Aitana Sánchez-Gijón y el salvaje legado de las "Juana"
El nuevo montaje de danza y teatro de Chevi Muraday se estrena por primera vez hoy en el Teatro Salón Cervantes (Alcalá de Henares) con un reparto encabezado por Aitana Sánchez-Gijón.
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El nuevo montaje de danza y teatro de Chevi Muraday se estrena por primera vez hoy en el Teatro Salón Cervantes (Alcalá de Henares) con un reparto encabezado por Aitana Sánchez-Gijón.
Su nombre es Juana, pero no es una, son todas las Juana, todas aquellas cuyo nombre aparece repetido en la historia por haber hecho de su peripecia vital un legado para la posteridad. Juana son todas las mujeres adelantadas a su tiempo que fueron más allá de lo que les estaba predestinado en su época, que rompieron esquemas y actuaron de forma distinta a como se supone que debía de hacerlo una mujer. Ahora, la obra «Juana» explora los ciclos del mundo, la naturaleza salvaje y profunda de la mujer, y trata de poner en valor las voces de todas aquellas que, unidas por un mismo nombre, fueron condenadas desde su nacimiento solo por su condición femenina y que, a través de la piel, la voz y el rostro de Aitana Sánchez-Gijón, se preguntan constantemente si hay un destino femenino en la Tierra.
La Papisa Juana viste ropajes masculinos y fue lapidada por el gentío enfurecido por dar a luz en medio de una procesión. Juana de Arco triunfa en el campo de batalla y sufre el interrogatorio del inquisidor que la quema en la hoguera acusada de herejía. Tenía 19 años. Por su parte, Juana la Loca hunde sus manos en el corazón inerte de Felipe el Hermoso. Sor Juana Inés de la Cruz recalcaba el importantísimo papel de la mujer en el ciclo de la vida y Juana Doña visita el paredón en el que es fusilado su marido mientras pronuncia sus últimas palabras de amor. Este montaje es la última creación de la compañía Losdedae, con dirección artística y coreografía de Chevi Muraday, dramaturgia de Juan Carlos Rubio y la interpretación de Aitana Sánchez-Gijón, Chevi Muraday, Alberto Velasco, Carlos Beluga y Maximiliano Sanford.
El espectáculo «no es exactamente una mezcla de danza y teatro, sino que intento que convivan de forma orgánica el texto, la dramaturgia, el movimiento y la danza», afirma Muraday. «El eje central es la mujer, estas Juana que siempre me han conmovido. He querido investigar y aprender de ellas, esto nos ha llevado a la inflexión sobre cuál es el motor interno que las empujó a ser ellas mismas, la psique que las llevó a comportarse así y ser peldaños imprescindibles por los que han subido otras mujeres después. Todas tienen algo dentro de donde sacaron su fortaleza».
«La mujer contenedora»
Pero, ¿de dónde surge la idea? «Del personaje de Mari Gaila de “Divinas palabras” y de otros muchos, tanto históricos como teatrales, que tenían un destino ya escrito. No están todas porque hay cientos –prosigue el coreógrafo–, solo las cinco que más me han inquietado». El autor y director no ha deseado representar su historia porque ya está escrita, sino que ha pretendido hacer una propuesta que parte de la mujer actual. «He querido que todas las Juana transiten por un personaje creado que llamamos “la mujer contenedora”, es decir, una que ha ido asimilando parte de lo recibido de ellas. Juana de Arco, Juana La Loca, la Papisa Juana...todas ellas creo que siguen estando vivas como otras muchas de nuestro entorno, aunque no se llamen así. Siguen vigentes y sus voces atraviesan a esta mujer que se ha ido construyendo a partir de estas cinco y de muchísimas más que las han precedido, que han sido detonantes para romper con lo establecido. Sus voces salen a través de este personaje que interpreta Aitana Sánchez-Gijón, una mujer contemporánea», explica Muraday. Para él, el hecho de que la actriz no tenga formación en la danza «es secundario, su aportación como mujer madura es imprescindible. Lo que buscamos es un vehículo para que, a través del cuerpo, la comunicación llegue al espectador, conseguir que la intérprete encuentre su propio vocabulario corporal para desarrollar a los personajes y Aitana no se queda atrás por no ser bailarina, sino que el trabajo surge desde lo interno, por eso la danza no está tan desconectada de la interpretación», afirma.
Juan Carlos Rubio, aparte de ser el encargado de la dramaturgia, es el autor del texto junto a Marina Seresesky y Clarice Lispector, aunque también el guión incluye pequeños fragmentos de Alcuino de York, Shakespeare y otros autores que han tocado este tema. «Había bastante material y hubo que seleccionar, el filtro aplicado es el emocional, porque es danza y es movimiento del cuerpo, aún con textos y una actriz –comenta Rubio–. El resultado de la obra es una reflexión desde la emoción, un viaje con voces que pudiesen apoyar las emociones que esas distintas Juana pudieron tener en un momento de su vida». Para la dramaturgia, ha elegido una serie de símbolos y referencias, «porque toda la pieza está cargada de simbolismo». A esta «mujer contenedora» ha querido darle un componente animal, motivo por el que utiliza las pieles, o el óxido como metáfora de la permanencia y la erosión del paso del tiempo.
Para Rubio, «fueron personas que quisieron ser libres y entender sus vidas y sus sentimientos, que intentaron retomar ese camino salvaje del principio, un lugar natural para el ser humano en general y para la mujer cómo ese ser salvaje al que se ha intentado domesticar y adaptar y la sociedad las castigó. Las Juana comparten ese afán de libertad de ser ellas mismas, de no actuar al dictado de hombres o de otras mujeres». En definitiva, «Juana» es «un espectáculo puzzle dentro del que todas las piezas, escenografía, música, iluminación o vestuario, arropan esa poética, esa propuesta que Muraday hace desde las vísceras, como todo lo suyo», concluye.