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¿Quién mató a Durruti?

El responsable del disparo que mató al miliciano anarquista es conocido, pero otra cosa es la intención. Si fue un accidente o no, no se sabe, pero es cierto que el autor desapareció misteriosamente.
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El responsable del disparo que mató al miliciano anarquista es conocido, pero otra cosa es la intención. Si fue un accidente o no, no se sabe, pero es cierto que el autor desapareció misteriosamente.
La muerte violenta del líder anarquista José Buenaventura Durruti Domínguez –Pepe o Pepín, en familia– sigue siendo hoy uno de los grandes enigmas, si no el mayor, de la Guerra Civil española. El más popular de los jefes del anarquismo español era alto para ser español, ágil, de complexión robusta. Sus ojos refulgían bajo gruesas cejas en «v». Tenía el mentón pronunciado, la barba cerrada, los dientes separados y una sonrisa pícara, casi infantil. Su umbral del dolor estaba por las nubes: el día de su cuadragésimo cumpleaños le habían dado de alta en el hospital tras una operación de hernia. La herida le dolía, pero eso era lo que menos le importaba con tal de combatir al fascismo en cualquier frente de batalla. Era un hombre que solo sabía desafiar al peligro.
«Se deslizó el rifle...»
Bautizado el 19 de julio de 1896 por Antonio Bermúdez, párroco de la iglesia leonesa de Santa Ana, no hay constancia alguna en cambio de que Durruti recibiese la unción de enfermos mientras agonizaba en el lecho de muerte la madrugada del 20 de noviembre de 1936, poco antes del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, en Alicante. Ni tan siquiera Jesús Arnal, antiguo ecónomo de la parroquia de Aguinaliu, en la provincia de Huesca y Obispado de Lérida, acudió a administrarle los últimos sacramentos, que sepamos, pese a formar parte ya entonces de la Columna Durruti bajo la protección directa de éste.
Su camarada y subordinado Antonio Bonilla Albadalejo acusó finalmente al sargento José Manzana de ser el responsable de la muerte del miliciano. Dejemos que él mismo nos lo explique: «La bala que hirió a Durruti salió del “naranjero” que portaba Manzana en su hombro. Cuando se bajaron del coche para hablar con los jóvenes que, en número de cinco, se encontraban cerca del chalet que ocupábamos y se dispusieron luego a seguir mi auto, que estaba parado más abajo. Manzana abrió la portezuela del Packard para que Durruti entrara en el automóvil y, cuando Durruti se hallaba encorvado para entrar en él, se le deslizó a Manzana el “naranjero” desde el hombro, dando en el estribo del coche, disparándose, de ahí que resultara el chaquetón de Durruti chamuscado por el fogonazo a corta distancia, entrándole la bala por debajo de la tetilla, rozándole el corazón».
Y continúa: «Si el disparo fue casual o no –agregaba Bonilla– yo siempre lo he silenciado porque quería averiguarlo personalmente, enfrentándome con Manzana, pero no he conseguido volver a verle desde entonces ni en el transcurso de los últimos cuarenta años. La última vez que vi a Manzana fue cuando me dijo que Durruti se había ido a una reunión del Comité Nacional, cuando él, en realidad, estaba herido de muerte. Podía habérmelo dicho claramente, por difícil que fuese la situación, si había ocurrido accidentalmente. Pero, por lo que fuere, no me lo declaró». Una línea similar a la de Bonilla mantiene Pedro de Paz, que mantuvo contacto electrónico con Manuel Durruti Cubría, sobrino de Buenaventura, el 31 de julio de 2006, según recogía el autor leonés Martínez Reñones en su espléndida obra «Los Durruti». De Paz sostenía su convencimiento de la autoría de Manzana, aunque matizaba que no había pruebas fehacientes de que el desafortunado disparo que acabó con la vida de Durruti saliese del arma del sargento. Manzana se exilió a México tras la Guerra Civil. Su esposa, Maximina Amiliano Baztán, nacida en Maquirriain (Navarra), le aguardaba allí con sus veintitrés abriles cumplidos, dispuesta a reanudar una nueva vida con él. Manzana arribó al puerto de Veracruz el 22 de abril de 1939. Desde entonces, ya nunca más se supo de él, como si se lo hubiese tragado la tierra.
Pedro de Paz confirmaba también su sospechosa volatilidad: «[...] Desapareció de escena. Literalmente. Siendo supuestamente quien fue –compañero de Buenaventura Durruti y alguien supuestamente tan significado en la lucha anarquista–, resulta por demás curioso que, una vez exiliado, rehuyera todo contacto con cualquier organización republicana en el exilio hasta el punto de perderle la pista por completo. Esa circunstancia le concede cierta solidez a la teoría de que quizá tuviese algo que ocultar». ¿Quién fue en realidad José Manzana Vivó? Nacido en Valencia en 1902, era mecánico de profesión antes de ingresar en el Ejército como recluta de reemplazo, en 1923; al año siguiente, se le destinó al 12 Regimiento de Artillería Ligera, hasta que en 1935 abandonó el Ejército siendo sargento en el 4º Regimiento de Artillería Pesada, con guarnición en Barcelona. Todo un veterano.
Expediente inmaculado
En el expediente militar del sargento José Manzana Vivó se le describe como un «hombre de 1,73 metros de estatura, cejas al pelo, ojos negros, nariz regular, color sano, frente despejada y aire marcial». Participó en las campañas de África entre el 11 de septiembre de 1925 y finales del mismo mes de 1926, recibiendo nada menos que la Medalla Militar de Marruecos con pasador de Larache y una Cruz de Plata al Mérito Militar. Su hoja de servicios aparece inmaculada a los ojos de propios y extraños: no en vano superó con excelente calificación todas y cada una de las pruebas de valor, aplicación, capacidad, conducta y puntualidad. Participó también en varios concursos nacionales e internacionales de tiro, y estaba en posesión del título de Maestro Tirador de arma corta reglamentaria, de otro de precisión y de uno más con revólver. Aunque él disparase casi siempre con su «naranjero»... el arma que mató a Durruti.