Madrid
«Séneca»**: El espíritu de la contradicción
Autor: Antonio Gala. Director: Emilio Hernández. Intérpretes: Antonio Valero, Esther Ortega, Diego Garrido, Ignasi Vidal, Eva Rufo, Carmen Linares... Teatro Valle-Inclán. Madrid. Desde el 24 de marzo al 14 de mayo.
No se había representado prácticamente en el circuito comercial esta obra desde su estreno absoluto hace 30 años. Y hay que felicitar por este nuevo montaje al Centro Dramático Nacional y al Festival de Mérida, aunque solo sea por cuanto supone sacar de nuevo a la palestra a un autor fundamental de nuestra literatura y nuestro teatro como es Antonio Gala, al que últimamente parecíamos tener algo arrinconado –quizá también porque su delicado estado de salud le mantiene alejado de la exposición pública–. Sin embargo, no es del todo feliz la recuperación del autor en la medida en que el trabajo parece más encaminado a buscar un producto ligero que a plasmar con fidelidad dramática el rigor discursivo que Gala confería a su historia y a sus personajes. No quiere decir esto que la obra esté desvirtuada: la contradicción en el pensamiento y la vida del filósofo cordobés, su dificultad para conjugar la ética con la política, y su relación con Nerón y Agripina fundamentalmente porque el personaje de Petronio no funciona demasiado bien ni en el texto ni sobre el escenario- siguen ocupando el centro de la trama; pero la manera de exponer todos esos asuntos queda bastante dulcificada para que pueda «entretener» a un amplio sector del público y pueda funcionar en un escenario tan complicado y descomunal como es Mérida. Emilio Hernández, responsable de la versión y la dirección, ha introducido además algún personaje nuevo y ha incorporado otros textos y poemas –algunos del propio Gala– para justificar la musicalización de la obra y la presencia en el elenco de una cantante con gran tirón como es Carmen Linares, que da vida a Helvia, la «añadida» madre de Séneca. Junto a ella, en el papel de Petronio, Ignasi Vidal, siempre correcto cantando y actuando –a pesar de que la sonorización de su voz fue mala el día del estreno–, y Diego Garrido, algo gritón en la piel del joven Nerón, llevan casi todo el peso musical. Por su parte, Antonio Valero, en clave estrictamente dramática, asume el papel protagonista de Séneca con encomiable oficio y soltura, aunque algo contaminado por el espíritu afable que preside toda la función y que resta gravedad a los conflictos intelectuales y morales de su personaje. Sin embargo, son las actrices a la postre lo más destacado de un montaje en el que no parecían tener a priori una especial relevancia. Esther Ortega, con mucho más texto que sus compañeras, despliega un apabullante abanico de registros en su composición de la desmesurada Agripina; pero también deslumbran, aprovechando al máximo sus escasas oportunidades para intervenir en la acción, Eva Rufo como la fría Popea y la joven Carolina Yuste, seductora y enigmática en el papel de la esclava Acté.
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