«Solitudes»: La belleza de la costumbre
Autor: Kulunka Teatro.
Dirección: Iñaki Rikarte.
Intérpretes: Garbiñe Insausti, José Dault, Edu Cárcamo.
Teatro Fernán Gómez.
Del 13 al 29 de octubre de 2017.
Después del abrumador y merecido éxito internacional de «André y Dorine», la compañía Kulunka llega por fin a Madrid con su otra obra de teatro de máscaras, un espectáculo prácticamente tan aplaudido en el extranjero como el anterior y que se esperaba aquí con verdadero entusiasmo por todos aquellos que ya habían quedado impactados por el montaje mencionado. La compañía ha reutilizado astutamente en «Solitudes» la fórmula que tan buenos resultados le había dado con aquella obra para volver a introducir sin permiso la mano en el pecho de cada espectador y reajustar tiránicamente allí dentro los latidos de su corazón. Y esta intromisión por vía emocional y afectiva en la pleura de un público que intenta contener como puede las lágrimas la realizan los actores y el director del montaje mostrando sobre el escenario, simplemente, la existencia humana cuando está limpia de toda hojarasca; la vida ennoblecida y hermoseada, con poética sencillez, en los actos aparentemente más insustanciales y cotidianos que van configurando la historia personal de todo individuo. Esto es «Solitudes», un canto a las pequeñas rutinas que compartimos con otros seres y que nos unen a ellos, y también un canto al bonito intento de perpetuar ese vínculo con el prójimo, más allá de la muerte, preservando la propia rutina cuando ya no está quien la compartía contigo. De la importancia capital que puede tener para uno lo que le es propio, por insignificante que puede parecer a los ojos del resto de la gente, hay en la función una preciosa metáfora expresada en la relación del anciano protagonista con una mosca cuyo vuelo, molesto al principio, se torna con el tiempo indispensable para él.
Pero, ojo, que la compañía haya usado la misma fórmula de «André y Dorine» no quiere decir que la haya aplicado dramáticamente de la misma manera en este espectáculo que consigue tratar temas universales y esenciales con sencillez, ingenio, humor y poesía. Aunque argumentalmente las dos obras tienen como tema fundamental el amor y la despedida en el ocaso de la vida, puede decirse que «Solitudes» es más quizá compleja –que no quiere decir necesariamente mejor– desde el punto de vista técnico y dramatúrgico que su ya excelente predecesora. Aquí hay más personajes –de nuevo Edu Cárcamo, Garbiñe Insausti y José Dault dan vida a todos ellos con una exquisita solvencia– y también hay más subtramas, lo que hace que los cambios de roles y de acciones se compliquen bastante.
LO MEJOR
La capacidad para tratar temas universales con sencillez, ingenio, humor y poesía.
LO PEOR
Que la compañía siga teniendo más repercusión fuera de nuestro país que dentro de él.