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Polémica cultural : premios nacionales al nacionalismo

La concesión de los últimos galardones de Narrativa, Ensayo y Poesía, que ayer ganó Pilar Pallarés por «Tempo fósil», tiene en esta doctrina y su defensa un nexo que los aúna.
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La concesión de los últimos galardones de Narrativa, Ensayo y Poesía, que ayer ganó Pilar Pallarés por «Tempo fósil», tiene en esta doctrina y su defensa un nexo que los aúna.
Las tensiones territoriales y los disturbios de la actual situación política están permeando en la sociedad. Es posible que incluso los premios nacionales, que con anterioridad han sido objeto de ciertas críticas por la parcialidad o el interés que han mostrado en ocasiones, de manera independiente del partido que ha estado en el Gobierno, estén reflejando algo de esta confusa coyuntura. Los galardones que se han entregado en la actualidad, y cuyo valor literario o intelectual está fuera de dudas, sin embargo, han coincidido, probablemente por mero azar, por supuesto, en ciertos puntos interesantes. El Premio Nacional de Ensayo fue concedido a una obra sobre el nacionalismo español, coincidiendo justamente con lo que está ocurriendo en Cataluña, lo que, sin duda, puede resultar un acto de mera casualidad. Otra coincidencia podría ser el de Cristina Morales, una autora alabada por la crítica y cuya novela nadie discute, pero que con sus incendiarias declaraciones ha logrado que, aparte de que echar más leña a las calles de Barcelona, prendan las redes y se inflamen los comentarios de unos y otros. Como el arbitrio es así y tiene una naturaleza caprichosa, resulta que el de Poesía, fallado ayer, ha recaído en la poetisa gallega Pilar Pallarés, una escritora sin tacha, reconocida por la crítica y con el galardón de la Crítica, pero a más de uno le ha despertado la sonrisa porque se ha declarado «nacionalista políticamente» y que ha asegurado a este diario que «el bilingüismo es un mito. Ninguna comunidad necesita hablar dos idiomas. Nunca son necesarios en la comunicación interna, con la salvedad que conlleva la presencia de otras personas de otros idiomas. Pero el bilingüismo socialmente no existe. Puede defenderse desde una posición política, que no es buena ni mala». Pilar Pallarés, una mujer de enorme sensibilidad, que ha sido alabada por su poemario «Tempo fósil», escrito en gallego, unas páginas caladas de sensibilidad en las que evoca la casa de sus padres, que fue destruida por la ampliación del aeropuerto de La Coruña, ha declarado que «pertenezco a la primera generación de niñas educadas en español por padres que han sido gallego parlantes y que al proporcionarme esa educación me formaban para defenderme en la vida. Pero en Galicia, a diferencia del País Vasco y Cataluña, la lengua está ligada a la clase social y aquí los que siguieron manteniendo el idioma son las clases populares. Se continúa identificando el idioma con determinados nacionalismos o con ciertos estratos sociales. Y esto está muy vivo aquí. Al pasear por la ciudad, al entrar en los barrios populares, se palpa la relación entre idioma y clase social. Y es lo que defiendo».
Pilar Pallarés, que ha mostrado una enorme capacidad creativa y literaria para evocar qué supone la desaparición de un hogar y lo que lleva acarreado la imposibilidad de dejar huella en la memoria, explica que «su lengua materna es el español, pero después de una toma de conciencia política, con el descubrimiento del país al que pertenecía y al reconciliarme con mi familia, opté por cambiar el español». Ella trata de aclarar que “no soy nacionalista por identidad, soy nacionalista de clase social. Defiendo una conciencia de clase social que traslado a la situación del país y del idioma».
Destrucción de la casa
Pilar Pallarés es, por otro lado, una poeta de enorme sensibilidad para atrapar con palabras la carga emocional que sobrevuela en conceptos como tiempo, fugacidad o memoria. Para ella, su poemario premiado parte «de la destrucción de la casa que construyeron mis padres de clase obrera cuando tenía 9 o 10 años y que desapareció en 2011 por la ampliación del aeropuerto, que ya se había levantado sobre muchas tierras de labranza de mis abuelos y de otros setenta hogares. Es una obra repleta de nostalgia, que trata de aprehender lo que desaparece a través de la memoria. Es la reflexión de una destrucción y de aquellos que no hemos podido dejar rastro, porque no va a volver una generación que tenga la oportunidad de dejar algo que prevalezca en la memoria».
Una de las batallas que mantiene la escritora es por intentar que las palabras permanezcan y extiendan nuestro recuerdo más allá de esta sucesión de instantes efímera que denominamos presente. «Es ingenua la pervivencia, porque le 99 por ciento de las palabras son olvidadas. Al final, todas las culturas se transforman, todos los idiomas acaban cambiando y convirtiéndose en otra cosa. En mi poesía está muy presente el transcurrir del tiempo, pero también me gusta reflexionar sobre los demás seres vivos. Pero ahora estamos destruyendo el planeta, que es lo que más me preocupa, y, también, impidiendo la regeneración natural de las especies y hablamos de la supervivencia de la palabra...».