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Sin picnic ni ginebra en la ópera

Ha sido llegar el nuevo responsable ejecutivo de la English National Opera (ENO) y poner las normas patas arriba.
larazon

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Ha sido llegar el nuevo responsable ejecutivo de la English National Opera (ENO) y poner las normas patas arriba.
Ha sido llegar el nuevo responsable ejecutivo de la English National Opera (ENO) y poner las normas patas arriba. O como deben estar. Resulta que el reglamento del teatro impedía acceder a determinados espectáculos con comida y bebida, léase un concierto, un musical o una obra de teatro (parece que el respetable rellenaba las botellas de agua con ginebra o vodka y se armaba el jaleo porque los bebedores no se convertían en santos, precisamente); sin embargo, la prohibición se levantaba para la ópera y la danza. Como lo leen. Las iras del público se hicieron notar y las redes empezaron a echar humo contra la normativa, que tacharon de elitista, y el nuevo jefe ejecutivo, Stuart Murphy, recién llegado, al ver el lío que se formaba optó por cortar por lo sano y prohibir también los picnic en las representaciones operísticas. No me imagino echar un trago de agua en plena aria mientras el tenor o la soprano, el barítono o la mezzo se dejan la garganta. Ni se come ni se bebe, y en caso de que usted sufra algún problema dietético específico debe comentarlo y llevar al teatro el consabido y pertinente certificado médico. Una de las primeras actrices que puso el grito en el cielo sobre la «barra libre» fue Imelda Staunton, que aplaude la decisión de entrar con lo puesto al teatro y sin viandas. «Comer en la butaca es un crimen», ha dicho saboreando cada palabra, sobre todo si el autor representado es Harold Pinter, que sentía verdadera aversión hacia cualquier ruido por leve que éste fuera si podía interrumpir la concentración. ¿Se imaginan entrar al Teatro Real con una mochila con varios bocadillos y una lata de bebida? Si usted quiere refrescarse en el intermedio tiene un ambigú y un montón de restaurantes en los aledaños, tan dados como somos a la tapa da igual la hora que sea. Dice el responsable de la ENO que el público había hecho manga ancha y que los entreactos se convertían en verdaderos picnic campestres, en competiciones de emparedados. Parece que el citado Murphy se hizo esta composición: si usted come no atiende a lo que sucede sobre el escenario, hace ruido, desconcentra a quienes están trabajando y puede ensuciar el local. Resumen: que al teatro se va bebido (entiéndase, con la sed quitada) y comido de casa. Ya lo saben.

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