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«Toda novela que describa la realidad resulta incómoda»

Reproducimos la entrevista con Sergio Ramírez publicada el pasado mes de octubre con motivo de la publicación de su novela, «Ya nadie llora por mí»
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Sergio Ramírez (1942) se sumó a la revolución sandinista que derrocó la dictadura de Somoza en 1979. Años después se convirtió en vicepresidente de Nicaragua (1984-1990). Su aventura sandinista acabó en desencanto hasta el punto de que Ramírez es hoy uno de los críticos más acérrimos del presidente Daniel Ortega. También hay mucho desencanto en el protagonista de «Ya nadie llora por mí» (Alfaguara), su nueva novela protagonizada por el inspector Dolores Morales, un ex guerrillero atrapado en las cloacas del poder durante la investigación de un caso.
–No se prodiga usted como autor de novelas policíacas. ¿Qué le aporta este género literario?
–La novela negra no es mi especialidad, yo me considero un novelista de la realidad. Para mí, la novela negra o policíaca es un instrumento para entrar en la realidad quitándole cualquier arista melodramática. Ver la realidad desde los ojos de un investigador que fue un guerrillero humilde me permite abrir más callejones hacia las distintas vías que tiene la realidad y ver lo que ocurre en la Nicaragua de hoy.
–¿Es la novela policíaca el mejor artefacto para describir el lado oscuro de las sociedades latinoamericanas?
–A mí me parece que sí, por eso la uso. La novela policíaca clásica puede parecer un divertimento; en ella el mundo aparece reproducido en la mente del investigador, que muy poco tiene que ver con las referencias de la realidad. Cuando la realidad es normal y el detective sabe que el médico, el juez y los fiscales son honestos, todo fluye hacia el caso mismo, pero cuando la realidad es irreal, detrás del caso aparece lo oscuro y un país sumido en la corrupción.
–¿Y cómo es la Nicaragua de hoy y su capital?
–Managua es hoy otra cosa, tiene unas imposturas de sociedad moderna, pero sigue siendo la misma gran ciudad rural de inmigrantes pobres. La ciudad se adorna hacia arriba pero todas las inversiones hacia abajo nunca se hacen porque no tiene rédito electoral. En la novela anterior protagonizada por Morales había gobiernos neoconservadores o neoliberales y hoy tenemos un gobierno socialista, patriarcal y matriarcal.
–¿Vivió como un fracaso la vuelta al poder de Daniel Ortega y la elección de su esposa como vicepresidenta del país?
–Dicen que Hegel afirmó que la historia se repite primero como tragedia y después como comedia. Lo que tenemos en Nicaragua es un poder matrimonial, decidido a quedarse, y eso elimina toda posibilidad de alternativa democrática. Además, eso implica una concentración de poder que a su vez conlleva corrupción. A esto es a lo que el inspector Morales se enfrenta, a una sociedad en la que los nuevos ricos exhiben su riqueza mientras él queda atrapado en esta maraña.
–¿Es una novela incómoda para las élites nicaragüenses?
–Toda novela que describa la realidad se vuelve incómoda. Una novela nunca debe ser un alegato político, sino una descripción de cómo el escritor ve las cosas desde una perspectiva crítica. Lo que sucede es que Nicaragua está escondida detrás de la pantalla de Venezuela. Nadie habla de Nicaragua porque todo el mundo habla de Venezuela.
–¿Quizá porque no es estratégico ni tiene el petróleo venezolano?
–Además de eso es por el tipo de retórica. La retórica de Ortega también es revolucionara, antiimperialista y combativa. Pero detrás de esta fachada existe un entendimiento del Gobierno con los grandes empresarios y un arreglo con el FMI para que la macroeconomía no se desbande. La Asamblea Nacional acaba de abolir una ley que obligaba a los inversionistas a presentar estudios de factibilidad medioambiental. Esto es neoliberalismo puro.
–¿Nicaragua imitando el modelo de China?
–Exactamente. Esto es neoliberalismo o neoconservadurismo. En Venezuela hay una pugna cerrada en contra de las industrias y los capitales, que han cerrado las fábricas. En Nicaragua es al revés. Ortega busca sobre todo atraer las industrias textiles. Hoy día los parámetros económicos son más importantes que los parámetros democráticos. Sin embargo, esto comienza a irritar un tanto a los círculos de poder en Estados Unidos dada la dependencia que Nicaragua tiene con este país. De hecho, el Congreso estadounidense ha aprobado un acta con el que va a castigar a Daniel Ortega por la falta de transparencia democrática de su Gobierno.
–¿Cuál es el gran enemigo de la democracia?
–El gran enemigo de la democracia viene a ser la corrupción. Y los gobiernos de izquierdas no se muestran invulnerables al dinero fácil. Ahí tenemos al vicepresidente de Ecuador a punto de ir a la cárcel.
–El inspector Morales es como un Pepito Grillo de la sociedad. ¿Asume muchos riesgos?
–Un inspector de policía en la novela latinoamericana no es una simple herramienta de investigación sino que es alguien que corre riesgos y se asoma al aparato corrupto. El caso más connotado quizá es el de México, donde los narcos se han apoderado del Estado, le han quitado el monopolio de la fuerza y están en disputa con el Gobierno. La policía federal y las municipales han sido compradas por el narco. Es un estado en riesgo, así que también está en riesgo quien lo investiga, como sucede con los periodistas.