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El dolor de entregar una vida

Esperanza Pedreño vuelve con «Coneja», una obra sobre la conciliación de la maternidad con la vida social y laboral.
larazon

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Esperanza Pedreño vuelve con «Coneja», una obra sobre la conciliación de la maternidad con la vida social y laboral.
Hay momentos en la vida en los que una persona desaparece entregada al cuidado de otros. «Quiero hacer una trilogía con esto, reivindicar a esa mujer que va desapareciendo mientras atiende a los demás», afirma Esperanza Pedreño (Cañizares en «Camera café»). El primer trabajo de esta «Trilogía de la desaparición» es «Coneja», sobre cómo una mujer desaparece a través del cuidado de los hijos, que estará a partir del día 10 en el Teatro Alfil. Después vendrán «Santo», sobre la vida postergada por una relación de pareja, y la tercera irá «sobre cómo una mujer desaparece en la fase del cuidado de los padres en la vejez». Y resalta: «Algo que no está valorado socialmente, pero que te duele la vida». En estos periodos, «las mujeres dejamos de mirarnos al espejo, no nos reconocemos y cuando terminan hay que volverse a reconstruir». Por eso, «vamos a reivindicarnos, a reírnos de nosotros mismos, a empatizar y hablar de esto con la gente, que no pasa nada, no te puedes dejar arrastrar por lo que te complica la vida», asegura.
«Coneja» no es un drama, explica Pedreño, «es un monólogo que sigue la técnica del “stand up comedy”, la comedia en vivo que rompe la cuarta pared, un trabajo con rebeldía, muy aproximado a vivencias personales con mucho sentido del humor, trabajado desde el bufón y el clown. Este formato me gusta porque te da la posibilidad de decir muchas cosas, es una técnica de escritura que tiene muchas voces introducidas en un texto que evita el discurso, y esto es interesante desde lo teatral», afirma. Escrita, dirigida e interpretada por ella misma, la pieza aborda la difícil conciliación entre la vida familiar, social y profesional cuando tienes un hijo, de cómo la maternidad, ya desde el embarazo, te cambia la vida . «Mi experiencia es que antes yo estaba más preocupada por mi profesión y mis cosas y después de ser madre me enfrento a mí, a la vida y al escenario de otra manera, más adulta, sabiendo que hay otras prioridades, y eso me permite ser más libre en el escenario».
«Trabajo con emociones duras, miedo, frustración, soledad... –prosigue–, pero no tanto desde el clown, que utiliza emociones positivas, sino desde el bufón, que apela al intelecto y utiliza la tristeza. Quiero desarrollar humor con estas emociones que a todos nos producen estas situaciones y cambios, intento sublimar el dolor, que podamos reírnos de estos temas tan serios, por eso hay ironía, rebeldía, payaseo, mucha bufonada y, también, mucho humor negro». Y apostilla. «Hay cómicos que se suben al escenario para hacer bromas sobre su madre, yo me subo a él como madre para reírme de mí misma», concluye.