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Directo a la autodestrucción

El Teatre Romea llega a la Verde de Canal con «Panorama desde el puente», de Arthur Miller; Eduard Fernández protagoniza una trama en la que la obsesión por su sobrina le tiene condenado.
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El Teatre Romea llega a la Verde de Canal con «Panorama desde el puente», de Arthur Miller; Eduard Fernández protagoniza una trama en la que la obsesión por su sobrina le tiene condenado.
La historia llegó a oídos de Arthur Miller (Nueva York, 1915) a finales de los años 40. Jim Longhi era su fuente: activista y abogado, luchaba contra los gánsters infiltrado en el sindicato de estibadores de Brooklyn, donde oyó un relato que le serviría al dramaturgo para un futuro. A su lado, su (todavía) amigo Elia Kazan. Juntos debían poner en marcha «The Hook». Sin embargo, el proyecto, pensado para la gran pantalla, no sólo no vería nunca la luz, sino que terminaría por dinamitar la dupla Miller-Kazan. Quién sabe si inspirado por la delación de la trama, el cineasta vendió a su compañero de faenas ante el Comité de Actividades Antiamericanas en plena Era McCarthy. «Miller es comunista», vino a decir la acusación, que sentenció la amistad y bifurcó «The Hook»: hacia «Panorama desde el puente», con Miller, y «La ley del silencio», de Kazan.
Respecto a lo sucedido, Eduard Fernández lo tiene claro: «Hay líneas rojas que no se deben pasar en ningún caso, pero se terminan cruzando. No se puede delatar a alguien cercano. Es sagrado». También es ésta la idea que mueve el montaje que ahora protagoniza. Fernández se convierte en Eddie Carbone, hijo de inmigrantes italianos, tosco, portuario y machista. «Es un buen hombre que hace lo que puede», define. Él es el principal de «Panorama desde el puente» –dirigido por el francés Georges Lavaudant–, un tipo confundido por encima de todo. Envuelto en una vorágine de la que no sabe salir y que le llevará a una autodestrucción anunciada desde el inicio.
Ambientado en el Brooklyn de mediados de los 50, en una sociedad descompue­sta, Eddie vive con su mujer mirando a Manhattan como el verdadero sueño americano. Diez años después del final de la IIGM, la inmigración ilegal es una realidad generalizada en Estados Unidos y algo muy presente en el matrimonio. Pero la verdadera obsesión del señor Carbone es su sobrina Catherine –Marina Salas–, adoptada por la pareja tras quedarse huérfana. «Mi personaje no se da cuenta de lo que ocurre y lo disimula con una sobreprotección excesiva», explica un Eduard Fernández que define la relación como «amorosa, pero no sexual». «No sabes bien qué pasa, pero que es algo raro, no hay duda», apunta Salas.
Trama griega
Si fuera por Eddie, Catherine estaría en una urna dentro de su casa. Pero no puede ser. Cumplidos los 18, la joven busca algo más, su primer trabajo, quiere hacerse mayor, volar de casa... Más a raíz de la aparición de sus primos, que terminarán de enloquecer al protagonista. La llegada de estos desencadena la tragedia griega. Nadie da respuesta a Eddie de lo que sucede. Se ve solo y decide cruzar los límites: «Se activa un mecanismo que nadie podrá parar. Eddie avanza corriendo con desesperación hacia aquello que lo destruirá», resume Lavaudant.

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