Miguel Lago: «El cómico se autocensura para sobrevivir»
Miguel Lago / Cómico. Cada sábado por la noche llena el Teatro Reina Victoria con su espectáculo «Soy un miserable», en el que no deja títere con cabeza: Lago dispara contra todos, también en esta entrevista
Cada sábado por la noche llena el Teatro Reina Victoria con su espectáculo «Soy un miserable», en el que no deja títere con cabeza: Lago dispara contra todos, también en esta entrevista
¿Quién hay detrás de un hombre con apariencia de galán capaz de presentarse como un «miserable e hijo puta»? Sus zapatos brillan tanto como las sonrisas de sus fans. Provocador y prepotente durante el show, cuenta con el beneplácito de un público que abarrota cada sábado el Teatro Reina Victoria. Y que no para de reír. Miguel Lago no decidió dedicarse al humor, sino a la inversa. Empezó de manera desenfadada, pero confiesa que pronto se enganchó a «la droga del escenario».
–¿Cuánto tarda en preparar un monólogo?
–Demasiado. Ahora mismo estoy con mi nuevo show, de hora y media, a 9 o 10 meses vista. Existen técnicas para escribir un guión. Y luego está la brillantez con la que cada uno se enfrenta a un tema. Hay que tener ese puntito de artista. Las más recientes generaciones de cómicos utilizan mucho la técnica y les salen monólogos muy matemáticos y previsibles.
–¿Es fácil hacer reír sin reír?
–No lo veo complicado. Me parece de un ego exagerado que un humorista se ría de sus bromas y convierta el show en una fiesta privada. En el espectáculo los protagonistas son los espectadores, que son los que deben reírse en última y en primera instancia.
–¿Satisface?
–¡No te lo imaginas! Lo único que se aproxima a la felicidad que me dan mis hijos es el escenario.
–Traje impoluto. Corbata y pañuelo, pero ¿cuáles son los mejores atributos que le definen como persona?
–Trabajador, sincero, leal, honesto, buen amigo. Soy un tío cojonudo. Pero en el escenario me gusta retratar la miseria. Ahí soy más valiente y divertido, me desato.
–¿Puede el mejor humor nacer del dolor?
–La mejor comedia nace del dolor. Hacer comedia de la tragedia es maravilloso. Hay temas difíciles, como el cáncer. Pero se puede hacer comedia de la muerte o de la enfermedad. Tenemos la obligación de hacerla para relativizarlo todo.
–La sociedad está muy dolorida...
–El momento es propicio para la comedia. Más en España, donde las mayores obras de nuestra literatura son comedia. Desde «El Quijote» hasta las de Lope de Vega. A los españoles nos gusta reírnos porque hemos tenido una vida de mierda. Nos invadieron los franceses, estuvimos sometidos a la Inquisición, sufrimos una Guerra Civil, luego una dictadura y, lo último, una crisis económica. No tenemos más cojones que desarrollar el sentido del humor para no tirarnos por un puente.
–¿Prefiere que le llame hijo puta o miserable?
–Miserable, pero expresan la misma idea.
–Pero usted es una persona graciosa.
–Cuento chistes, hago bromas... Me gusta reírme, ver comedias, leer cosas graciosas... Soy fan de mis hijos. Los niños pequeños me hacen reír una barbaridad.
–¿Cuáles son sus temas favoritos para la comedia?
–El que más me divierte es la miseria del ser humano, los comportamientos ruines. Intento hacer comedia de cualquier tema. La clave es que el espectador sepa de lo que hablo.
–La crisis económica habrá sido un buen caldo de cultivo.
–Todo momento de crisis o de cambio es bueno para la comedia, porque genera situaciones nuevas e inexploradas. Y eso para un humorista es oro. A Pablo Iglesias hace unos años nadie le conocía. Aparece, genera una serie de crispaciones y ahí tenemos un caldo de cultivo para hacer comedia.
–No he escuchado nada de Pablo Iglesias...
–Los humoristas dividen entre buenos y malos. Los buenos siempre son los mismos. Y los malos, también. En España, el humorista generalmente ataca a la derecha. Al que ataca a la izquierda le tildan de facha. A mí me han llegado a llamar en una misma función facha y comunista. Se hacen pocas bromas de Pablo Iglesias porque se hacen pocas bromas de la izquierda, y deberían hacerse más. La comedia no tendría que ser sectaria. El humorista debe ser crítico con todo.
–Sobre todo con la corrupción.
–Sí, aunque es un tema que ya está demasiado trillado. Fui el primero en hablar de ella. Cuando empecé a referirme a Mario Conde no había estallado ni la Gürtel.
–Le tachan de prepotente y de polémico.
–Es que lo soy. Quiero que el que venga a verme se ría. Pero también intento provocar. Me gusta que unos salgan diciendo que soy cojonudo y, al lado, otros digan que soy un imbécil. No quiero ser un cómico «bienqueda».
–¿Hay que ser valientes en este mundillo?
–Sí. Tengo un punto de valentía, pero también de inconsciencia. Creo que no vale la pena ser uno más.
–¿No cree que los cómicos de hoy en día se autocensuran?
–El cómico se autocensura para sobrevivir, y eso es una lástima. Se evitan temas para poder trabajar. Terminan hablando de que sus novias les han dejado, y eso no aporta nada a la comedia.
–No está España para muchas bromas.
–España siempre está para bromas. Estoy preocupado como ciudadano por la situación de este país, pero me sigo riendo con ella porque no tenemos más remedio. Relativicemos. Hay que reírse porque si no estamos jodidos.
–¿Quién es el personaje del que más chicha se puede sacar?
–Hay muchos. Pablo Iglesias, Albert Rivera... están por descubrir. Acaban de entrar en escena como un elefante en una cacharrería. Van a dar satisfacciones a los humoristas por la frescura que aportan.
–¿De la amenaza independentista podríamos hacer humor?
–Si se consuma, veremos pateras de catalanes a través del Ebro intentando alcanzar las costas aragonesas. Sería un escenario apocalíptico, pero muy divertido.
–¡En menudo circo se ha convertido el Congreso!
–Es falso que ahora sea un reflejo de la sociedad. Nunca he oído decir a un político que el pueblo ha decidido que gobierne el otro. Me duele que de los 350 diputados, 335 se limiten a darle a un botón según su jefe diga sí o no. No hay actividad parlamentaria real. He estado en despachos de diputados en los que no había ni folios, porque no hacían falta. Es cierto que una parte de la política se ha convertido en un circo, en un show televisivo. Podemos ha entendido muy bien todo lo de internet y las redes sociales. El discurso de Patxi López durante la formación de las Cortes fue brillante, hablando de concordia, de entendimiento, de pactos, de dejar las ideologías...
El lector
Desayuna mientras lee la prensa, a lo que dedica prácticamente una hora diaria. Se nutre de la información para preparar sus espectáculos. Y luego forja su propia opinión. Más allá del sesgo político e ideológico de cada medio, no hay editorial que pase desapercibido para Miguel Lago.