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Tobe Hooper: Érase una vez un tipo con una motosierra

El director del clásico de culto «La matanza de Texas», una de las cintas de terror más importantes e influyentes del género, falleció ayer a los 74 años en California
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El director del clásico de culto «La matanza de Texas», una de las cintas de terror más importantes e influyentes del género, falleció ayer a los 74 años en California.
El director de cine de terror Tobe Hooper (fallecido ayer en California a los 74 años en circunstancias que aún no han sido aclaradas) siempre se le recordará por el asesino Leatherface (Cara de cuero), que descuartiza los cuerpos de los protagonistas de «La matanza de Texas» (1974) con una sierra mecánica. El impacto de este filme independiente de terror macabro fue tal que recaudó solo en Estados Unidos 30 millones de dólares y supuso un cambio radical en la concepción del cine de horror clásico, anclado en los mitos del terror de la Universal y de sus secuelas en color realizadas en los años 50 y 60 por la Hammer inglesa.
Cierto que no fue la primera película que incluía de forma descarnada escenas brutales de masacres y descuartizamientos con profusión de sangre y vísceras a tutiplén. Lo hicieron con anterioridad dos clásicos del cine basura de terror «slasher», «Blood Feast» (1963) y «2.000 maníacos» (1964), de H. Gordon Lewis, pero quien popularizó este tipo de cine independiente en el que se mostraban vísceras y carne desgarrada de forma explícita fue George A. Romero en «La noche de los muertos vivientes» (1968) y su secuela, «El regreso de los muertos vivientes» (1978), dos cumbres del cine «splatter»de zombis.
Paroxismo caníbal
Al horror y carnicerías gore de sus predecesores –que influyeron de forma decisiva en la moda del cine violento de los directores del Nuevo Cine Americano de Hollywood–, Tobe Hooper le añadió escenas de una crueldad próximas al paroxismo caníbal, con su forma descarnada de tratar los cuerpos humanos como si fueran reses, y un tono de gran guiñol con un asesino brutal enmascarado: el «slasher» descuartizador con un cuchillo, cubierto con una máscara grotesca, es la marca de este tipo de cine.
La primera muerte de la cinta, cuando Leatherface, uno de los hermanos Hardesty, ataca a Kirk con un mazo es el comienzo de una orgía de sangre y muerte hasta entonces nunca vistas. Esta brutal escena es el preludio de un ciclo de terror ciego que sigue cuando Pam entra en la casa buscando a su novio y Leatherface la cuelga de un gancho de carne mientras descuartiza con la sierra mecánica a su novio. El sadismo es el componente novedoso que imprime a este filme y sus imitadores un terror inusitado.
Este tipo de locura en forma de pesadilla daría pie al cine de horror gore de los años 80 de estudiantes que viajan a un paraje idílico y son atacados por un psicópata enmascarado, en «Scream» (1997) y toda las secuelas a partir de «Scary Movie» y «Sé lo que hicísteis el último verano». Pero nunca se habían visto escenas tan sádicas y violentas como las que filmó Tope Hooper en «La matanza de Texas» basado en hechos reales: los crímenes cometidos durante los 50 por el asesino en serie Ed Gein, que vivía en una granja de Wisconsin. En este mismo psicópata se inspiró Robert Bloch para su novela «Psicosis», que daría lugar al filme de Alfred Hitchcock, y que también influyó en la personificación del asesino en serie y caníbal Hannibal Lecter del thriller de terror de Thomas Harris «El silencio de los corderos» y para el psicópata Buffalo Bill en esta misma.
Hooper convierte a Ed Gein en Leatherface, un psicópata necrófilo que desenterraba a las viejas de sus tumbas para arrancarles la piel. El resto es pura imaginación de los novelistas y guionistas que fabularon estas macabras novelas y películas cuyo denominador común siempre es la violencia y el descuartizamiento de los cuerpos humanos.
Leatherface y su motosierra se hicieron tan populares que desde entonces son motivo de culto entre los fans de las películas de terror, junto a Norman Bates y su cuchillo en «Psicosis» (1960), Freddy y sus manos de cuchillas en «Pesadilla en Elm Street» (1984) y la máscara de hockey de Jason en «Viernes 13» (1980).
La carrera de Tobe Hooper fue discontinua y con más de giros imprevisibles que un thriller de terror. El golpe de gracia le vino con una oferta de Steven Spielberg para escribir el guión de «E.T. El extraterrestre» (1982); incluso le propuso que la dirigiera. Al mismo tiempo, Spielberg había escrito el guión de un filme de terror, «Poltergeist» (1982), y finalmente decidió que ésta la orquestara Tobe Hooper, ya que la «Director’s Guild of America» prohíbe que se dirijan dos filmes a la vez.
Junto a Spielberg
El éxito tuvo tanto que ver con la maestría de Tobe Hooper como por el ingenio de Steven Spielberg que de forma muy novedosa planteaba por primera vez la posesión infernal por espíritus malignos a través de los rayos catódicos de la televisión en la tradición de las casas poseídas por fantasmas. Unos ectoplasmas han capturada a la pequeña Carole Anne y la tienen retenida en otra dimensión. La familia Freelings requiere de los servicios de una parapsicóloga, la médium Taringa Barrons, en una genial interpretación de la actriz Zelda Rubinstein, que descubre la manera de entrar en esa otra dimensión y logra rescatar a Carol Anne de las garras de la entidad demoníaca. Para la historia del cine ha quedado la famosa frase de Taringa aconsejando a la niña: «¡Carol Anne, corre hacia la luz!»
Dos curiosidades marcan este título fundamental de los años 80, por un lado, es evidente la mano de Steven Spielberg en la película, especialmente, los efectos especiales y el juego con los electrodomésticos y los pequeños detalles de los fenómenos que suceden en la casa de los Freelings. Por otro lo que dicen algunos de los actores, en especial el protagonista, Craig T. Nelson, de que Tobe Hooper dirigió sin interferencias el filme y otros, en especial el músico John Williams, de que el rodaje era supervisado por Spielberg diariamente, aunque él lo ha negado siempre. La segunda curiosidad es la fama de gafe del filme. La llaman la «maldición de «Poltergeist». El asesinato de Dominique Dunne, la hermana de Carol Anne en el filme, la muerte inopinada a temprana edad de Heather O’Rourke, Carol Anne, y las declaraciones de JoBeth Williams, la madre de Carol Anne, en contra de la película por utilizar esqueletos humanos para la famosa escena de la piscina redondearon su fama, a juego con la posesión demoníaca.