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Esteve Soler: «Es importante que se imponga la razón en Cataluña»

El Teatro Galileo pone en escena hasta el 8 de octubre su obra «Contra la democracia», que forma parte de la trilogía «Contra» del autor

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El Teatro Galileo pone en escena hasta el 8 de octubre su obra «Contra la democracia», que forma parte de la trilogía «Contra» del autor.

«¿Todavía hay alguien que crea que los ciudadanos gobernamos nuestra sociedad?», se pregunta el dramaturgo catalán Esteve Soler, autor de «Contra la democracia», que se representa en el Teatro Galileo hasta el 8 de octubre. Forma parte de una trilogía, junto a «Contra el progreso» y La que nos ocupa, traducida a 18 idiomas. «Contra la democracia» son «siete piezas de diez minutos que permiten una visión caleidoscópica de la realidad, siete perspectivas que ideológica o estéticamente son distintas entre sí con el fin de que el espectador saque su opinión», explica Soler. «Busca acercarse a palabras que hemos asumido como positivas, pero la contemporaneidad ha ido transformándolas y llevándolas a significados distintos. Entendí que ahí se generaba algo caricaturesco y humorístico y quise abórdalo porque en esa transformación, creo, hemos perdido humanidad».

–Pero la democracia existe...

–Creo que sí, aunque hay que buscarla. No «per se», no a primera vista, cuesta y es difícil, pero pueden darse distintos grados según los países. La democracia, como el amor, hay que lucharla día a día, si no, se va deformando. Cuando es saludable nos sustenta, da vida, nos permite ser nosotros mismos.

–¿Se ha pervertido el ideal democrático, está manipulado?

–Habría que ver cada situación. La raíz de la palabra lo explica: «Demos» y «Kratos», el poder del pueblo. Pero, ¿realmente gobierna el pueblo o el poder está en manos de otras personas? Esa respuesta es lo que pretende buscar la obra, hasta qué punto hemos perdido o no su control. Igual está en poderes que ni siquiera son los políticos.

–¿Se refiere al económico?

–Por ejemplo, pero es complejo y seguramente no sea solo ese, que sin duda, en su voluntad de consolidarse y prevalecer, ha pasado por encima de otras circunstancias y se ha impuesto a otros poderes.

–¿Es optimista con la política?

–Creo profundamente en la política y en la democracia y creo mucho en el diálogo y en los políticos. No estoy aburrido de ella. Es el arte de hacer mejor la vida de los ciudadanos y para esto faltan políticos vocacionales que trabajen honestamente con este fin.

–¿Se está deshumanizando el mundo?

–Eso es lo que busca reflejar esta trilogía, poner la lupa encima de la deshumanización progresiva que vivimos. Conceptualmente hemos perdido el valor de lo que es el progreso o la democracia y es importante recuperarlo, porque en esa pérdida de valores nos va la humanidad. Valores que habíamos asumido como perennes están en peligro.

–¿Qué importancia da al humor en su denuncia?

–Es completamente relevante. Las obras funcionan cuando hacen chocar dos géneros. En mi caso la comedia con el horror. Esto es lo que sorprende al espectador. Uno ríe y el vecino de butaca no entiende por qué y al rato es al contrario.

–¿Huye del aburrimiento?

–Es uno de mis adversarios. Si alguien se aburre le devuelvo el dinero. Cuando algo no me gusta me aburro una barbaridad, soy el primero que lo sufre, por eso es para mí muy importante. Hago siete piezas pequeñas de diez minutos solo con ese objetivo, que nadie se aburra.

–¿Qué espera del espectador?

–Una respuesta. El choque de géneros está hecho con la intención deliberada de generar un pensamiento crítico. Me sentiré satisfecho si a la salida veo a la gente hablando sobre la obra. Si se van sin hablar, he perdido como autor. La victoria es generar una discusión, eso es el teatro.

–Lo que está sucediendo en Cataluña, ¿le parece un engaño, es democrático?

–Pienso que en este momento necesitamos con urgencia –no de semanas ni de días, sino de minutos–, política y diálogo. Se ha perdido esto durante demasiado tiempo, años sin diálogo político, que necesitamos urgente y desesperadamente.

–Se ha ido demasiado lejos.

–Completamente. Nadie hubiese imaginado hace un tiempo que llegásemos a una situación así. Es importante que vuelva la calma y se imponga la razón, porque esto no lleva a ningún sitio.

–¿Hay tiempo?

–Todos los factores –y actores– han llegado a una situación no deseable. Nadie se siente cómodo y algún día dirán: «Nos equivocamos», todos. ¿Por qué esperar a las consecuencias? Abordémoslo ahora, no tardemos más, olvidemos egos e intereses particulares, encerrémonos en una habitación y demos soluciones ya o va a sufrir gente.

–¿Iría a votar?

–Ante la duda si votar o no, lo que haría es hablar. El problema ha pasado de ser político o democrático para ser social. No podemos permitir que todos estén sordos sin escuchar a nadie. Antes de cometer una barbaridad, hablemos, seamos personas, no repitamos horrores del pasado, seamos conscientes de lo que la historia nos dice, que hay referentes.

–¿Se atisban soluciones?

–El mundo es complejo para reducirlo a blanco o negro. El poder piensa que o formas parte de unos o de otros, o conmigo o contra mí, y no debe ser así. Es momento de reivindicar una fascinante gama de grises por las que luchar. El problema es cuando te ponen contra la espada y la pared y te obligan a una cosa u otra. Pues no, yo me niego.