Najwa Nimri, entre Las Vegas y Transilvania
Junto a Alba Flores, Anna Castillo y Kimberly Tell, la actriz se viste metafóricamente de vampiro para hablar del éxito y el poder en «Drac Pack», un proyecto que ha ideado y dirigido musicalmente e inspirado en el mítico Rat Pack liderado por Frank Sinatra.
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Junto a Alba Flores, Anna Castillo y Kimberly Tell, la actriz se viste metafóricamente de vampiro para hablar del éxito y el poder en «Drac Pack», un proyecto que ha ideado y dirigido musicalmente e inspirado en el mítico Rat Pack liderado por Frank Sinatra.
Las Vegas. Años 50. Humphrey Bogart, Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy David Jr., Peter Lawford y Joey Bishop, más otras como Shirley MacLaine, Lauren Bacall y Marilyn Monroe componen lo mejor entre lo mejor que se puede reunir encima de un escenario. Películas, conciertos y actos políticos ocupan una agenda que los enfrenta –en el buen sentido de la palabra– a presidentes del país, al público general y hasta a la mafia, con quien Sinatra guardaba buenos lazos. No había nadie por encima. Ellos eran poder. Verlos en directo rozaba el súmmum de las aspiraciones. Sus juergas pos «show», a la altura de su fama y abundancia. De ésas de «todo vale». Tras una de ellas, Bacall increparía al grupo: «Parecéis una maldita pandilla de ratas»; lo que terminaría siendo clave para bautizar al conjunto de estrellas como Rat Pack.
Por otro lado, una serie ochentera de animación afincada en Transilvania: «Drak Pack». Los monstruos del pasado forman una nueva generación destinada a acabar con la maldad que instauraron en otra época. Tres jovencitos forman el grupo, Franki, Aullidos y Drak Jr., descendientes de Frankenstein, el Hombre Lobo y Drácula –respectivamente– y cuyos poderes les permiten transformarse para luchar «frente a la perversidad», introducían los dibujos. Especialmente contra el diabólico Doctor Dred y sus secuaces: el Hombre Mosca, la Momia, la Mujer Vampiro... «Siempre contra la maldad», rezaba su lema.
Canalleo y poder
Ahí, entre un mundo y otro, se encuentra lo último que llega a la Gran Vía, «Drac Pack». Geográficamente más cerca de Transilvania, pero con los ojos puestos, estilísticamente, en aquellos 50 de canalleo y poder, aunque sin ocultar, dice Alba Flores, «que la obra tiene algo de eso, de convertirse en monstruo». Junto a ella, Anna Castillo, Kimberly Tell y Najwa Nimri completan el reparto de una función que imaginó esta última –con Emilio Tomé y Carlos Dorrego– hace casi cinco años, «en un momento bajo –comenta la ideóloga–. Carlos y yo salimos escaldados del proyecto anterior y nos parecía interesante hablar sobre el éxito, porque cuando alguien está bajo el foco suceden muchas cosas, algunas muy bonitas de contar. Aunque mi motor no ha sido jamás estar bajo el foco de atención. Me causa dolor y problemas y no es algo que me haga feliz. Lo único que consigues siendo alguien señalable es meterte en problemas y hoy, aún más, está muy guay pasar desapercibido».
Viaje musical
Entonces, ¿qué es? Ni teatro ni musical, responden. Otros apuesta por «un musical que no quiere ser musical» o «algo lejos del ‘‘big show’’ y sí próximo a lo teatral»; aunque el director de «Drac Pack», Fernando Soto, prefiere llamarlo «un viaje musical» y Lope García, productor, decir que «pone en valor un repertorio que quizá no sea tan conocido por el público joven». Periplo melódico, bajo la dirección de la propia Najwa Nimri, que es como oír los discos de tus padres o hermano mayor: «My Way», «Fly Me to The Moon», «Blue Moon», «Volare», «That’s Life», «Sway»...
Medio siglo de retroceso para llegar a unos años en los que «estos artistas comenzaron a ser un referente en el que se miraba la sociedad, como en los 70 fueron las estrellas del rock y ahora los futbolistas. Tiempo de la Guerra Fría y en el que pasaron muchas cosas, por lo que la decisión de enmarcarlo ahí no fue exclusivamente musical. Las mujeres empiezan a salir fumando, la publicidad gana terreno y los malos comienzan a imponerse», comenta Nimri. Mirar a los grandes para hablar de la parte trasera de su mundo y «reflexionar sobre la verdad y la mentira, sobre la ilusión y la realidad», completa.
Aun así, la trama no se para en ningún espacio, se limita a escoger la época porque –presentan– «qué más da Transilvania o Las Vegas, el mundo es un vampiro desde que empezamos a soñar y a desear». Ahí comienza el espectáculo, el Drácula particular del «show» (Najwa Nimri) es la estrella musical del momento, junto a sus dos colegas (Alba Flores y Anna Castillo), pero sabe que su tiempo ha llegado. Pese a ello, no podrá dejar los escenarios hasta encontrar un sucesor... Es cuando entra en escena una joven cantante (Kimberly Tell) que sólo necesita un nombre para triunfar. El protagonista ve en ella la continuidad y no duda en hacerla mito, aunque para eso tendrá que decidir si «vivir bajo la fría luz de los focos o vivir bajo la cálida luz del sol». Una elección que puede salir bien o mal: «Atrévete a soñar, aunque nada es gratis cuando se hace realidad», repiten como dogma de la función.
Todo ello sin géneros ni nombres. Ni siquiera referencias explícitas a sus modelos. Juego en el que encontrar rasgos de Dean Martin en Alba Flores, de Sammy David Jr. en Castillo, de Marilyn en Kimberly Tell y, por supuesto, de Sinatra en la lideresa Nimri. El destello de estas estrellas bañado con su reverso más tenebroso, que da cabida a la parte vampiresca: una Marilyn que sonríe hasta dejarse la vida o un Sammy Davis Jr. al que por su piel casi no le dejan entrar en su propio espectáculo. «Contamos la parte trasera del brillo. Le damos la vuelta al “glamour” de las estrellas. Canto aquí delante, pero me voy atrás y me fumo otro», explican.