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«Juego de Tronos»: Hacer historia inmerecidamente

Con nueve premios en la 70 edición de los Emmy y 47 estatuillas hasta la fecha se convierte en la producción más premiada de la historia

Peter Dinklage ganó un Emmy a Mejor actor de drama por la serie «Juego de Tronos». Foto: Reuters / Mario Anzuoni
Peter Dinklage ganó un Emmy a Mejor actor de drama por la serie «Juego de Tronos». Foto: Reuters / Mario Anzuonilarazon

Con nueve premios en la 70 edición de los Emmy, la serie de fantasía épica «Juego de Tronos» amplió hasta las 47 estatuillas su récord absoluto en estos galardones, en los que es la producción más premiada de la historia.

Se mire como se mire, «Juego de tronos» no es la mejor ficción dramática de la televisión. No lo fue en 2015 ni en 2016 a pesar de que ya triunfara en la categoría reina de los Emmy en ambos años; y desde luego no lo es hoy, decimos, después de que su séptima temporada demostrara ser una colección de episodios mayormente mediocres –ninguno de ellos, por cierto, vio la luz en 2018–. Pero en toda la historia de la televisión pocas otras series han generado fans tan fieles y acérrimos como la creada por Benioff y Weiss, y casi seguro que una parte de quienes reparten las estatuillas con forma de mujer alada se cuentan entre ellos. Sin duda, eso ayuda a explicar que ya sea la más premiada de la historia de los Emmy; y que, en la gala de la madrugada de ayer se impusiera en la categoría reina sobre «The americans», que merece desde ya ser recordada como una de las ficciones más insuficientemente valoradas por la Academia de la Televisión estadounidense de la historia. Eso es algo que el (merecidísimo) galardón al mejor actor dramático obtenido por Matthew Rhys ni por asomo remedia.

Una ceremonia anodina

La victoria de «Juego de tronos» está entre lo menos sorprendente de una ceremonia en la que en realidad sí hubo más de un imprevisto. No se esperaba que Claire Foy se impusiera sobre Elisabeth Moss o Sandra Oh, ni que Regina King acabara llevándose un Emmy que para muchos ya tenía el nombre “Laura Dern” impreso. ¿Y quién podía imaginar que «Atlanta», nominada en 16 categorías, acabaría la noche volviendo a casa de vacío? Su derrota, a la que sin duda ha contribuido su condición de obra inclasificable, volvió a dejar en evidencia lo ina-propiadas que a estas alturas resultan las categorías por las que se rigen los votantes.

Esas anquilosadas divisiones entre drama y comedia, en todo caso, están lejos de ser lo único inapropiado de la gala de la madrugada de ayer; toda ella lo fue. En la mayoría de sus momentos supuestamente cómicos, el chiste resultó ser que no había chiste; y los presentadores Colin Jost y Michael Che solo resultaron efectivos contagiando su desidia, como demuestra la falta de energía mostrada por la mayoría de discursos. En ese sentido, llama la atención que los ganadores usaran su tiempo frente al micro para cosas como agradecer el premio a su caballo y animar a las mujeres a usar retretes públicos pero no para hablar de la cantidad de asuntos feos –la mayoría con nombre propio: Kevin Spacey, Louis C.K., Matt Lauer, Les Moonves– que han azotado el seno de la industria televisiva desde la gala del pasado año. Quedó raro.

Al final, lo único que la gente recordará de la 70ª edición, si alguien se toma la molestia de recordarla, será la petición de mano en directo. Y, a ese respecto, resulta deliciosamente irónico que la única persona capaz de insuflar algo de energía a la gala sacándose un anillo del bolsillo fuera alguien (Glenn Weiss) que acababa de recibir un premio por organizar la entrega de los Oscar. Va a ser que, al menos en cuanto a sentido del espectáculo, sigue habiendo mucho que aprender de Hollywood. Dicho esto, enhorabuena a la feliz pareja.

Homenaje a Betty White, la mítica «chica de oro»

Pese a que la gala resultó más blanca que algunos de los estilismos que hicieron el paseíllo por la alfombra roja, no hay ceremonia en Hollywood que no incluya momentos para la historia. En la celebrada la madrugada del lunes al martes en el Microsoft Center de Los Ángeles hubo algunos para el recuerdo, como el homenaje a la nonagenaria Betty White, un mito viviente de la pequeña pantalla (por «Las chicas de oro») que no ha perdido un ápice de su sentido del humor y que provocó en varios momentos las risas de un patio de butacas que la recibió con un caluroso y largo aplauso. Además, fue muy comentado en redes el discurso de Michael Douglas para los perdedores de la noche y que dejó algunos consejos en forma de perla: «Que esa rabia os acompañe y alimente todo lo que hagáis de ahora en adelante».