¿Por qué tres «Norma» diferentes»
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Me refería hace una semana en estas páginas a lo que desde las administraciones públicas se hace, se podría hacer y se debería hacer. Incluso presentaba una propuesta concreta para apoyar en esta crisis a la iniciativa privada, en vez de ahogarla a través de dumpings tan vistosos como perjudiciales a la larga. «Así se las ponían a Fernando VII» reza el refranero popular. Pues bien, el INAEM me lo pone a huevo. Es una de las muestras de ineficiencia que el anterior director del instituto, Miguel Ángel Recio, llegó a vislumbrar pero no a solucionar en sus poco más de dos años de mandato y con la que su nueva responsable, Montserrat Iglesias, se encuentra y no intentará resolver en los pocos meses que le quedan. Consecuencia lógica de nombramientos para esos puestos de personas alejadas de la problemática que, lógicamente, necesitan tiempo para entenderla y más aún para intentar arreglarla.
En poco más de un mes se representan tres producciones diferentes de «Norma» financiadas en gran parte con fondos públicos. En el Liceo va firmada por David Korins y obedece a una coproducción con San Francisco, Chicago y la Compañía de Ópera Canadiense. La de la Maestranza proviene de Turín sobre una idea original de Alberto Fassini. La tercera se ofrecerá a primeros de marzo en Valencia. Se trata de una nueva producción que Helga Schmidt encargó a Davide Livermore, su recién nombrado sucesor. Los tres teatros están regidos por varias instituciones públicas y la administración central participa de forma importante en las dos primeras, mientras que casi simbólicamente en la tercera. La cultura se halla transferida, pero al INAEM le queda una importantísima labor de coordinación que no se decide a afrontar. Es mucho más fácil continuar con la política de subvenciones basadas antes en el crecimiento del ipc y ahora, en crisis, en la reducción anual de un cierto tanto por ciento. El cargo de director del INAEM supone algo más que recibir peticiones e ir concediendo dádivas en función del presupuesto y lo que se haya entregado el año anterior. ¿Tienen sentido las enormes subvenciones sin contraprestaciones a las óperas de Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao, Oviedo, etc. dejando que cada teatro haga la guerra por su cuenta? Obviamente no. Sería más lógico exigirles que se uniesen para presentar producciones conjuntas y financiar éstas y no a los coliseos. De esta forma nos evitaríamos los españoles tener que pagar tres producciones diferentes de «Norma» en un mes sólo para mayor gloria de los directores artísticos de cada teatro.