Una «Pasión» a falta de remate y definición
«Pasión según San Mateo», de Bach. S. Schwartz, P. Murrihy, S. Boden, M. Schade, C. Immler, N. Davies. Escolanía del Monasterio de El Escorial. Orquesta y Coro Nacionales. Da. Afkham. Auditorio Nacional, Madrid, 9-II-2018.
David Afkham, titular actual de la Orquesta y Coro Nacionales, ha recuperado la «Pasión según San Mateo» de Bach. El director alemán se sitúa en lo que podríamos calificar de terreno intermedio entre los grandes y retóricos fastos neorrománticos y lo que se supone eran los planteamientos de la tradición barroca. Ha de madurar su concepto, ahora un poco en tierra de nadie, y darle su propia personalidad.
Dos orquestas reducidas, de unos 25 miembros, positivo incluido, y dos coros, de 40 cada uno, constituían los efectivos. No pudo establecerse el equilibrio adecuado de planos, cuando además no siempre la rectoría acertó a establecer las gradaciones dinámicas idóneas. Las huestes que prepara generalmente con fortuna Miguel Ángel Cañamero, no tuvieron su mejor día. El doble coro inicial, por ejemplo, anduvo falto de empaste. Sonó muy rudo, nada templado, poco claro y apelmazado. Naturalmente, hubo instantes positivos, como el de la colaboración con soprano y mezzo en el «nº 27», con entradas precisas y justas; o el del bien acentuado Coro inmediato, «27 B», «Sind Blitze»; o el Coral «Wenn ich einmal scheiden», «nº 62», que sonó delicado y entonado. Nos extrañó la falta de tacto del director en una perita en dulce como es el Coral «O Haupt voll Blut und Wunden» («¡Oh, cabeza llena de sangre y heridas!»), «nº 54», que pide una mayor unción y finura, un manejo más sutil de los pianos.
Hubo momentos de altura instrumental, como el acompañamiento en el aria de la mezzo «Buss und Reu», «nº 6», o las intervenciones solistas en el aria de soprano «Aus Liebe», «nº 49», con un magnífico Díaz como traverso. De los solistas destacó el barítono Immler, de noble metal, homogéneo, de emisión franca, de fraseo cálido, que hizo un Jesús de altura. El tenor Schade, de emisión nasal, mostró línea, pero también estrecha proyección, con excesivo empleo del falsete. Expresiva la mezzo Murrihy, de escaso volumen y débiles graves. La soprano Schwartz cantó musicalmente con una voz frágil, con acentuado «vibrato stretto». El bajo Davies, evidenció empaque y sonoridades pasajeramente espurias. Poca cosa el tenor de las arias, Boden, de pequeño volumen, descolorido y ligero. Estupendos los niños de la Escolanía. Fahmi Alqhai, que vino como refuerzo, mostró el bello sonido de su viola de gamba y su limpieza ejecutora, aunque en el aria del tenor «Geduld! Geduld!», «nº 35», le faltara una acentuación más dramática. Estupendo en el continuo el chelo solista Miguel Jiménez. Buen tono general de los integrantes del coro que dieron voz a los secundarios. Pedro Chamizo se encargó del diseño de luces, a nuestro juicio innecesario cuando el drama llega a través del pentagrama.