Seis pinceladas de una carrera brutal
«El lamento de Portnoy» (1969). El lamento de Portnoy: un viaje entre hilarante y paranoico a la fijación de su protagonista por el sexo. Un monólogo con el psicoterapeuta. Un aguijonazo de mala conciencia y un brutal resumen de los sesenta. Puerta de entrada al éxito comercial. Un clásico.
«Pastoral americana» (1997). La dramática peripecia del Sueco, tipo admirable y convencional, trabajador, honradísimo, narrada por el alter ego de Roth, Zuckerman. O de cómo todo explota cuando tu hija acaba en el terrorismo. Pocas novelas permiten comprender mejor el mesianismo homicida de ciertos delirios.
«La conjura contra América» (2004). O cómo dignificar literariamente la historia ficción hasta el punto de que necesitas aparcar el libro para cerciorarte de que Lindberg no ganó las elecciones y los pogromos no se desataron en los EE UU. Feroz y apabullante en su recreación de ambientes.
«El teatro de Sabbath» (1995). Torrencial despedida de un viejo que hace recuento de orgasmos, amantes y odios mientras sazona su canto de una vitalidad y una incorrección dignas del mejor y más desatado Celine. Por obras así Roth alcanzó en vida la distinción de clásico indisputable. Un libro glorioso.
«La mancha humana» (2000). Sofocante, bellísima y terrible, la historia de un tipo masacrado por los prejuicios de lo políticamente correcto y lapidado por un mundo sediento de etiquetar en víctimas y verdugos. Lamento por un país atrapado en unos ímpetus que cada cierto tiempo retoman la caza del hombre.
«Elegía» (2008). Faltan aquí muchas, pero bien está rematar con una de sus novelas finales, en la que vuelve a tratar la muerte a partir de un hombre, fracasado como todos, que sobrevive a sus propios naufragios, a sus tres matrimonios, sus hijos, sus frustraciones y enfermedades.