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La última novela de Michel Faber

El escritor de «Bajo la piel» deja la narrativa para dedicarse a la poesía y al recuerdo de su esposa
larazon

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El escritor de «Bajo la piel» deja la narrativa para dedicarse a la poesía y al recuerdo de su esposa
Los escritores siempre hablan de encontrar una voz propia. El problema es que algunos, cuando la encuentran, no callan ni debajo de las piedras, y todos saben que una voz que no calla nunca se convierte en sólo el ja ja ja atonal y desagradable del loco, el ruido de la histeria. «La mayoría de autores escriben demasiados libros. No quiero sólo trabajar para acumular volúmenes, también quiero vivir», comenta Michel Faber, autor de «Bajo la piel» y «Pétalo carmesí, flor blanca», que asegura que con «El libro de las cosas nunca vistas» (Anagrama), su última novela, deja para siempre apartado el mundo de la ficción larga. «Lo sabía antes de empezar. He escrito obras lo suficiente diferentes entre sí para no tener que seguir sólo por inercia», comenta.
Pero uno no se puede despedir con un bostezo. Las despedidas o son a lo grande o no lo son, y con su última novela ha logrado crear la más personal, emotiva y arrebatadora historia de toda su vida. En ella nos presenta a Peter Leigh, un buen tipo, que viaja a Oasis, un lejano planeta, para evangelizar a las criaturas indígenes que allí viven, dejando atrás a Bea, su mujer. Obra sobre cómo superar la ausencia o cómo el amor nos hace más que humanos, la novela consigue mezclar profundidad psicológica, intimismo existencial, aventuras fantásticas y ciencia ficción imaginativa, lo que hace que se lea como seis historias en uno,como si el escritor no hubiese escrito una novela, sino dibujado una especie de estrella de David. «La novela busca encontrar qué es esencialmente lo que nos hace humanos y qué hemos de hacer al descubrirlo», señala el escritor.
Cuando Faber empezó a escribir la historia, su idea era hablar del amor entre dos personas que viven en una enorme distancia, pero algo cambió el devenir de la narración. Pocos meses después de empezar, su mujer era diagnosticada con un cáncer terminal. A partir de aquí, la distancia que quería describir quedó sin sentido y se hizo todavía mayor, como una modernización del mito de Orfeo y Eurídice. La novela se convirtió entonces en esa lira para dormir al terrrible cerbero y rescatarla del olvido de la muerte. ¿Una plegaria? No, porque Faber es ateo y cree que la carne no es más que polvo y podredumbre. ¿Una canción? Una letanía, una forma de hablar hasta la eternidad con su mujer. Lo que queda plasmado en palabras es de una emoción desarmante y abrumadora. «Cuando a la mujer que amas le diagnostican cáncer es como si viviéseis en dos planetas diferentes. ¿Y cómo se comunican entonces esas dos personas? La novela fue una forma de conseguirlo y mi mujer me instigó a que la acabara antes de que ella muriera. Al final lo conseguí y sé que eso fue importante para ella», dice Faber.
Por supuesto, este antiguo enfermero no abandonará por completo la escritura. De momento, ya ha finalizado un poemario dedicado a su mujer, a su enfermedad, su muerte y a cómo superar el duelo. «No sabíamos lo que iba a pasar, y siempre que hacíamos el amor decíamos que era la penúltima vez, no hablábamos de la última», dice. También prepara la reescritura de los cuentos que dejó escritos su esposa y una biografía de ella para que la lean en privado su familia.