Springsteen, el río de la vida
Cuentan fuentes cercana al Boss que ésta podría ser su última gira con la E Street Band. Ojalá no sea cierto. Sobre el escenario aún funcionan como una máquina bien engrasada.
Bruce Springsteen & The E Street Band. Voz y guitarra: Bruce Springsteen. Guitarra: Stevie Van Zandt. Voces: Patti Scialfa. Batería: Garry Tallent. Bajo: Roy Bittan. Piano, teclados, acordeón: Nils Lofgren. Camp Nou, Barcelona, 65.000 espectadores.
La casualidad ha querido que Bruce Springsteen inicie la gira europea del «The River Tour» en Barcelona cuando se cumplen 35 años de su primera visita a España. El 21 de abril de 1981 asistieron 7.600 personas al Palau dels Esports de la Ciudad Condal (no vendió todos los tickets), en un concierto en el que, precisamente, presentaba «The River», disco doble al que el Boss rinde tributo en esta gira. Pues bien, ayer, en el show del Camp Nou había 65.000, con las entradas agotadas en pocas horas meses atrás. Una prueba más de la crecida exponencial del tirón popular del artista en tierras españolas en las últimas tres décadas y media.
Los primeros compases del concierto estuvieron precedidos por un mosaico gigante con los colores de la bandera catalana en el que se podía leer el nombre de Bruce y por gritos de «campeones, campeones». Hacía pocas horas que el Barça había ganado la Liga y la gente no desaprovechó la oportunidad de celebrarlo en el Camp Nou. Con un cuarto de hora de retraso, el norteamericano y la E Street Band aparecieron en el escenario con una musculosa «Badlands», una muestra de poderío rockero que fue la tónica del primer tramo de la actuación. Las poderosas «No Surrender» y «My Love Will Not Let You Down» (una sorpresa en el «setlist») así lo confirmaron. Hasta las canciones incluidas en «The River» se beneficiaron de ese ímpetu: «The Ties That Bind», «Sherry Darling», «Jackson Cage», «Two Hearts» y, sobre todo, la coreadísima y festiva «Out In The Street».
El contacto directo con el público llegó con la primera petición que fue atendida por el Boss: un cartón en el que se podía leer «I’m Going Down». Y así lo hicieron, demostrando una vez más que la E Street Band es capaz de tocar cualquier canción de su repertorio con una facilidad pasmosa. Tras esa clase maestra de oficio, llegó el turno de «Hungry Heart» y un paseíto de Springsteen entre el respetable tras bajar del escenario a la platea improvisada del Camp Nou. La pausa llegó con una celebradísima «The River» –coreada por la gente y que sirvió para que el estadio se llenara de pantallas de móvil al aire–; un tema que vino seguido de una sentida «Point Blank», uno de los pasajes más íntimos de «The River». Ese momento de calma dejó clara una cosa: el americano y los suyos no necesitan de efectismos para convencer. En una era de giras mastodónticas donde dominan los fuegos de artificio, los «videoworlds» gigantes y demás pirotecnia que poco tiene que ver con la música, los tours de Springsteen apelan directamente al oficio y a la carga casi mítica de sus canciones: aquí sólo hay un par de pantallas gigantes para que el concierto se vea bien y una banda en el escenario. Suficiente para lograr un excelente.
Cuentan fuentes cercana al Boss que ésta podría ser su última gira con la E Street Band. Ojalá no sea cierto. Sobre el escenario aún funcionan como una máquina bien engrasada. De hecho, despiden un entusiasmo y una energía de los que se acaba impregnando el público. Cuando publicó «The River» (quinto disco de su carrera) tenía treinta años; ahora ya gasta sesenta y seis y parece que no pasa el tiempo por la entrega que ofrece el norteamericano.
Springsteen es a la música lo que John Ford fue para el cine americano de hace unas cuantas generaciones, un purasangre en lo suyo que recoge lo mejor de las últimas seis décadas de la música americana. Una especie en extinción que, si bien ya no publica discos relevantes, sí que se reivindica en cada gira. Y el concierto de Barcelona fue eso, una declaración de principios, una muestra de que el hábitat natural del de Nueva Jersey es el escenario.