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Shakespeare, a la carta

«El mercader de Venecia», «La fierecilla domada» y «Noche de reyes» son las tres piezas que propone cada día la compañía británica Shakespeare's Globe en los Teatros del Canal
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«El mercader de Venecia», «La fierecilla domada» y «Noche de reyes» son las tres piezas que propone cada día la compañía británica Shakespeare's Globe en los Teatros del Canal
«El mercader de Venecia», «La fierecilla domada» o «Noche de reyes». Cada día el público elige qué quiere ver representado en el escenario. Así de abierta es la propuesta con la que la aclamada compañía británica Shakespeare's Globe recala en Madrid dentro de su gira internacional. Como siempre, eso sí, por muy novedoso que sea el formato en el que se presentan sus obras y sea cual sea la elección que los espectadores hacen de ellas, el Bardo de Strattford sigue siendo el protagonista. Y no tendría sentido de otro modo, porque esta es la razón de ser de la compañía.
Después de ver con perplejidad que, del teatro en el que Shakespeare había estrenado sus obras siglos atrás, ya no quedaba más que un recuerdo en forma de placa conmemorativa, el actor y director estadounidense Sam Wanamaker decidió devolver a aquel espacio su aspecto original allá por los años 70, para que el espíritu del autor inglés volviese a pasearse entre el entusiasta público londinense. Así fue como se fundó, ya en los 90, y con Wanamaker fallecido, el famoso Globe Theatre, una sala circular donde el teatro isabelino se degusta hoy tal y como lo hacía el público antes: de pie y al aire libre. Pero no solo están imbuidos de la esencia shakespeariana los trabajos que allí se desarrollan; también esta gira ha sido diseñada por el director Brendan O’Hea de acuerdo a lo que sabemos de cómo pudieron hacerse antaño: con un grupo de actores que conocían varias obras del repertorio y que además hacían varios papeles dentro de cada una de ellas. «Sabemos que las compañías isabelinas viajaban durante meses con un completo programa de obras, y que la elección de la obra que finalmente se hacía corría a cargo de la persona más poderosa del lugar donde se representaba –explica O’Hea a LA RAZÓN–. Nosotros simplemente hemos dado ese poder de decisión al público, porque creemos que ellos son realmente los más poderosos en una sala».
Desde luego, si algo tiene claro esta compañía es que lo único que ha de ocupar un lugar en el hecho escénico tan relevante como Shakespeare es, precisamente, el espectador. «El Globe es un teatro que permite interacciones únicas entre el público y los actores –confirma su director–. Los espectadores pueden estar en el patio y mirar de cerca a Hamlet a los ojos, o pueden tocar a Katherina mientras Petruchio la arrastra entre la multitud hasta el altar. En nuestros montajes el público mismo se convierte en un personaje de la obra. Hasta ahora no le habíamos otorgado a ese público la capacidad de decidir qué querían ver, así que nos enfrentamos a un reto nuevo; pero todo es parte de la vocación de experimentación que tenemos en el Globe».
Obviamente, había que acotar un poco la capacidad de elección en unas cuantas obras para que el resultado fuese igual de satisfactorio, independientemente de la función que se estuviese representando. Finalmente, O’Hea optó por tres comedias: una con la frescura romántica de la primera época, como es «La fierecilla domada»; otra, «Noche de Reyes», que se encuadra más en el periodo de madurez, y que plantea temas como la identidad y el rol social y de género; y una última perteneciente a esta misma etapa, como es «El mercader de Venecia», que, sin embargo, presenta un conflicto mucho más dramático y que contiene interesantes reflexiones de índole moral.
Difícil elección
«Queríamos que el público lo tuviese difícil a la hora de decantarse; que cada una de las obras tuviese las mismas posibilidades que el resto de salir elegida. No queríamos ofrecer, por ejemplo, dos obras muy conocidas y luego otra más eclipsada o difícil –afirma el director del montaje–. Por otra parte, tuve también en cuenta que todas las obras pudieran ser interpretadas solamente por ocho actores; así que muchas, por la cantidad de personaje que precisan para que la historia se entienda bien, quedaron automáticamente eliminadas. La verdad es que este formato representa un gran desafío para todos los actores. Por un lado, es muchísimo el texto que se tienen que aprender y tienen que cambiar muchas veces de personaje; pero es que, además, cuando no están en el escenario, están tocando algún instrumento o cambiándose de ropa. Sin embargo, ¡todos están dispuestos a hacerlo!
Un reto complicado, sin duda, el de una compañía que se ha convertido por derecho propio en excepcional valedora y difusora no solo del teatro que escribió Shakespeare, sino también de la imaginación de la que pudo valerse el dramaturgo inglés para representarlo. La reciente gira de su particular Hamlet, por ejemplo, duró dos años, recorrió más de 300.000 km, visitó 197 países y se saldó con 293 representaciones en 202 lugares distintos. Ahí es nada.

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