La otro cara de Szkandera
Matgosia Szkandera se inspira en la mítica expedición del aventurero para darle la vuelta a la historia en «Antártica» y centrarse en las mujeres que quedaron a la espera de acontecimientos
Matgosia Szkandera se inspira en la mítica expedición del aventurero para darle la vuelta a la historia en «Antártica» y centrarse en las mujeres que quedaron a la espera de acontecimientos
«Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito». Lo publicaba el «Times» en 1914 a instancias de Ernest Shackleton. Un éxito: 5.000 candidatos y a penas una veintena de elegidos. El explorador quería alcanzar el Polo Sur, atravesar el continente antártico por completo y volver como se pudiera. Se quedaron dos años atrapados en el hielo, rozando la tragedia y con todas las miserias del mundo, y, aun así, lo consiguió. Todos regresaron con vida –milagrosamente– y el nombre de Shackleton quedó para siempre en el «hall of fame» de los aventureros. Pero ¿qué fue de la gente que les esperaba en tierra? ¿Cómo vivieron esa angustia de no saber nada y temerse lo peor?
Hacia ellos ha mirado The Bag Lady Theater. Concretamente a a una que, «rodeada de algunos objetos, espera deviene también en un viaje. Su viaje. Más allá del Sur, hacia ese lugar ignoto y extremo que todas somos. Vamos. Marchemos con ella. Que todos vuestros susurros, anhelos y llantos, vuestros noches en vela, vuestra confianza y valor viajen con ella, como la helada ventisca que empuja su barco», presentan en «Antártica» (Teatro Galileo, del 8 al 11 de marzo), donde la actriz hispanopolaca Matgosia Szkandera dirige e interpreta a la protagonista. Un homenaje a las mujeres que en la espera quedaron para siempre enterradas en el hielo y a las que decidieron que la única derrota verdadera era la de no salir a explorar jamás: «Cae/ La pieza / Hay una prisión / en una mujer / en una prisión / hay un lugar / en una mujer».
Con ésta, su segunda pieza, la compañía trabaja de nuevo los límites entre el teatro de objetos y el físico. Sin palabras, por un camino «decididamente contemporáneo», explican: «Una partida de ajedrez. Un misterioso paquete. Un par de botas viejas. Un vestido blanco. La marcha hacia ese lugar en el fin del mundo. Un viaje contenido en cada uno de los objetos. Un viaje sin palabras. Unas coordenadas visuales... sonidos que vienen y van...».