Sergio Ramírez, la voz del escritor comprometido
Su vida ha estado marcada por la dictadura de los Somoza, la revolución sandinista y sus más de cincuenta libros
El nicaragüense Sergio Ramírez, que hoy ha sido galardonado con el Premio Cervantes, fue vicepresidente de su país de 1984 a 1990, pero no echa de menos la política: crítico con la realidad ya sea en sus libros y con la voz que le da ser escritor, su compromiso es no quedarse callado.
El nicaragüense Sergio Ramírez, que hoy ha sido galardonado con el Premio Cervantes, fue vicepresidente de su país de 1984 a 1990, pero no echa de menos la política: crítico con la realidad ya sea en sus libros y con la voz que le da ser escritor, su compromiso es no quedarse callado. Convencido de que el escritor latinoamericano no puede permanecer pasivo ante la violencia, Ramírez cree que «la desigualdad social es la gran raíz de la violencia en América Latina».
Su vida ha estado marcada por la dictadura de los Somoza, la revolución sandinista y sus más de cincuenta libros.
Ramírez nació en Masatepe, el 5 de agosto de 1942, cuando el país era gobernado por Anastasio Somoza García, un personaje que inspiraría algunos de sus cuentos y novelas y que lo llevaría a involucrarse en la política.
«Nací bajo el viejo Somoza, llegué a la universidad bajo otro Somoza (Luis Somoza Debayle) y participé en el derrocamiento del último de los Somoza (Anastasio Somoza Debayle), el 19 de julio de 1979. Mi vida está marcada por esta familia dictatorial», contó a Efe cuando cumplió 70 años.
Su paso por la política, dice, fue circunstancial: «Pasé por ella porque fue una necesidad tras la revolución sandinista».
Desde muy joven su vocación había sido la literatura (a los 14 años publicó su primer cuento y su primer artículo), pero se metió en la política para librar a Nicaragua de la dictadura de los Somoza (1937-1979).
En 1975 se integró en el Frente Sandinista de Liberación Nacional y tras el triunfo de la revolución en julio de 1979 fue nombrado presidente de la denominada Junta de Gobierno del Frente de Reconstrucción Nacional.
Durante su etapa de vicepresidente del Gobierno (1984-1990) luchó por el restablecimiento de la paz en su país y por el desarrollo económico de Nicaragua. En mayo de 1994 quedó excluido de la dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional por sus choques con la línea de Daniel Ortega.
Y dejó la política en 1996 para dedicarse «a tiempo completo» a la que había sido su vocación de siempre: la literatura.
Desde ella, con sus relatos, puede «contar Nicaragua, pero también Latinoamérica».
A Sergio Ramírez, la literatura le «sirve para fijar mojones éticos de referencia» y aunque le parece muy legítimo que un autor no quiera contar lo que ocurre en la sociedad, él siente el deber de no quedarse callado.
Ha cultivado el cuento, la novela y el ensayo, entre otros géneros, y ha recibido galardones como el Alfaguara de novela por «Margarita, está linda la mar» (1998), el Dashiell Hammett (1990) por «Castigo divino» o el Iberoamericano de Letras José Donoso (2011).
En noviembre de 2014, ganó el Premio Carlos Fuentes por «conjugar una literatura comprometida con una alta calidad literaria» y por su papel «como intelectual libre y crítico, de alta vocación cívica».
«Los escritores latinoamericanos somos cronistas de hechos y debemos registrarlos, exponerlos a la luz pública, iluminarlos, somos testigos privilegiados de las ocurrencias de la vida cotidiana trastocada por la violencia, el miedo, la inseguridad, la corrupción, las grandes deficiencias del Estado de derecho, somos testigos de cargo».
Ha publicado más de 55 libros, que han sido traducidos a varios idiomas. Entre sus obras figuran también «La marca del Zorro» (1989),«Oficios compartidos» (1994), «Charles Atlas también muere» (1994),«Un baile de máscaras» (1995, Premio Laure-Bataillon 1998), «Adiós muchachos» (1999), «Mentiras verdaderas» (2000), Sara (2015) y las dos novelas negras protagonizadas por el inspector y exguerillero Dolores Morales. EFE