Vargas Llosa, de la «vergüenza» europea al precio de la Preysler
«Si salir en las revistas del corazón es el precio que tengo que pagar por estar con la mujer de la que estoy enamorado, lo pago», ha dicho el escritor
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«Quisiéramos que el mundo fuera como en las novelas, donde, si están bien narradas, hasta lo feo parece bello». Lo firma Mario Vargas Llosa y, para desgracia suya, la vida no deja ser nunca realidad. Ya le gustaría al premio Nobel que la inmigración estuviera almacenada en no más de seiscientas o setecientas páginas adornadas con una cubierta llamativa y unas ilustraciones de diez, pero no. Está ahí, en primer plano y con Europa pactando la salida de refugiados a marchas forzadas y olvidándose de su pasado. «Una vergüenza».
Así lo calificaba el autor en un desayuno organizado por «Vanity Fair». «El acuerdo es un auténtico baldón para Europa y hay que combatirlo con energía y convicción. no es posible que se cierren puertas y se levanten alambradas a personas que huyen del horror y que al venir a este continente rinden homenaje a la cultura de la libertad», apuntaba.
Entre todo el borrón, el –últimamente– ubicuo Vargas Llosa arrojaba un poco de luz al citar a Angela Merkel: «Un ejemplo y a quien hay que rendir homenaje es a ella, que está haciendo un esfuerzo extraordinario para que los refugiados encuentran hospitalidad y trabajo a pesar de que pierda las elecciones por los nuevos brotes de xenofobia».
¿Qué hubiera sido de México, Argentina o Venezuela sin la llegada de los españoles en la posguerra?, se pregunta para acercar la actual situación a España. «Allí encontraron hospitalidad y trabajo, pero además fue muy enriquecedor para el país receptor. El exilio español enriqueció la cultura y la economía. Ahora Tenemos una obligación muy especial con ese pasado para tender la mano».
Por otro lado, también quiso ahondar en la política nacional y rápidamente dijo comprender, en cierto modo, una crisis política causada por la corrupción. Y por esos partidos que se formaron durante la Transición. Época que, sin embargo, invita a no olvidar, sobre todo los más jóvenes: «Está siendo injustamente criticada, pero fue un hecho fuera de lo común y un ejemplo para el resto del mundo, en especial en Suramérica, donde ayudó mucho a salir de dictaduras militares. Es importante que los desencantados no la olviden».
En la misma línea, también quiso entrar en los guiños que Podemos hace a un régimen bolivariano como el de Maduro y habló de ellos con «tristeza». «Que profesores universitarios quieran volver a traer a España un horror como el de Venezuela, donde la gente está muriendo de hambre literalmente, no cabe en la cabeza y demuestra que la mayor ceguera es la ideológica. Hay que impedir que España se parezca».
Palabras que pulió al asegurar que es una postura que no comparten todos los votantes que, sin embargo, «votan por indignación ante la corrupción y los escándalos, situándose a las antípodas de ese poder». En su repaso a la actualidad, Vargas Llosa también tuvo tiempo para hablar de EE UU y, más concretamente del republicano Donald Trump, de quien aseguró que no llegará nunca a la Casa Blanca «por las fuertes raíces democráticas que harán de Clinton la próxima presidenta», pero que el daño ya lo está haciendo, como demuestra la subida de la xenofobia. «No hay sociedad que esté vacunada contra el populismo, y Trump está apelando a los bajos instintos. La xenofobia es una forma muy primitiva de transmitir las responsabilidades que no queremos asumir y detrás de eso están los grandes crímenes históricos. Si un país tan culto como Alemania fue capaz de creer a un demagogo demente como Hitler, es normal que en Estados Unidos surja un Trump», completaba.
Para cerrar, no podía faltar la pregunta rosa de la jornada, tan de la mano del escritor en los últimos tiempos y de la que no quiso escabullirse. Respecto a su actual momento personal –más allá de entrar a analizar su carrera, para eso ya está el «tiempo y las nuevas generaciones»– instó a que si alguien conoce la receta para escapar de la prensa «chismográfica» que se la dé porque le quitan «mucho tiempo», el cual emplearía en escuchar música, ver cine o en estar con los amigos.
Vargas Llosa: "Si la prensa es el precio a pagar por estar con la mujer que amo, lo pago". https://t.co/M954jlF2qH pic.twitter.com/ZieJnfZEX7
Y respecto a su pareja, Isabel Preysler fue tajante: «si este es el precio que tengo que pagar por estar con la mujer de la que estoy enamorado, lo pago. Con resignación, no con entusiasmo».