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Vicente Aleixandre: Velintonia se abandona, el archivo del poeta se protege

La ruinosa vivienda del Nobel de Literatura, en venta desde 1996 y por la que se piden cinco millones de euros, no halla comprador y las instituciones se desentienden de ella. Mientras, se están dando los primeros pasos para declarar el legado del poeta Bien de Interés Cultural
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La ruinosa vivienda del Nobel de Literatura, en venta desde 1996 y por la que se piden cinco millones de euros, no halla comprador y las instituciones se desentienden de ella. Mientras, se están dando los primeros pasos para declarar el legado del poeta Bien de Interés Cultural.
«Al fondo, la azulada masa de la Sierra, casi vaporosa bajo un cielo de luces increíbles. Delante, las largas tierras de la Moncloa, apenas movidas, llanas, todavía precisas hasta el confín», escribe Vicente Aleixandre en uno de los encuentros que dedica a Luis Cernuda cuando visita por vez primera su hogar en octubre de 1928. La casa de la familia del poeta se levantaba en el número 3 de una calle tranquila y alejada del bullicio en la que se sucedían los chalets. Éste es de tres plantas y cuenta con un pequeño jardín. Un total de 600 metros construidos sobre una finca de 750. La calle se llama Wellingtonia, nombre de una especie de árbol gigante, de una secuoya propia de la Sierra Nevada californiana. Con el tiempo el escritor quiso castellanizar el nombre y de Welingtonia pasó a denominarla Velintonia. Tal fue su uso tanto por él como por la pléyade de escritores que se arracimaban a su alrededor en aquella casa de la cultura, el hogar de la poesía, que el término acabó por hacerse un hueco en la edición del Diccionario de la RAE de 1970. La vía hoy ya no se llama así, aunque el mundo de las letras la siga recordando como tal. El Ayuntamiento propuso que llevara el nombre de Aleixandre, aunque él se mostró en todo momento reacio; sin embargo, nada pudo hacer. Una placa lo dice. Junto a ella unos azulejos que componen un cuadrado y donde quizá se avise de que vivió allí el autor de «Espadas como labios», pues faltan la mayoría de las piezas y es imposible leerlo. De uno de los balcones de la vivienda cuelga desde hace más de veinte años un cartel con un escueto «Se vende» y un número de teléfono. Los peldaños que conducen a la puerta de entrada de la casa están desgastados y rotos.
Cifra abultada
El interior está completamente vacío. El suelo conserva el lustre de otros tiempos, cuando se leían en sus habitaciones «Los sonetos del amor oscuro». Las persianas están a medio subir o medio bajar, según se mire. Las huellas del tiempo han dejado su marca en las paredes: allí hubo una estantería, allá un mueble grande, una cama en otra dependencia. Hay un lavabo junto a una ventana. Se adivinan libros que fueron y manuscritos que ya no serán. La casa del Nobel de Literatura 1977 está vacía. Nadie quiere comprarla. Los herederos piden alrededor de cinco millones de euros y a día de hoy las administraciones no han mostrado interés por salvar Velintonia (en 2007 los cinco herederos decidieron, «ante la desidia de las tres administraciones, Comunidad, Ayuntamiento y Ministerio», ofertarla a particulares ya que entre las tres realizaron una oferta que no llegaba a los 2 millones de euros, menos de la mitad de lo que solicitaban los propietarios de la vivienda). «Llevamos con esta campaña de salvación desde 1995 y 22 años son los que hace que nos sentimos abandonados institucionalmente. La construcción no está en ruinas. Cumple todos los requerimientos de inspecciones técnicas. Puede dar la sensación de abandonada, pero en ruinas, no». Quien habla es Alejandro Sanz, al frente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre. Se lamenta de que «ningún partido político, ni los que están ahora al frente de la Comunidad de Madrid ni los anteriores, han demostrado la menor sensibilidad con este asunto. Nosotros hemos querido que pudiera ser abierta para el disfrute de las generaciones futuras, porque fue la casa de la poesía y forma parte de nuestro patrimonio cultural, pero la sensibilidad de los políticos es nula. Por esta vivienda han pasado cinco generaciones de escritores, desde Miguel Hernández a Cernuda, Lorca, Brines. La Comunidad de Madrid ha demostrado un absoluto desprecio y un total desinterés. Lamentable», comenta.
La vivienda de quien obtuvo el mayor reconocimiento mundial de las letras en octubre de 1977 por, según el acta del jurado, «su obra poética creativa, que, enraizada en la tradición de la lírica española y en las modernas corrientes, ilumina la condición del hombre en el cosmos y en la necesidad de la hora presente», se va apagando lentamente.
