Don Juan vuelve a burlarse
Darío Facal abre temporada en el Español con el clásico del Siglo de Oro atribuido a Tirso y huyendo de dulcificaciones de la mítica figura
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Darío Facal abre temporada en el Español con el clásico del Siglo de Oro atribuido a Tirso y huyendo de dulcificaciones de la mítica figura
Sórdido, explícito, brutal, violento, oscuro, sacrílego... Adjetivos que emplea Darío Facal para definir el texto original de la obra que dirige en la sala principal del Español para estrenar temporada, «El burlador de Sevilla». «Cuanto más he profundizado en él durante estos meses más incómodo me resulta. Por eso la tradición posterior lo ha ido suavizando, a la vez que eludiendo ciertas cosas que en otras versiones se nombran, pero no se muestran sobre el escenario. Digamos que no era confortable para el público burgués de la época ni para el gusto de la aristocracia. A diferencia del Tenorio, aquí se narran poco las hazañas para que se vean mucho», cuenta. Y es que la puesta en escena de Facal busca olvidar dulcificaciones de cualquier tipo, no le interesa suavizar una historia de Don Juan que, a sus ojos, ya suficientemente descafeinada la hicieron Molière, Mozart o, más tarde, Zorrilla. Al dramaturgo le interesa, y le gusta, la acción de una «road movie» en la que se ve al protagonista de aquí para allá; Nápoles, viaje a España, naufragio en Tarragona, traslado a Sevilla, donde consumará hasta un asesinato, la salida a Dos Hermanas... Un personaje que, pese a tener poco de bueno, transforma su extremada sinvergonzonería en un atractivo sin límites.
w sin esconderse
Movimientos y caras de un individuo que no hacen más que abrir nuevas ventanas para un Facal que no se esconde. Busca mantener la brutalidad dentro de esa maravillosa provocación, ya tan suya. Pero «de la forma más poética posible», apostilla. Un hito en el que para el joven director ha estado el verdadero reto del espectáculo: «La violencia en el escenario siempre es difícil de representar y puede llegar a ser risible, con lo cual, hemos intentado encontrar ese difícil equilibrio entre hacer justicia al texto en todo aquello que cuenta y, al mismo tiempo, dar con un código o un lenguaje que sea honesto con lo que tú quieres ofrecer».
Objetivo en mente que, como era de esperar, lleva el sello, la marca, de Facal: el riesgo. «No lo asumo como tal, para mí lo único que pretendo hacer en todo este juego es ser fiel al texto e intentar que el espectador se enfrente con aquello que me emociona o me perturba o me conmueve cuando soy yo el que tiene el texto delante». Para ello, en «El burlador de Sevilla» se ha propuesto hacer de su carácter perturbador y conflictivo un arma «para que el público pueda participar con nosotros en esa risa oscura y alborotadora que atraviesa la obra en los momentos más negros, más terroríficos», que los hay a lo largo de la función.
Y, evidentemente, Facal no está solo en la obra. De hecho, el proyecto le viene de la mano de Juan Carlos Pérez de la Fuente, director del Teatro Español, quien le ofrece la obra para estrenar la temporada. Mitad reto, mitad regalo, en palabras de un dramaturgo que no duda en lanzar flores desde un principio a todos los suyos: «Hasta el momento los ensayos van de maravilla, no pueden ir mejor gracias a un gran elenco, al equipo técnico, a la gente del Español... Tengo el conjunto más maravilloso que se puede imaginar y los actores más entregados y comprometidos». Porque Darío Facal tiene muy claro que sus dos protagonistas, Álex García y Manuela Vellés, son «los dos mejores para este proyecto». A los que les sigue dedicando elogios: «Sé que van a hacer una interpretación memorable que se recordará, porque están haciendo un trabajo actoral increíble».
Y es que le sale sin querer esa otra faceta suya, la de «coach» de artistas. «Forma parte del trabajo –se defiende–; aquí tengo que centrarme en la dirección, pero por un lado estoy con la puesta en escena, por otro coordinando los equipos y por otro trabajando con los actores». En total trece intérpretes, pese a ser «un poco supersticioso»; ecuación que resuelve añadiendo a todo el equipo técnico al número, «porque esto es un arte grupal».
- Problemas filológicos
Con ese ofrecimiento de Pérez de la Fuente comenzó «la gran oportunidad» para un director que no se explica por qué se representa tan poco a pesar de ser uno de los textos más emblemáticos del Siglo de Oro. Ahí están sus problemas filológicos y de transmisión que han llegado hasta nuestros días. Tantos baches que ni siquiera la autoría de Tirso de Molina está clara. Dentro de esas dificultades, Facal encuentra un obstáculo en «un verso bastante complejo», que simplemente se transforma en «una oportunidad de enfrentarnos a él». ¿Cómo? Suavizándolo en la medida posible para hacerlo comprensible a día de hoy, «una actualización habitual del verso», explica. Un remozado necesario al igual que otras temáticas del original que ha potenciado «por el disfrute del espectador y para que el ritmo fuera atractivo.
Así se presenta un burlador que entre cámaras, música y otros efectos contemporaneiza el brutal texto del Siglo de Oro con el sello visionario de Facal.
Un texto con sello propio
Si en la shakesperiana «Sueño de una noche de verano» Darío Facal –en la imagen– sorprendió con las gafas 3D y en «Amistades peligrosas» con ese espíritu rockero, en la obra que estrena ahora en el Español lo hará introducendo su sello con la música en directo –de Álvaro Delgado y su grupo– con bases de electrónica y de jazz. Todo «para crear las sensaciones de la obra es esencial», dice el director. Además en el escenario se mezclarán los efectos visuales de Iván Mena Tonoco, en los que cámaras y pantallas actualizarán la versión del siglo XVII.
- Dónde: Teatro Español.
- Cuándo: del 1 de octubre al 29 de noviembre.
- Cuánto: de 5 a 22 euros.