José Luis Gómez, palabra de «emperador»
El director, actor y académico recibe el Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro
Aparentemente, entre el teatro y la política podría establecerse la misma relación que entre la poesía y el mercado de valores. Pero los escenarios han estado siempre atentos al devenir de la sociedad, y eso es política, por no hablar de su vertiente ideológica, a veces propagandística; y que el juego de la política, por otro lado, tiene mucho de ceremonial, de engaño y de máscara. Y en ocasiones, ambos mundos se entrelazan de formas curiosas. Pongamos por caso la apertura del 38º Festival Internacional de Almagro. Desde hace ya quince años, el certamen manchego comienza con la entrega del Premio Corral de Comedias, que en esta 15ª edición ha recaído en José Luis Gómez, académico, director y actor de ida y vuelta, de España a Alemania, de donde trajo ideas teatrales renovadoras. «Siempre fui de aquí y estoy hecho de las palabras de aquí», dejó claro el onubense, que ha sido en escena Azaña, Juan Ramón Jiménez y el mono de Kafka. La suya ha sido una entrega a la palabra como algo que venerar y cuidar. «Si con este premio se reconocen estos hechos, todo mi ser se transforma en alguien que dice: gracias», aseguró.
Teatro, política, y viceversa
En ese homenaje a Gómez se dieron la mano los dos mundos no tan irreconciliables, la política y el teatro, ambos de estreno. Porque el acto era el primero para Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, nuevo en el cargo como lo son el de la Diputación de Ciudad Real, José Manuel Caballero, y el alcalde de Almagro, Daniel Reina, todos del PSOE. Con ellos, el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, y entre los asistentes, la directora general de Política e Industrias Culturales y del Libro, Teresa Lizaranzu, la del Inaem, Montserrat Iglesias, y otros altos cargos ministeriales. Hubo expectación y Prensa a la caza de declaraciones jugosas a la entrada y a la salida de la visita a la exposición dedicada a la obra del fallecido escenógrafo y director Andrea D’Odorico.
Ya en el Corral de Comedias, García-Page firmó ese extraño hermanamiento de política y teatro con un discurso improvisado –o, al menos, sin chuleta– en el que se definió como un «enamorado» del teatro desde «chiquillo»: tres años estuvo de joven representando «El lazarillo de Tormes», algo que, no sin humor, reconoció que no debería contar por las bromas obvias a que se presta el tema. No quiso dar el título de la primera obra en la que participó. ¿Si una era de pícaros, de qué sería la otra? «No se me ocurre mejor forma de comenzar un mandato que en Almagro», dijo el nuevo presidente castellano-manchego, que se comprometió a apoyar al festival hasta la edición 47ª al menos. ¿Le alcanzarán los mandatos? Por intención que no quede. El presidente de la Diputación lanzó otra promesa: mantener al menos, y si se puede incrementar, la dotación que dan al festival. Quede escrito.
Antes, Gómez fue glosado y coronado literalmente «emperador» de las palabras y de La Abadía. «Arquitecto de emociones», lo definió Lassalle; «me enseñó a carnalizar la palabra, a amarla y respetarla», explicó una emocionada Blanca Portillo; «no sé si José Luis es un cómico, un cómico de la lengua o un cómico de la legua, lo que sí sé es que se ve a la legua que es un gran cómico», «jugó del vocablo» el jurista, militar, traductor y compañero de Gómez en la RAE Miguel Sáenz; «tu casa es el teatro», resumió la directora del festival, Natalia Menéndez. El escritor y periodista Juan Cruz firmó la «laudatio» sobre un hombre que «tiene la fortuna de ser, de manera inmediata, los personajes que interpreta». Y, desde un videomontaje, Gómez escuchó las felicitaciones de un río de compañeros de profesión: Inma Nieto, Ernesto Arias, Álex Rigola, Lluís Pasqual, Eduardo Vasco, Helena Pimenta, Verónica Forqué, Mario Gas, Carlos Alfaro y más... hasta el filósofo Javier Gomá se unió a la celebración virtual.
El festival arrancó también con teatro: con un «Enrique VIII o la cisma de Inglaterra» calderoniano dirigido por Ignacio García y con Sergio Peris-Mencheta y Joaquín Notario en escena. Y, en la Plaza Mayor, un «Fuenteovejuna» popular, montado por 150 vecinos de la localidad cordobesa de Fuente Obejuna. Fiesta del teatro en todo su sentido, con la plaza hasta la bandera y una propuesta que, desde la modestia –no cabe compararla con la profesionalidad de otras compañías del certamen– dejó una sensación de dignidad y amor por los clásicos, con errores y fallos, sí, pero con una puesta en escena trabajada y un puñado de interpretaciones –un poderoso Comendador, Laurencia, Pascuala y Jacinta, el venerable alcalde– que pueden mirar a la cara a muchos actores que estas noches se verán por la localidad.
La crítica teatral, a examen
El festival acogió ayer la primera sesión de las III Jornadas de la Crítica Teatral organizadas por la Universidad de La Rioja, dos días de debate sobre un género del que, como señaló el moderador, José Gabriel López Antuñano, no hay apenas estudios ni compilaciones. Se expusieron temas como el papel del crítico en un panorama en el que las nuevas tecnologías, los blogs y los portales de teatro son una realidad, o la definición de la crítica y de las condiciones que debe reunir quien la ejerce. Estuvieron presentes los críticos de «El Periódico», C. López Rosell; «La Vanguardia», J. Barranco; RNE, D. Galindo; «El País», J. Vallejo; «Abc», J. I. García Garzón; «El Mundo», J. Villán; «La Gaceta», R. Lozánez, y quien estas líneas firma.