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Hablar con Strindberg

Crítica de teatro / «A-creedores». Texto y dirección: Claudia Faci, a partir de «Acreedores», de August Strindberg. Reparto: Fernanda Orazi, Pablo Messiez, C. Faci. Luz: Carlos Marquerie. Sonido y música: Óscar Villegas. Producción ejecutiva: Paz Santa Cecilia. Vestuario: Soledad Seseña. Dramaturgia: Jaime Conde-Salazar. Teatro Pradillo. Madrid, 27-III-2015.
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No hace mucho, salí del teatro decepcionado –por no decir molesto– por la idea de diálogo con un texto clásico que proponía Blanca Portillo en «Don Juan Tenorio». Ante el supuesto machismo de Zorrilla, la directora reducía al ridículo a Don Juan, haciendo de él un pobre hombre, una medianía. Sin tocar una coma, se imponía a él. En un código y un lenguaje en las antípodas artísticas –aquello aún encajaba en lo que podríamos llamar teatro comercial o convencional–, ha llegado al Festival de Otoño a Primavera «A-Creedores», un interesante y por momentos fascinante espectáculo de Claudia Faci. Nada comparten en fondo ni en forma. Y desde luego menos aún la idea de reinterpretación de un texto antiguo desde una perspectiva de hoy. Faci viaja a una tragicomedia de Strindberg escrita en 1889 que, bajo la óptica actual, puede ofrecer los mismos problemas ético-sociales. La protagonista, Tekla, aparece como una mujerzuela. Un pequeño empujón y su matrimonio con Adolfo tiembla: ella es una mujer libre que no rinde cuentas. Un falso amigo con agenda oculta –es, en verdad, el ex marido– le propone a su esposo un juego-trampa de voyeurismo que acabará mal. Faci no comparte el mensaje, pero no impone una versión propia corregida, sino que apuesta por un verdadero diálogo, que empieza por no respetar al autor, troceado, pero deja libertad al espectador para tomar partido. Ella misma explicará cómo, deliberadamente, deja abierta la interpretación del conflicto en la escena final del autor. Desde la madurez y la sensibilidad, dialoga de tú a tú con otro tiempo sin abandonar el suyo.
En lo formal, Faci, bailarina, performer y actriz, plantea un escenario abierto con algunos enseres funcionales en el que el público asiste a una atrevida separación: la primera escena entera se desarrolla con diálogos grabados. Los actores –y un invitado sorpresa– componen mientras tanto un plano paralelo en el que narran su interpretación de los hechos con libertad corporal. La acción desprendida de la palabra resulta una alternativa tan poderosa como válida. No hay abstracción pura, pero sí una interpretación psicológica y posible. Es la parte más creativa y la más críptica: a quien no haya leído el texto de Strindberg quizá le cueste asimilar la historia. Luego, como si quisiera unir mundos y no cerrar la puerta a ningún espectador, Faci cambia de registro para entrar en un teatro más naturalista, con un diálogo tremendo en el que afloran los celos, la violencia que esconden las palabras cotidianas y la que se agazapa también en el lugar asumido para cada género. Y, al igual que lo había hecho en otro registro hasta este punto, también en este terreno de mayor lucimiento impresiona el trabajo de la propia Faci, maestra de ceremonias/narradora menuda y magnética, pero, sobre todo, del marido y la esposa de este montaje, Pablo Messiez y Fernanda Orazi. En Orazi se descubre a una especie de placa tectónica de sentimientos con entrega incuestionable. Para Messiez, normalmente director, la actuación no es un terreno nuevo pero sí menos habitual, y es una grata sorpresa descubrir en él a un actor creíble e intenso, agazapado tras una aparente timidez. Responde a (y ante) Orazi, y ambos cantan bien, temazos de Talking Heads, con una Orazi arrastrando la violencia del texto en un «Psycho Killer» de baile convulso, y otro de la Velvet Underground dulce, íntimo y pleno de sentido. Ayuda la guitarra empapada de rock sabio de Óscar Villegas.
En el tramo final, Faci invita al público a sumarse al escenario, a bailar, a compartir una bebida, a escuchar juntos música. Romper con el feísmo a veces imperante en ciertas tendencias es atrevido en sí mismo: la subversión puede ser cálida, amable, hacer que la gente disfrute de la vivencia teatral.

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