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Vikingos, los bárbaros que planchaban la ropa

larazon

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Eran bárbaros y derramaron sangre en abundancia. Saqueaban iglesias y violaban a las mujeres. Eran el símbolo de la brutalidad y la barbarie. Sí, eran todo eso. Pero hay una historia que no se ha contado, una parte a las que los documentos –redactados mayoritariamente por sus víctimas– no quisieron dar tanta relevancia. Los vikingos dominaron territorios que se extendían desde Dublín hasta Kiev, absorbieron las influencias de las culturas de estos países lejanos y dieron forma a la política, religión y economía de Europa. Viajando desde finales del Siglo VIII hasta principios del XI, su legado perdura en nuestro continente hasta nuestros días. La visión más amable de estos bárbaros pelirrojos, aquella ligada a la aventura, valentía, belleza y ambición, se muestra en el museo Británico con la exposición «Vida y leyenda de los vikingos», la primera que se organiza en Londres con esta temática en tres décadas. A medida que el visitante avanza a través de la nueva sala Sainsburys del museo –menos hermosa que la principal, todo hay que decirlo– va descubriendo cómo los protagonistas no sólo eran hombres tatuados, cubiertos con piel de oso y artífices de sacrificios humanos. Las piezas también revelan un pasado como exploradores y comerciantes y, en última instancia, como colonos con una vida doméstica sofisticada. Se nos presenta a personas que planchan la ropa y hacen juguetes para sus hijos e incluso diseñan cucharas especiales para retirar la cera de los oídos.
Aunque la muestra recoge piezas de la colección permanente del Británico, la mayoría de los objetos han sido cedidos, principalmente por el Museo Nacional de Dinamarca, y se exponen en el Reino Unido por primera vez, como un tesoro formado por monedas y anillos, hallado en Yorkshire (norte de Inglaterra) en 2007. El Museo Británico no niega la fama de agresivos que tenían estos pueblos nórdicos, en los que perder la vida en combate era considerado «glorioso», a diferencia de morir en paz, en cama, visto como algo «vergonzoso».
Tom Williams, comisario de la exposición, asegura que en ningún momento se ha querido ocultar su faceta violenta, sobre la que hay numerosas leyendas, pero señala que también es importante destacar que fue un pueblo que mantenían relaciones pacíficas con los territorios que visitaba, intercambiando regalos con soberanos y mostrando interés por la moda de los lugares explorados. De ahí que haya tantas joyas, sobre todo pulseras de oro, y restos de sedas muy preciadas, presentes que recibían de los representantes de otras culturas. Uno de los objetos destacados es un collar de oro de dos kilos de peso hallado en Dinamarca y que posiblemente fue utilizado por una dama relevante entre los años 900 y 1000. Tampoco faltan vasijas procedentes del Museo Nacional de Dinamarca, que eran utilizadas por los vikingos para importantes ceremonias de reconciliación entre enemigos.
Restos en un fiordo
Con todo, sin lugar a dudas, el gran tesoro de la muestra es un barco de guerra de 37 metros de largo, cuyos restos fueron hallados en 1997 en Dinamarca y que, por primera vez, ha salido de ese país. A través de fotografías y monitores, el Británico explica el proceso de reconstrucción del barco, cuyos restos fueron encontrados en el fiordo Roskilde. Realmente lo que se encontraron fueron algunos trozos de madera que ahora representan el 20 por ciento de la pieza expuesta. Para que el visitante tenga una idea de cómo era esta embarcación –denominada Roskilde 6–, el museo ha realizado un minucioso trabajo de reconstrucción colocando las delicadas maderas en un armazón de metal, del mismo tamaño de la embarcación. Según Williams, es el barco de guerra más grande hallado hasta ahora de los vikingos y permite conocer la tecnología de la que disponían y que les permitió «viajar tan lejos como hasta América del Norte, hacia el oeste, o al Mar Caspio, hacia el este, así como a las orillas del norte de África y, por supuesto, Europa».
Se estima que este barco fue construido en siglo XI, el de mayor esplendor de la Era de los Vikingos, cuando Inglaterra, Dinamarca, Noruega y posiblemente una parte de Suecia estaban unidas bajo el reinado de Canuto el Grande.
El tamaño del barco y los recursos que fueron necesarios para su construcción sugieren que, con mucha probabilidad, se trató de un barco real, relacionado con las guerras que luchó el citado rey para establecer su autoridad en su imperio nórdico. Al igual que se hizo con la exposición dedicada a Pompeya el año pasado, el Británico también llevará a la gran pantalla la visita en directo de esta muestra. La proyección se realizará en 280 cines del Reino Unido e Irlanda.