Buscar Iniciar sesión

El segoviano que modeló Europa

La compañía Nao d´amores estrena en La Abadía su «más difícil todavía»: «Europa, que a sí misma se atormenta», una representación escénica de un discurso del médico y humanista español del siglo XVI Andrés Laguna.
larazon

Creada:

Última actualización:

La compañía Nao d´amores estrena en La Abadía su «más difícil todavía»: «Europa, que a sí misma se atormenta», una representación escénica de un discurso del médico y humanista español del siglo XVI Andrés Laguna.
Si ya de por sí resulta complicado recuperar en las tablas y hacer accesible para el público de hoy el teatro medieval y renacentista –esa es la principal actividad de esta formación que dirige Ana Zamora–, el hecho de partir de un material de aquella época cuya naturaleza no es estrictamente artística o teatral es sin duda rizar el rizo. «Europa Heautentimorumene», es decir, que míseramente a sí misma se atormenta y lamenta de su propia desgracia es el título original y completo de esta conferencia que el brillante humanista dio en la Universidad de Colonia en 1543 por encargo de quien era a la sazón rector de la misma, Adolf Eichholz. Con la unidad del cristianismo seriamente amenazada, en un clima de guerras políticas que recorrían toda Europa y que habían devenido en luchas religiosas, cuando no a la inversa, Andrés Laguna hacía aquí un llamamiento filosófico a la reconciliación, a la paz y a la concordia. Lo más sorprendente, y quizá lo más importante hoy para un posible lector o espectador, es que su disertación, escrita originalmente en latín, no se apoyaba solo en cuestiones religiosas, sino que además apelaba, como probablemente no se había hecho hasta entonces, a la idea de una cultura común que indefectiblemente hermanaba a todas las naciones del continente.
«Es verdad que él no era imparcial, y que estaba lógicamente del lado del emperador Carlos V –explica Ana Zamora–, pero, aun así, él busca una vía de reconciliación y, como es consciente de que esa idea de ''república unificada de cristiandad'' ha dejado ya de funcionar, encuentra en la cultura la justificación suficiente y necesaria para que los pueblos dejen de pegarse. En este sentido, es la primera vez que alguien se refiere a Europa no solo como un término geográfico o como un concepto de cristiandad, sino como una unidad de cultura. Lo que él dice es que hay que respetar las diferencias, pero sin dejar de ser conscientes también de lo que tenemos en común, y que son dos cosas muy importantes: la tradición religiosa judeocristiana y la tradición cultural grecorromana. Nadie hasta entonces había argumentado esa segunda idea en un estrado y de una manera tan clara».
Inquietud y desolación
Más allá de la importancia en el contenido de Europa, que a sí misma se atormenta, y a pesar de ser eminentemente una reflexión intelectual o política, el discurso de Andrés Laguna tiene también, en la forma, algunos guiños de teatralidad que han ayudado a la directora a la hora de crear con él un espectáculo netamente dramático. Por un lado, hay en la propia introducción al texto algo que hoy podríamos considerar casi una acotación para su representación; dice así: «Esta declamación lúgubre fue pronunciada en Colonia, en el célebre Gimnasio de las Artes, ante gran concurrencia de príncipes y hombres sabios, a la luz de negras antorchas y ajustándose al ceremonial de difuntos...». Se deduce, pues, que el humanista segoviano había tenido ya muy en cuenta la puesta en escena de su alegato, queriendo crear con esas «negras antorchas» una conveniente atmósfera de inquietud y desolación. Pero además hay, por otro lado, un curioso juego dramatúrgico en la propia estructura de la disertación, como explica Zamora, que hace que el orador se desdoble en dos personajes: «Él comienza siendo el propio Andrés Laguna, pero a partir de un momento se transmuta en Europa para contar en primera persona el estado lamentable al que ha llegado; hay un diálogo entre esos dos personajes que interpreta la misma persona, y es la propia Europa quien se duele de la terrible situación a la que le han conducido sus hijos peleándose entre ellos». Juan Messeguer es el actor encargado de asumir esa difícil papeleta interpretativa que tiene por objeto exponer de manera clara el pensamiento de Laguna y atrapar en todo momento la atención del espectador. “Hemos indagado mucho en los posibles puntos de teatralidad que pudiera haber en este tipo de discursos –explica Zamora– porque en esa ''lamentación lúgubre'', aunque sea tremendo lo que se cuenta, también hay momentos cómicos: Europa se ríe de sí misma y Andrés Laguna se ríe de Europa. Y era necesario para sustentar todo esto un actor de la altura de Juan Messeguer, que tiene una extraordinaria solvencia, con una escuela declamatoria muy bonita, y que posee además un fuerte compromiso cultural porque es también filólogo y tiene gusto por los textos y por su historia; de manera que tiene mucho que aportar. La verdad es que no podía encontrar una persona más indicada». Acompañando al actor, como es costumbre en los trabajos de Nao d´amores, la música, con dirección de Alicia Lázaro e interpretada en directo por Eva Jornet e Isabel Zamora, tendrá presencia en la función.