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Rod Stewart, de juerga a los 71

larazon

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El viejo rod alargó la fiesta, y eso que el sofocante calor en el Teatro Real no se lo puso fácil.
Concierto: Rod Stewart (gira «From Gasoline Alley to Another Country: Hits 2016»). Teatro Real. Madrid.
Suerte que el concierto de Rod Stewart no coincidió con la semifinal de la Eurocopa que enfrenta esta noche a Gales y Portugal. Si no, quién sabe si no nos hubiésemos encontrado con una pantalla gigante en el Teatro Real, como ocurrirá hoy en Lisboa, donde el músico británico ha pedido expresamente que el concierto en el Parque de las Naciones se retrase hasta que termine el partido. Futbolero como pocos, Rod The Mod no se anda con regates a sus 71 años: aquí no hay preámbulos que valgan; desde el principio, con «Having a Party», precipitó la fiesta, adornada con americana y zapatos de un plateado que rivalizaba con los brillos de las luces sobre el escenario.
Sin tiempo que perder, «Some Guys Have All The Luck», canción que popularizaron primero The Persuaders en los 70, pero que él llevó todavía más arriba una década después, demostró que este concierto en el Real –con el que se abría el Universal Music Festival que se celebra durante este mes– iba a tirar más por los 80 que por sus años de macarrismo «mod». Del rock, entendido como un ejercicio de rebeldía, apenas queda un recuerdo fugaz, aunque bien visto nada debe haber más atrevido que emplearse con un empuje que parece ajeno al envejecimiento, porque el que fuera miembro de Jeff Beck Group ya ha pasado los 70, pero podría pasar perfectamente por 55. Incluso algunos años menos si lo que suena es «Maggie», que vino a rematar el tríptico iniciado con «Tonight’s The Night (Gonna Be Alright)» –demostrando su dominio de los medios tiempos– y «Forever Young», con unos violines de corte folkie como aperitivo.
Los más incrédulos podrían haber tenido la tentación de pensar que la voz rasgada del británico se podía resquebrajar en algún momento, pero en esas que se sentó sobre el escenario para atacar una «Downtown Train», original de Tom Waits, que resultó mágica y confirmó el envidiable estado de forma de quien es uno de los artistas que más ha vendido en la historia de la música.
Después, dosificó esfuerzos cediendo el protagonismo de forma intermitente a los miembros de la nutrida banda (12 integrantes) que le acompaña, se desabrochó algún botón de su camisa blanco nuclear, hizo carantoñas a las coristas, sentó a sus músicos durante un tramo del concierto en acústico y aún tuvo tiempo para seguir derrochando clase en «Talk About It», acercarse al blues de Van Morrison en «Have I Told You Lately» y recordar su etapa en The Faces con «Ooh La La», mención incluida para sus autores (Ron Wood y Ronnie Lane). Hasta aquí, todo bien; incluso mejor que bien. Pero el viejo Rod, a quien es fácil imaginar feliz con una copa de vino y viendo ganar al Celtic de Glasgow, aún alargó la juerga, y eso que el sofocante calor en el Teatro Real no se lo puso fácil.
Tras un cambio de vestuario y un breve paréntesis de discoteca y luces de colores, regaló al público una nueva ración de contoneos, además de cumplir con su particular liturgia de chutar al menos una decena de balones –alguno acabó en la cuarta planta– y despedirse, de forma un tanto precipitada, con «Da Ya Think I’m Sexy». Para entonces, nadie se acordaba de que sus últimos álbumes («Another Country» es de 2015) no valen gran cosa; a quién le importa cuando Rod Stewart puede entretener como pocos gracias a un pasado sorprendentemente vivo.

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