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Siza: «Estoy convencido de que la obra no se hará»

Las divergencias políticas tienen «completamente paralizado» el proyecto Puerta Nueva de la Alhambra, cuyas obras debían comenzar este año y terminarse en 2020.
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Las divergencias políticas tienen «completamente paralizado» el proyecto Puerta Nueva de la Alhambra, cuyas obras debían comenzar este año y terminarse en 2020.
La Alhambra juega en Champions. En la liga monumental de la Torre Eiffiel, el Taj Mahal, la Acrópolis, la Muralla China, la Estatua de la Libertad, el Coliseo... Es el edificio patrimonial más visitado de España, el tercer país con más turistas del mundo. Una media de 8.000 personas acceden al día al complejo nazarí, declarado Patrimonio de la Humanidad. En total, alrededor de 3 millones de visitantes al año. Una barbaridad. Por eso, con el objetivo de racionalizar y facilitar el acceso, cada vez más numeroso, al monumento, el Patronato de la Alhambra convocó un concurso internacional de ideas hace más de cinco años. El portugués Álvaro Siza, premio Pritzker de Arquitectura en 1992, y el granadino Juan Domingo Santos lo ganaron en 2011. Y, aunque rápidamente declararon que era, sin duda, el proyecto de sus vidas, a día de hoy la Puerta Nueva (nombre del proyecto) parece cerrada a cal y canto. De hecho, las obras debían comenzar este año, algo que en la actualidad todo el mundo descarta, tanto desde las instituciones como por parte de los responsables del proyecto. Está por ver si los trabajos sobre el terreno, cuya finalización estaba prevista para 2020, se retomarán en los próximos años. Los propios «padres» lo dudan.
Álvaro Siza, de 83 años, da por perdido el sueño de estampar su firma en la Alhambra: «El proyecto está concluido pero para mí no empezará nunca. Está completamente parado. No hay reuniones, no se avanza, no se sabe nada», declara a LA RAZÓN. Y añade con la voz potente, entre triste y resignado: «Estoy convencido de que no se hará. O quizá sí, alguna vez, dentro de un tiempo, pero no seré yo quien lo haga. Yo quiero hacerlo, ¡cómo no voy a querer!, pero son otros los que no quieren y no dejan que empecemos». Juan Domingo Santos, que afirma estar cansado de las reiteradas polémicas en torno al proyecto en su Granada natal, prefiere ser más optimista. Habla de una «ralentización puntual» del proyecto e insiste en que debe ejecutarse la obra «porque el monumento lo necesita, lo sigue necesitando». Basta con acercarse, dice, a la entrada.

Vaivenes políticos

En apenas cinco años, la sensibilidad política y social hacia el proyecto ha cambiado radicalmente en la ciudad andaluza. Fueron el propio Ayuntamiento y el Patronato de la Alhambra quienes alertaron en su Plan Director de la necesidad de abrir un nuevo acceso multifuncional. En 2010 se instituye el concurso internacional y en marzo de 2011, Siza y Juan Domingo Santos se alzaron con el proyecto ganador, con un presupuesto estimado de 11 millones de euros. Sólo alguna plataforma vecinal elevó su queja por considerar que el nuevo acceso desnaturalizaría el recinto histórico. Pero en 2015, en medio de la campaña electoral para las municipales, fue el propio alcalde, José Torres Hurtado, el que se posicionó contra el proyecto al que su propio gabinete (con dos vocales en el Patronato) había votado. Torres Hurtado (hoy dimitido e investigado por presuntas concesiones urbanísticas fraudulentas) llegó a hablar de la Puerta Nueva como un «gran centro comercial» del que se beneficiarían sólo los cruceristas de Málaga y los turistas llegados de Sevilla. El ambiente se enrareció, pero la llegada de un nuevo Gobierno municipal parece no traer consigo un desloqueamiento de las obras. Francisco Cuenca, nuevo alcalde, es partidario de «repensar» el proyecto, pues «el original está sobredimensionado». Entre dimes y diretes, las obras ya van con retraso y, peor aún, las discrepancias amenzan con enterrarlas definitivamente.
«El momento actual es dificilísimo –señala Siza–. Casi todo es política y de ella depende que finalmente se empiece a construir o no. Yo gané un concurso con Juan Domingo Santos y entregué el proyecto, tremendamente pormenorizado y en el que se estudiaba cada detalle. Lo ganamos», reitera. Y aquello sucedió incluso a pesar de su recelo inicial a presentarse a un concurso internacional: «Yo estaba cansado de ellos. Era un trabajo inmenso y un empeño muy grande y ésa era la razón por la que yo desechaba la idea». Sin embargo, Juan Domingo Santos movilizó todos sus recursos para persuadir al Pritzker y Siza comenzó a soñar. «Es normal que él sea másescéptico con que se haga la obra», apostilla Santos. Este mismo mes, el arquitecto portugués presentóen su tierra, en el Museo Serralves de Oporto, su archivo. Entre los bocetos y las maquetas expuestas, numerosos «cadáveres», ideas nunca trasladadas a las tres dimensiones por problemas políticos, económico o por simples vaivenes de la opinión pública. «La mayoría de estos archivos, entre el 70 y el 80 por ciento, no se han llegado a realizar», confesaba el arquitecto. La Puerta Nueva de la Alhambra puede ser uno de ellos.
De ser así, opinan los valedores del proyecto, Granada renunciaría a adoptar medidas similares a las de otros grandes centros con afluencia masiva de visitantes como el Prado o el Louvre. La ampliación de los accesos a la Alhambra presenta ciertamente dificultades por la orografía del terreno y la complejidad de adaptarse o actuar sobre un entorno icónico e hiperprotegido. La apuesta de la Puerta Nueva se sitúa en el justo medio entre tradición y modernidad, tratando de ofrecer todos los servicios necesarios sin atentar contra el monumento. La luz y el agua son los dos grandes elementos del conjunto nazarí en los que se basa esta estructura discreta cuya superficie está mayoritariamente bajo tierra. El proyecto consta de una amplia terraza mirador, cafetería-restaurante, tienda-librería, vestíbulo de entrada, asistencia médica, información turística y cultural y un auditorio-sala de exposiciones. Al mismo tiempo, Siza y Santos planearon sustituir el actual aparcamiento en superficie por huertos y jardines, respetando de este modo la armonía con el Generalife. Los coches quedarían derivados a un subterráneo, mientras que el acceso para peatones desde la ciudad o autobuses turísticos sería racionalizado. Todo ello con el objetivo de facilitar la creciente demanda de visitantes a través de un edificio multifuncional, en palabras de Santos, «capaz de distanciarse para no ser miméticos con la Alhambra sin necesidad de establecer una ruptutra».

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