¿Quién puede desembolsar cinco millones para comprarla? La cifra es muy abultada teniendo en cuenta el estado de la misma. Y eso pensando que el comprador deseara conservarla y no demolerla: «Lo que nosotros planteamos no es salvar el inmueble y que quien lo adquiera lo convierta en un restaurante de lujo, sino que sea un centro vivo de documentación de la poesía, no un museo para nostálgicos. Si ya tenemos una, que es ésta, no hay que levantar una construcción nueva. Por ella desfilaron los nombres del 27, los miembros de la Generación del 50 y los Novísimos. Repito que la falta de sensibilidad me resulta incomprensible», asegura Sanz, molesto por el comportamiento de la responsable de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, Paloma Sobrini: «Ella ha comentado en una emisora de radio en octubre pasado que no tiene valor porque son únicamente ladrillos y paredes. Que lo que realmente vale es el legado y el archivo», señala.
La propia aludida se remite en este sentido a los informes emitidos por los técnicos que han valorado el edificio. Tiempo atrás hubo un intento de compra pero no prosperó porque no se llegó a un acuerdo sobre el precio. «Es un sitio no relevante como lugar histórico y no reúne las condiciones para ser declarado Bien de Interés Cultural. Actualmente tiene un nivel de protección 3, que es ambiental y que significa que no se puede demoler. Es el Ayuntamiento de Madrid el que tiene en su mano ampliar o disminuir el nivel de protección», señala Sobrini.
Sólo se salva el cedro
Alejandro Sanz comenta que lo único que está protegido es el cedro centenario que plantó el poeta y que se levanta en el jardín, extremo que desde la Comunidad aseguran desconocer y aluden a un documento al que se refiere Alejandro Sanz como un «informe fantasma del que nosotros no sabemos nada. Lo esgrimen y lo defienden pero desconocemos que exista. Si no se hace público consideramos que no existe», remarca. ¿Y cuál es la postura del Ayuntamiento? Carga también contra el consistorio y le acusa de tibieza: «No ha hecho nada. Este año nos hemos hartado de celebrar a Gloria Fuertes en el centenario de su nacimiento y me parece bien, pero ya vale. Solo queda que la santifiquen». Y explica al hilo que en este 2017 había tenido «quienes gobiernan la oportunidad perfecta para prestar atención al lugar, pues se cumplen 90 años de la Generación del 27 y cuarenta de la consecución del Nobel. ¿No son motivos suficientes?» y deja la pregunta en el aire.
La cancela de entrada se abre una vez al año cuando se celebran las veladas de poesía, en verano. Entonces se llena el jardín. Es cuando los poetas vuelven a Velintonia y el público participa de manera muy generosa, recalca Sanz. Otro otoño con la casa cerrada y los muros aguantando el frío. La vivienda no interesa a las instituciones, pero ¿y el legado de Vicente Aleixandre? Sobrini no vacila al contestar que «es lo que realmente tiene valor y eso es lo que queremos proteger. De hecho, ya hemos dado pasos para estudiar dentro del marco jurídico la posibilidad de declararlo Bien de Interés Cultural. Estamos al comienzo del proceso, para lo que nos hemos puesto en contacto con su propietaria, que es Ruth Bousoño». Ya ha habido conversaciones y por parte de la viuda del poeta Carlos Bousoño existe la disposición a colaborar con la dirección general de Patrimonio y con la subdirección general del libro y bibliotecas de la Comunidad de Madrid «con la condición de que no se lesionen ninguno de mis derechos fundamentales», asegura la propietaria, que lo es junto con sus dos hijos, siendo ella la mayoritaria. Y nos explica que «el Archivo Vicente Aleixandre (AVA) no forma parte del Archivo Documental de la Comunidad Autónoma de Madrid –como establece la ley– por tener menos de cien años. El primer documento que forma parte del AVA está fechado en 1928. Ese hecho tan importante determina que no estoy obligada a colaborar con las instituciones de la Comunidad en su pretensión de declarar nuestro archivo Bien de Interés cultural. Así se lo dije a la directora general de patrimonio Cultural en mi primer escrito. Por tanto, mi colaboración es voluntaria», explica.
La declaración de BIC no impide la venta del legado. Según explica el Ministerio de Cultura, «lo que no se puede es vender por partes sino en su integridad. Y si se le concede la calificación de ‘’inexportable’’ no se podrá vender fuera de España. Mediante esta declaración el archivo gozará de la mayor protección que se puede dar a un bien y así se procura la unidad del mismo». Además, el 15 de diciembre, dentro del Congreso Regional de Patrimonio, se hablará del tema de la vivienda de Aleixandre y su legado.