dos hermanas que mantienen un pulso de dominación en una aislada comunidad.

–¿De dónde proviene el instinto de dominación?

–Del miedo a perder lo que se tiene. Es lo que sucede en la novela. El miedo de Dora, una de las protagonistas, a no controlar lo que le rodea es lo que la empuja a dominar. Y paralelo a ese miedo encuentras la inseguridad de las personas. En cuanto pierdes el miedo y la inseguridad y tienes certezas, la dominación desaparece. La dominación es muy esclava tanto si es en las relaciones personales, políticas como laborales. La dominación te convierte a ti mismo en un esclavo. Conviene liberarse de esa sensación. Y quitarse las inseguridades es un principio perfecto.

–¿Detrás de la dominación existe un impulso de protección?

–Ésa es la falacia. No existe ningún impulso de protección. Sólo dominar. Eso no es el amor. El amor es querer lo mejor para la otra persona. Esto supone una acto de generosidad. En el momento en que el deseo se desborda y esa persona sólo quiere estar con nosotros, ya deja de ser protección. Es lo que sucede muchas veces entre madre e hijos. Ella dice que es protección, pero sólo es dominación. Es un amor mal entendido.

–Leo en su libro: «Salvar las especies más frágiles sin permitir ataques externos». Suena algo tiránico y dictatorial.

–En la novela hay un invernadero. La cuestión es quién decide cuáles son las especies frágiles; por qué hay que proteger a unas y otras no; quién decide las horas de luz. Anita, uno de los personajes del libro, es quien se ha puesto por derechos de sucesión como la líder espiritual y política del pueblo porque sus ancestros fundaron el colegio. Pero ella también tiene sus miserias. En la novela mata a un animal, a un reptil inofensivo, por puro odio. Ahí se nota cuál es el odio de los líderes, que no son perfectos, pero deciden el destino de los demás. El libro la despoja de su aspecto externo y muestra cuáles son sus servidumbres.

–En su novela, escribe: «Los grupos necesitan un líder para mantener una estabilidad».

–Me he documentado mucho sobre las comunidades utópicas basadas en la libertad, la autorregulación, el autoabastecimiento, y el consumo local... Lo que es necesario hoy es un sabio más que un líder. Una cultura de sabios y de gente que sepa lo que dice. Lo que es urgente en la actualidad es encontrar personas que sepan y otras personas que sepan cómo llevar esos conocimientos a la práctica. Si es la misma, mejor, porque, de lo contrario, nos encontramos con un montón de asesores y técnicos. Es necesario un líder que inspire a la población.

–¿El materialismo es una forma de dominación?

–Sí, por supuesto. Pero soy optimista y creo que eso va a ir cada vez a menos. Cada vez conozco a más personas que sostienen que la felicidad no procede de los bienes, porque esa actitud te conduce a un tipo de esclavitud. En cuanto alguien se ha sometido a esa dinámica, te has creado un problema muy grave. Lo sostenible es lo que está en boga, creo. Hay una defensa de las pequeñas estructuras de la sociedad. Ya no estamos en posición de defender tanto el neoliberalismo. Existen unas necesidades básicas que cubrir, pero no necesitamos tener diez camisetas baratas, que están fabricadas empleando a niños como mano de obra. Ahora se ha abierto una tienda barata y famosa en Madrid. ¿Es que nadie se ha preguntado por qué una camiseta vale cinco euros si la ropa no vale eso? Ya existen movimientos de gente que no traga con eso, que no colabora con la esclavitud de otros seres humanos. Te compras una camiseta al mes o cada tres meses, pero no participas en la explotación de nadie.

–Ya no nos tragamos el mensaje de la publicidad y la política.

–Cada vez menos. Y cada vez cuestionamos más lo que se nos dice. Las nuevas generaciones asumimos menos las verdades dogmáticas, el consumismo bru-tal o comprar cosas que no necesitábamos o agotar nuestra vida trabajando. Eso se está cayendo. Hay otros valores. La suposición de que determinadas personas, por su posición, tenían más valor que la de otros, es falsa. Hemos perdido el efecto tarima. Ya se pueden bajar los individuos que hemos elevado.

El lector

Pilar Adón es poeta, traductora, novelista y crítica literaria, un trabajo que la vinculó con la sección de Cultura de este periódico. «De hecho comencé mi formación como reseñista aquí y siempre me he sentido cómoda trabajando dentro de él», afirma.