Un buen espectáculo para cuatro gatos

Segundo título en el Teatro de la Zarzuela que se presenta en pleno conflicto por su unión al Teatro Real. Había programadas 12 funciones con el aforo vendido en un 90 por ciento y, en principio, solo se representará dos veces. Todos los intérpretes cobrarán las diez funciones canceladas, la producción habrá tenido un coste y se pierde toda la taquilla. No afectará a la caja del teatro, porque no es unidad de ingresos y gastos propios, pero afecta al Estado, es decir a todos nosotros por partida doble: por el dinero quemado y porque la gran mayoría no podrá ver un buen espectáculo. Todo por tres cabezonerías: Teatro Real, Ministerio de Cultura y los sindicatos. ¿Dónde está el sentido común? Y , si entre los tres no son capaces de hallar una solución, sométanse cuanto antes a un arbitraje.Empezó el espectáculo con la lectura de un manifiesto por parte de los trabajadores del teatro, dando las gracias por el apoyo recibido y pidiendo disculpas por los perjuicios causados. Fue largamente ovacionado. Luego llegó el mar, protagonista de esta zarzuela, aunque solo aparezca en proyecciones sobre el telón. Gas, Frigerio y Squarciapino han entendido la obra y es que Gas lleva mucho tiempo con ella, no en vano su padre fue Simpson en su estreno. Aciertan a dar su propia importancia a los diálogos y al canto, con lo que ofrecen teatro. Buena parte de ello radica en la encomiable labor del reparto secundario, que muestra algo muy propio del género y que precisa cantera. El Real habrá de tenerlo en cuenta. Un solo decorado de tres paredes resuelve todo, salvo la proyección que soluciona la escena del naufragio. Marina Monzó no ha cumplido aún 25 años y ello se deja sentir en cierta falta de desenvoltura escénica y en los diálogos, pero la voz es bella y proyecta. Cantó muy bien «En un país de fábula». Javier Franco resultó un buen Juan Eguía y se reservó para echar el resto y bordar su gran escena del tercer acto. No lo tenía fácil Alejandro del Cerro ya que el «No puede ser» ha sido piedra de toque de todos los grandes. Resolvió con entrega a pesar de que sus notas finales requieran una voz con más cuerpo. Impecable en el resto de su parte. Amoretti aportó su experiencia, además de su timbre de auténtico bajo y gustó mucho en «La luna es blanca». Caballé-Domenech supo concertar de forma que orquesta y coro fuesen personajes más, sin protagonismos excesivos. Todos fueron muy ovacionados. El día 17 se presentará la próxima temporada, que se abrirá espectacularmente con una «Katiuska» en las voces de Ainhoa Arteta, Jorge de León y Carlos Álvarez, retransmitida hasta en Latinoamérica. Hay morbo: ¿Quién acudirá a esa presentación? ¿Se admitirán preguntas?