Salman Rushdie: «Dios tiene muy malos fans»
Vuelve con «Dos años, ocho meses y veintiocho noches», una novela donde aborda el choque entre razón y religión en un mundo amenazado por la guerra total.
Salman Rushdie pertenece a esa estirpe de escritores que huyen de los fanatismos, que prefieren la lectura de una buena historia a los dogmas inamovibles de una creencia. Debe su apellido a Ibn Rushd, Averroes –en«Joseph Anton», su autobiografía, cuenta cómo su padre se lo cambió–, y es justamente este filósofo quien le sirve de pretexto en «Dos años, ocho meses y veintiocho noches» (Seix Barral), su particular «1001 noches», para reflexionar sobre la maldad del hombre, la guerra, la fe y la razón.
–¿Cree que Dios está dispuesto a destruir el mundo?
–Es lo que piensa uno de los protagonistas del libro, pero yo no creo en Dios y no creo que Dios vaya a destruir el mundo, aunque en el mundo de Dios sí que hay gente que intenta destruirlo. Los valores humanísticos siempre están amenazados. El nazismo, el comunismo y, ahora, el islam radical son asaltos a estos valores que necesitan una defensa perpetua.
–En su novela se lee: «Los religiosos son los peores defensores de Dios».
–Existe demasida gente que habla en calidad de hombres religiosos, pero que, sin embargo, dan una imagen mala de la religión. Todos afirman que actúan en nombre de Dios, pero son fanáticos y lo que hacen es terrible. Ellos alejan a la gente de la religión. Dios tiene muy malos fans.
–Otra frase de su libro: «La religión se marchitará y empezaremos a vivir en la verdad de Dios». ¿Desa-parecerán las religiones?
–¿Por qué no? Lo que me parece interesante de esas viejas religiones que ahora llamamos mitologías es que contenían la idea de que la raza humana al final, trasciende a los dioses. En las religiones griega y romana, los dioses influían en la vida humana. Pero existe un momento en que dejan de hacerlo. Calasso, en «las bodas de Cadmo y Harmonía», dice que justo en este enlace fue la última ocasión en que los dioses y los hombres se sentaron en la misma mesa. Los dioses bajaron para celebrar el matrimonio, después se marcharon y no han vuelto a participar en ningún acto terrenal. Los humanos tenemos que aprender a sobrevivir sin ellos. Algo parecido sucede en la mitología nórdica: los hombres lidian con un mundo que los dioses han abandonado. Las religiones politeístas sugieren que los dioses sólo permanecen durante un tiempo. Luego tenemos que vivir sin ellos. Es una filosofía interesante porque es un proceso paralelo al del crecimiento del individuo: un niño está con un padre, luego se hace adulto, sale de casa y conoce el mundo. Estas religiones encapsulan muy bien esa idea de que, transcurrido un tiempo, ya no necesitamos a los dioses. Las religiones son la adolescencia de la vida humana.
–Pues estamos en un recrudecimiento de ellas. Ahí está el Estado Islámico.
–El mundo está en un lugar oscuro. Todavía tardaremos mil años en encontrar un momento histórico mejor. Este problema estará entre nosotros muchos tiempo.
–¿Y cómo reaccionar ante el ataque de «Charlie Hebdo»?
–Las caricaturas políticas siempre han existido y siempre son irreverentes y maleducadas. ¿Qué sentido tendría una viñeta política si no fuera irrespetuosa? Su propia existencia requiere que sea así. Además, son una parte importante de la prensa. No creo que «Charlie Hebdo» hiciera nada malo. El deseo de algunos de intentar calmar a los asesinos es repugnante. Este atentado es sólo por un tema: la libertad de expresión, que es lo que garantiza que puedas discrepar de una persona. «Le Monde» hizo un estudio sobre «Charlie Hebdo» y sólo dedicaron siete portadas, de quinientas veinte, a Mahoma. Estamos hablando de diez años de una revista semanal, y que no hablaba siempre del islam, porque sus objetivos eran la extrema derecha y Sarkozy. Incluso han sido más duros con el cristianismo, al que han dedicado tres veces más portadas. Debemos tener en cuenta, además, que ellos critican a los musulmanes radicales, no a la comunidad musulmana. Sólo se meten con el islam fanático que lleva al asesinato. Es importante comprender que vivimos en la parte afortunada del mundo y que tenemos que defender los principios sobre los que se sustenta. La libertad de expresión es la base sin la cual todo lo demás se derrumba. Si erosionas ese derecho, la sociedad se desmorona.
–¿Por qué tantas personas se suman al odio?
