Buscar Iniciar sesión

La Cancillería alemana abre sus puertas y se convierte en un parque temático

Creada:

Última actualización:

La Cancillería alemana se convirtió este sábado, en su jornada de puertas abiertas, en un enorme parque de atracciones del poder, al que decenas de miles de curiosos se acercaron para fotografiarse en el estrado donde comparecen los líderes mundiales o fisgar en el helicóptero de Angela Merkel.
Desde las 10.00 hora local (08.00 GMT) y animada por unas temperaturas veraniegas que han alcanzado los 24 grados, una marea humana ha pululado sin prisas, desordenadamente, como si se encontrase en un museo, por entre las estancias abiertas de par en par y los cuidados jardines de la sede de la jefatura del Gobierno alemán.
"Venimos en parte a ver qué se hace con el dinero de nuestros impuestos", asegura a Efe con una sonrisa Dieter Pinske, de Osnabrück (noroeste de Alemania).
Pinske, que ha hecho coincidir este año su habitual semana de vacaciones en Berlín con la jornada de puertas abiertas tras la recomendación de un amigo, ha tenido que hacer una cola de unos 30 minutos, con centenares de personas por delante, pese a llegar media hora antes de la apertura.
Sin embargo, el interior de la Cancillería ofrece a los visitantes principalmente anécdotas cargadas de glamour y notas de la pompa y circunstancia que rodean su protocolo, destellos que alimentan la erótica del poder, y apenas ninguna clave de cómo se cocina, entre sus cuatro paredes, el rumbo de Alemania y Europa.
Muchos visitantes -con un inefable aire de turistas- se concentraban en la planta baja, donde en una serie de vitrinas se exponían algunos de los regalos más llamativos que los distintos cancilleres alemanes han recibido en las últimas décadas.
Entre ellas destacaban una concha gigante llena de perlas entregada por el emir de Catar o el busto de oro de una mujer jirafa que llevó hasta Berlín el presidente nigeriano Abdulsalami Alhaji Abubakar.
"Ya me podrían regalar eso a mí", le comentaba con ironía una adolescente a otra mientras contemplaban el magnífico collar que le regaló a Merkel en 2008 el presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedov.
Un poco más allá, frente a la emotiva imagen del excanciller Helmut Kohl de la mano del expresidente francés François Mitterrand, en 1984, honrando en Verdún a las víctimas de la I Guerra Mundial, una mujer apenas podía contenerse y preguntaba en alto: "¿Era Mitterrand de verdad tan bajito?".
El artista español Eduardo Chillida, que creo la única obra del jardín delantero de la Cancillería, tenía también su pequeño rincón de homenaje en esta planta, con dos fotografías suyas de gran tamaño.
Fuera, un tropel nunca visto de pantalones cortos y chancletas pisoteaba la alfombra roja sobre la que la canciller Merkel recibe con honores militares a los jefes de Estado y Gobierno que acuden de visita a Berlín.
Si en esos actos una banda militar interpreta los himnos nacionales de ambos países, hoy, sobre un pequeño escenario, los músicos de uniforme se decantaban por amenizar a los visitantes con piezas folclóricas y populares.
A ambos lados de la alfombra roja, una docena de paneles recordaba con grandes fotografías algunos de los líderes que han pasado por Cancillería en los últimos años, entre los que se encontraban el rey de España, Juan Carlos I; el jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy; y el presidente de Perú, Ollanta Humala.
Un corrillo eminentemente masculino observaba una de las limusinas de la canciller -un Audi S8 negro de cristales tintados con matrícula "02"- y tres de las motos BMW de la escolta de gala.
En el jardín posterior, por el que en alguna ocasión los líderes mundiales pasean con la canciller, los visitantes podían echar un breve vistazo al interior del helicóptero "Super Puma"a disposición permanente de la jefa del Ejecutivo.
La decimoquinta edición de la jornada de puertas abiertas del Gobierno alemán, que también ofrece la posibilidad de visitar los principales ministerios, espera cosechar entre hoy y mañana unas 125.000 visitas, una cifra similar a la del año pasado.