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«Running»: ¿por qué no correr con Usain Bolt?

«No correrás solo» podría ser el lema de este deporte en 2029: Se estima que lo practicaremos con una tecnología que nos permitirá batir nuestros propios récords.
larazon
  • Estudió periodismo en Buenos Aires Argentina. Allí comenzó su trabajo en el área de divulgación como jefe de sección en la revista Muy Interesante durante cinco años. En España ha trabajado en Muy Interesante, Clio, Psychologies, Quo, National Geographic. Ha colaborado con RNE y con el podcast de Muy Interesante. Ha escrito 3 libros de divulgación y cinco de literatura infantil que se han traducido a varios idiomas. Lleva 15 años en La Razón escribiendo sobre ciencia y tecnología

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«No correrás solo» podría ser el lema de este deporte en 2029: Se estima que lo practicaremos con una tecnología que nos permitirá batir nuestros propios récords.
El auge de la depresión (más de 500 millones de personas afectadas en 2030 según la Organización Mundial de la Salud) y el aumento de la obesidad (cerca del 40% de Europa) han hecho que el «running», lo que viene a ser correr de toda la vida, experimenta un auge desde 2020. Y la tecnología fue en gran parte responsable de ello. La base del deporte, el calzado, comenzó a vivir una edad dorada cuando los laboratorios de investigación deportiva de Nike (NSRL por sus siglas en inglés) presentaron, en septiembre de 2019, una solución que ayudó a los corredores con uno de los problemas más habituales y complejos: la amortiguación. El sistema Nike Joyride, la fusión de Nike Air y Nike React, evita la sobrecarga muscular gracias a la absorción de impactos generada por miles de microesferas de TPE situadas en zonas específicas del calzado, haciendo que la espuma se expanda en todas las direcciones y dando, al mismo tiempo, un retorno energético, similar a un sistema de muelles.
Pero faltaba algo más. Nuestros pies y la biomecánica de la forma de correr son tan únicos como nuestra huella digital... Junto a la tecnología Joyride, en 2022 comenzó a ser habitual en las tiendas Nike y después en el resto la posibilidad de realizar un escaneo 3D del pie y de la forma de apoyar en la carrera y con toda esa información imprimir una zapatilla a medida que se entregaba apenas 30 minutos después. Todo el proceso tomaba menos de una hora.
Y entonces sí llegó la era de la indumentaria inteligente. Actualmente las zapatillas no solo nos dicen cuando el uso comienza a reducir sus propiedades de amortiguación, soporte y agarre, también nos conoce mejor que la mayoría de los entrenadores: sabe cuándo estamos cansados, nuestro nivel de hidratación, temperatura y otras variables que le permiten, al final de cada carrera o entrenamiento, sugerir pautas para mejorar el rendimiento. La ropa también se aprovechó de decenas de sensores y nuevos procesos tecnológicos: cambia de temperatura en respuesta al esfuerzo, monitoriza nuestras constantes vitales y, en caso de problemas cardíacos, genera pulsos eléctricos para garantizar una función adecuada del corazón y hasta libera sales minerales y vitaminas si el esfuerzo así lo requiere.
Conectividad omnipresente
Finalmente, llegaron al «running» la realidad aumentada y la realidad virtual. En 2015 el Maratón de Londres comenzó a ofrecer una experiencia de realidad virtual que daba la posibilidad de realizar el curso completo a quienes no pudieran acercarse a la capital inglesa. La iniciativa se hizo tan famosa que en 2016 un astronauta realizó el curso virtual a bordo de la Estación Espacial Internacional.
Pero fue la llegada del 5G (y más tarde el 6G) con su conectividad omnipresente y la realidad aumentada lo que cambió todo. Los corredores podían, en competición, no solo saber su tiempo, sino la métrica adecuada para llegar al frente del pelotón, cuánto quedaba para el siguiente puesto de avituallamiento y la distancia a los rivales más próximos. Y también facilitaba la comunicación con el entrenador, es decir que si este quiere puede darle consejos que se ven directamente en sus gafas.
En cambio, para los corredores amateurs fue una revolución que impulsó a muchos más a practicar este deporte. Las gafas de RA les permiten, por ejemplo, correr entre dinosaurios, huir de zombies o seguir el trayecto de la maratón de Madrid, Nueva York, Berlín o en Marte. Pero no solo juegan con el tiempo y el espacio, las gafas de RA consiguen resolver un problema que todos tenemos al salir a la carretera: a nadie le gusta hacerlo solo. Con ellas podemos compartir circuito con los grandes, desde Jesse Owens, Usain Bolt y Carl Lewis hasta amigos y parejas, aunque se encuentren en otro continente.