–Las criaturas que imagino en mi libro, los Yinn, comienzan la guerra porque está en su naturaleza. No es una guerra por causas culturales, religiosas o económicas. Igual que sucede con ellos, en el mundo también existen fuerzas que buscan el conflicto. Ni siquiera tenemos claro que las ideologías tengan algo que ver. Hay un impulso en nosotros que busca la violencia y la dominación. Esas figuras, los Yinn, no son religiosos, no emergen de una condición particular, no están politizados, son criaturas que son como son.
–¿Nada más?
–Dicen que actúan en nombre de una religión o de cualquier otro motivo, pero, en el fondo, hacen eso porque les gusta. El novelista debe mirar la naturaleza humana. Hay que observar a las personas involucradas en un acontecimiento, entender su carácter, explicar su ideología, los poderes que influyen sobre ellas, las opresiones que padecen, pero ya te digo que cualquier idea paranoica que veas en sus cabezas es menos importante que su carácter. Imagina dos personas en un mismo piso: uno coge la pistola para matar y la otra, no. ¿Por qué? Uno es violento, está en sus genes. Un hombre actúa como actúa porque está en su naturaleza. Luego dicen que lo hacen por una causa u otra.
–¿Defiende que hay una maldad congénita en el hombre?
–Tenemos un componente de maldad. Existe ese potencial. Todos somos capaces de hacer el mal. Todos mentimos, todos hemos hecho daño en alguna ocasión, pero, a veces, escapa a nuestro control. Es muy difícil mantener un mundo en el que prevalezcan constantemente la razón, la lógica y la tolerancia. Por eso sacar siempre lo mejor de nosotros se convierte en una filosofía heroica.
–¿El neoliberalismo ha repercutido en la degradación de nuestro mundo y el surgimiento de movimientos radicales?
–No sé si es culpable, pero es una parte seria del problema. La concentración de la riqueza en pocas manos es un problema mundial y deforma los estados. En EE UU es impresionante este proceso. Estas personas intentan comprar la democracia. Si tienes millones puedes cambiar el proceso político. Esto dice algo muy positivo del electorado americano. A pesar de que en las dos últimas elecciones ha habido individuos que han invertido fortunas para derribar al presidente demócrata, han fracaso. En los primeros comicios hubo un desequilibro financiero colosal, y en los segundos, un esfuerzo de los multimillonarios para interferir en ellos. No han tenido éxito, pero cada vez tienen más fuerza y más recursos. A ver lo qué pasa ahora en el Partido Republicano, donde algunos tienen miles de millones. ¿Qué ocurrirá si uno de ellos es el próximo presidente de EE UU?
–En «Joseph Anton» relata cómo vivió su condición de extranjero en Inglaterra. ¿Cómo ve la oleada de inmigrantes sirios en la UE?
–Lo primero, no estoy de acuerdo en que Europa se esté llenando de inmigrantes, como han asegurado muchos medios de comunicación. Es cierto que existe una reacción humanitaria para ayudar a estas personas. La mayoría sentimos eso, aunque también se ha mezclado con el miedo de un desbordamiento. Pero Europa está siendo ineficaz con sus planes. En unos países los dejan entrar y, en otros, hay vallas infranqueables. Pero quiero decir que los países árabes del Golfo Pérsico también tienen una enorme responsabilidad en este asunto y no están haciendo nada. Piense: ellos son ricos y comparten con estos inmigrantes la religión, la cultura y la lengua. A estos refugiados les resultaría más fácil integrarse en estos países, pero ellos se niegan a acogerlos. No reciben a una sola persona. Eso sí que es un problema porque este asunto no es sólo un asunto europeo. Le explico: el peregrinaje a la Meca ha terminado y Arabia tiene una ciudad destinada sólo a los peregrinos. Está habilitada con tiendas dotadas con aire acondicionado y en ella se puede acoger a tres millones de individuos. Ahora está vacía. Si el peregrinaje ha terminado y va a estar desocupada por un año, ¿por qué no se acoge a nadie ahí? ¿A cuánta gente han aceptado estos territorios? Cero. Hay distintas maneras de ver este problema, y no vale sólo la óptica europea. Hay un fracaso total de los países árabes a la hora de cuidar a la gente que habla árabe y que busca refugio.
–¿Y la solución al problema?
–Si continúa la guerra, seguirá llegando gente de Siria a Europa. Pero también, de Eritrea y otros dos o tres lugares donde existen conflictos civiles. Hay que estar atento a las causas y siempre intentar solucionarlas. Debemos tener en cuenta que nadie quiere huir y dejar todo atrás sin saber si va a vivir o morir.