¿Quieren mis padres devorarme?
Athos Zontini presenta su primera novela, «Orfancia», todo un fenómeno en Italia, sobre un niño que está convencido de que, si engorda, sus padres se lo comerán.
Athos Zontini presenta su primera novela, «Orfancia», todo un fenómeno en Italia, sobre un niño que está convencido de que, si engorda, sus padres se lo comerán.
Una niña de tres o cuatros años juega en el campo, junto a su familia, a atrapar las mariposas que revolotean a su alrededor. Su abuela se une a su pasatiempo: comienza entonces a coger las mariposas y matarlas. La niña ríe, sin entender que han muerto. Para ella no son más que objetos de colores que vuelan. La anécdota la cuenta el escritor italiano Athos Zontini, que presenta en España su primera novela, «Orfancia», sobre un niño que se niega a comer porque está convencido de que sus padres lo están cebando para devorarlo. «La niña y la mariposa son la misma cosa, no hay nada de divertido en matarlas. Sin embargo, la abuela lo hacía. Fue un momento de ausencia absoluta de responsabilidad, ejemplo de una educación pésima», dice Zontini. Es sobre la transición del niño al hombre y de la influencia de los padres que habla su novela, finalista en Italia al premio Kihlgren Opera Prima.
–Usted trabaja en la radio y en la televisión. ¿Por qué contar esta historia en forma de novela?
–Porque la escritura narrativa es el mundo en el que más cómodo me siento. Hace muchos años que escribo cuentos, así que la novela era una evolución natural. «Orfancia» comenzó con mi intención de hablar de la familia en un contexto muy visual. Es un tema sobre el que ya se ha indagado mucho, por eso necesitaba una perspectiva nueva.
–El protagonista cree que sus padres le quieren engordar para comérselo, una metáfora de la relación entre niños y adultos...
–Sí, quise crear una metáfora bastante simple para hablar de la familia a través de la voz de un niño. Él podía simplificar el proceso por medio del cual los adultos lo fuerzan a ser lo que ellos quieren que sea, y no lo que él es. Podía dar forma a esa idea a través del miedo que tiene a que sus padres se lo coman. Parece que ellos quieren lo mejor para él, pero, en realidad, le hacen daño.
–El miedo es lo que no le permite comer. Ser violento, en cambio, le abre el apetito. ¿Cuál es la relación entre ambos?
–Quería plasmar una idea fea, casi terrorífica, de lo que es convertirse en adulto: que para ser un hombre debes prevalecer sobre los demás, ser más fuerte y duro. Quería entonces explicar cómo, cuando sientes el placer de ejercer violencia sobre alguien, sientes también la necesidad de nutrirte, de comer. Desde luego es tan sólo una sola de las maneras de estar en el mundo, no la única.
–Sin embargo, en su libro sí que parece la única...
–Es cierto, pero a veces contamos cosas oscuras para poner en evidencia los momentos luminosos que existen fuera del texto. Si te llevo a través de la lectura hasta el abismo de la fealdad, es inevitable que, cuando haya un atisbo de luz, de belleza, lo sientas de manera más intensa. La esperanza quizá no está presente en la novela, pero sí en el lector. Es para eso que sirven también los libros: para mostrarnos lo feo de modo que tomemos otro camino.
–Cuando el niño muestra su crueldad (tortura a un animal), el lector se pregunta si es porque está creciendo o porque siempre fue malo...
–Me gustaría pensar que somos un producto de nuestras experiencias. En el libro, cuando ocurre lo que dices, ya él es un niño transformado: el otro «bambino» que crece dentro suyo ya se lo ha llevado por delante. En ese momento, el niño se comporta como un adulto: sólo piensa en sí mismo, el dolor de los demás le es indiferente.
–¿El título es una mezcla entre las palabras infancia y huérfano?
–Sí, es un neologismo que quiere decir que se es huérfano de la propia infancia. Durante la infancia deberías crear las bases para convertirte en adulto, pero, si te privan de ella o si esas bases están podridas, serás inevitablemente un adulto dañado. El que debería ser un momento bonito se convierte a menudo en el prefacio de una edad adulta negativa. Además, tiene una razón sonora: infancia es una palabra bella, pero al unirse con huérfano se deforma, se vuelve inquietante, como el propio libro.