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Simios: la guerra aún no ha acabado

Matt Reeve repite dirección dentro de la trilogía con «La guerra del planeta de los simios». César vuelve a la pantalla para líderar a los primates y cerrar un ciclo en busca del enfrentamiento con el coronel por ver qué especie dominará el futuro.
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Matt Reeve repite dirección dentro de la trilogía con «La guerra del planeta de los simios». César vuelve a la pantalla para líderar a los primates y cerrar un ciclo en busca del enfrentamiento con el coronel por ver qué especie dominará el futuro.
Viendo las previas, los créditos de «El planeta de los simios», el tráiler y la fuerza de la saga, no hace falta ser muy espabilado para darse cuenta de que, de nuevo, la lucha entre humanos y primates está a punto de estallar. La tensión no aguantaba más. Y suerte la nuestra de que, uno, esto no vaya más allá de la pantalla y, dos, que de suceder dicho combate en la realidad las armas jugarían a nuestro favor. Sin embargo, amparados en un estudio científico, en el «hombres vs. simios» –en un ambiente postapocalíptico y sin sofisticados artilugios de fuego– los segundos ganarían por goleada. Su fuerza, extremadamente superior a la de los humanos, decantaría la balanza hacia ese bando. A estos menesteres se dedicó un informe en los años 20: John Bauman lideraba una investigación que, después de ver levantar a un simio 573 kilos, determinó que, para que la lucha fuera de igual a igual, dos primates debían verse las caras con siete jugadores de fútbol americano. Así han continuado estudios y pruebas hasta hoy, unos partidarios de que multiplicaban la fuerza humana hasta en nueve ocasiones, otros en cuatro, o solo en una y media... Dependía de cómo se encarase la situación. Lo que sí dejaba claro «La fuerza de los grandes simios comparada a la velocidad de los humanos» es que nuestro cerebro tiene más materia gris, que traducido a la práctica significa que posee más neuronas motoras y, por lo tanto, usa menos músculos. Así que el duelo entre puños también se perdía por este lado.
Unos datos que, siendo aplicables al mundo real, ya cobraron un nuevo sentido en «El planeta de los simios» como saga, pues César –el mono jefe que interpreta Andy Serkis– no es uno más. Constantemente se ha debatido entre un lado y otro, y es el resultado de sumarle el retrovirus ALZ-112 –pensado inicialmente para curar el alzhéimer– a su sistema inmunológico, lo que le da un plus a sus dudas internas. Después, expondría a sus colegas a la evolución del gas y, desde entonces, tenemos simios para rato: además de su exagerada masa muscular, digna de un concurso de culturismo, estos primates igualan, e incluso superan, el coeficiente intelectual humano. Así que ya se pueden poner las pilas los pocos hombres que van dejando por el camino porque la ventaja que les dan las armas puede tener los días contados, más aún si se quedan sin munición y si sus rivales ya las manejan a su antojo.
¿Quién dominará?
Así, la nueva entrega de la saga continúa los sucesos de «El amanecer del planeta de los simios» para decidir en dos horas y 20 minutos cuál será la especie dominante en la Tierra, a la vez que hace un guiño al origen de todo. Los créditos del capítulo anterior, en el que se intuye la respiración de Koba –previamente arrojado al abismo por César–, ya dejaban parte de la trama dispuesta. Y más allá de esta continuación, con la aparición de Nova –humana que ya vimos en «El planeta de los simios» del 68– parece que los guiños al pasado están servidos.
Pero la que se presenta hoy es, por encima de todo, la historia de un personaje: César. Cuando éste liberó el ALZ-113 en el refugio multiplicó el nivel intelectual de los allí presentes, todos simios. Parecía que estos habitantes eran los elegidos para convertirse en miembros importantes y fieles de su tribu durante los años que siguieron. Aunque, por lo comprobado, el gas no solo se quedó ahí, como ya descubrió por el contagio sufrido por el vecino de Will Rodman (interpretado por James Franco en «El origen del planeta de los simios»). Han ido pasando los inviernos y los simios han impuesto su poder, aunque no tan unidos como al principio. Koba se erigió como símbolo rebelde y, al luchar contra él, César fue consciente en «El amanecer...» de que la supremacía de su especie no iba a ser un camino de rosas: que todos tengan el mismo nivel intelectual no iba a ser sinónimo de acuerdo entre ambas partes, sino que iba a producir tiras y aflojas entre ellos, una circunstancia muy humana.
Con estos antecedentes regresa un César dolido hasta el tuétano en el que la muerte de su mujer e hijo por deseo del coronel marcará su destino. Ahora es obligado a encarar junto a su ejército un conflicto a cara o cruz contra los humanos. Saldrán a la luz los instintos más oscuros para vengar a su especie y en el que el cara a cara con el coronel será la piedra angular del futuro del planeta. Entre los nuevos personajes, Matt Reeves (que repite dirección tras conducir la anterior entrega) presenta a un primate de no muy buenas intenciones, Bad Ape (al que da vida Steve Zahn), tan inteligente como los del grupo de César, pero que ha vivido aislado de su comunidad durante mucho tiempo y eso le provoca cierto «retorcimiento». Y de acuerdo a lo que ha comunicado Reeves, este personaje cuenta con todos los números para convertirse en una «figura clave» para las siguientes entregas porque representa un mundo más allá del de César y sus seguidores: «Existen algunos simios que se criaron sin las ventajas de estar en el redil de César y las posibilidades que ello conlleva, esto puede provocar futuros conflictos», afirma el director ante nuevos horizontes más allá del final de trilogía que supone esta cinta.
«La guerra...» está llamada de este modo a finiquitar el conflicto que se estableció entre humanos y simios con César como caudillo de los simios y con el coronel (Woody Harrelson) como punta de lanza de los humanos en esta última recta final, pero sus guiños al pasado convierten el largometraje de Reeve en un título llamado a cerrar las puertas que ya se abrieron con Charlton Heston.
Previsión de éxito
El filme, que llega a la cartelera española hoy –dos días antes que en Estados Unidos–, supone la tercera entrega de Fox y se presenta con los bolsillos preparados para recaudar entre 55 y 65 millones de dólares –solo en EE UU– durante su primer fin de semana. Una cantidad que puede no parecer desorbitada al compararla con otros «blockbusters» veraniegos, pero que para esta franquicia es respetable si se miran los datos de sus entregas previas: «El origen...» (2011) recaudó 54 millones en su primeros días y «El amanecer...» (2014) consiguió 72,6, Europa aparte. Por lo que la tercera entrega apunta, de primeras, a quedarse entre dos aguas, aunque atendiendo a lo que la crítica ya ha escrito, las previsiones pueden ser más que halagüeñas.