Fútbol
Entrevista. Igor Paskual: “Toco la guitarra porque fui mal futbolista”
Presenta los temas de su nuevo disco en la sala Copérnico de Madrid
Igor Paskual (San Sebastián, 1975) conversa con la misma vehemencia con la que toca la guitarra. Su discurso es un riff claro y directo en el que se mezclan todas sus inquietudes, desde la música al arte pasando por el fútbol. Hoy presenta en Madrid (Sala Copérnico, 21:30) su nuevo disco: «La pasión según Igor Paskual», en el que explora «una tercera vía en el camino del rock».
–¿Este disco es muy punk para llegar en plena madurez?
–Creo que cuanto más creces más punk puedes ser. Ser punkie con veinte años me parece fácil, porque es energía y punto. Cuando vas cumpliendo años y sabiendo más, esa energía se puede llenar de contenido y eso es increíble. Johnny Rotten, cuando monta los Sex Pistols, basa su personaje escénico en Ricardo III de Shakespeare, así que cuanto más sepas más punk eres.
–¿Qué punk es el suyo?
–Un punk antipunk, porque todos deberían cuestionarse a sí mismos. Esta corriente dura un año y medio, en el 79 ya todos eran post punk. Incluso el propio Rotten, creador de todo, disuelve los Sex Pistols y empieza a hacer cosas distintas. Si el punk no se cuestiona no es punk.
–¿El disco refleja todas esas caras que usted tiene?
–Todos somos chistosos, divertidos, deprimidos... Nos encanta ir al Prado a flipar con Velázquez e ir al Bernabéu a gritar un gol. Somos mil cosas a la vez y creo que eso no se refleja en los discos. Solo se muestra que somos o supertristes o alegres o canallas, pero pocas veces se enseña nuestra complejidad. Este es un disco extremo, heterogéneo, para reflejar lo que somos.
–Historiador del arte, músico, columnista de fútbol... ¿Tiene tiempo para todo?
–No creo que haga tantas cosas, porque en el fondo son parte de lo mismo. Se trata del deseo de contar cosas, de comunicar, pero expresado de diferentes maneras. El reto es hacer lo que hago, pero hacerlo mejor, muy bien.
–¿Qué se van a encontrar los que vayan a verlo en directo?
–Combino muchas fases. Es un concierto muy versátil, paso del humor al candor y al punk. Emocional y sonoramente hay un recorrido muy bestia por la historia del rock. Toco todos los palos.
–¿Vibra más cantando o tocando la guitarra?
–Es el mismo lenguaje expresado de diferente forma. Cuando soy guitarrista toco para alguien y me encargo de crear un clima. Cuando canto yo, otros crean ese clima y yo cuento otra cosa.
–¿Qué tipo de futbolista es Igor Paskual en el escenario?
–Un centrocampista, una mezcla rara entre Pirlo y Gattuso. Uno por la vocación de talento y el otro, por cómo se forzó a tenerlo. Por el deseo incombustible que le salía de dentro. Y, sobre todo, por saber dónde está mi lugar. Soy muy consciente como músico de cuál es mi sitio y qué puedo aportar. Muchos músicos no lo saben, yo sí. Sé dónde estar y desde el medio del campo se llevan mucho los tiempos, aunque no seas el delantero que marca los goles. Me gusta ese punto entre el ataque y la defensa.
–¿Se alcanza el éxtasis de un gol en un concierto?
–Sí, cuando la gente canta tus canciones. Cuando corean tu estribillo se crea una comunicación muy curiosa.
–Es uno de los grandes defensores del fútbol femenino...
–El fútbol y la música salen de la sociedad, no son algo aislado. Es como cuando se dice que los futbolistas no leen. ¡No es cierto! Leen lo mismo que la media de la gente: poco. El futbolista no es más tonto que la sociedad, lo que pasa es que están más expuestos a que les pregunten qué libros leen. Y las mujeres están tomando más peso en el fútbol y en la música porque es lo que está pasando en la sociedad.
–Si tuviera que quedarse con un futbolista, sería...
–Arconada. Jugó en un solo club, algo que le honra. Tenía carisma a raudales desde la portería, que tiene menos influencia en teoría en el juego y logró que mucha gente quisiera ser portero. Transmitía una mezcla entre fuerza, serenidad e integridad solo con su presencia, sin hacer nada más. Y era de la Real, como yo. Me emocionaba. Era una anti rockstar.
–Un pintor...
–Tàpies. Lo tiene todo: abstracción, comunicación con la tierra, vanguardia, pasado, sobriedad, como Arconada. Con tan poco transmite mucho.
–Y un músico.
–Mi segundo ídolo, tras Arconada, fue John Lennon. Lo elijo porque sonaba bien hasta el nombre. Era un personaje muy humano y contradictorio. Era hippie, bueno, macarra y peleón. Estaba orgulloso de la clase obrera de la que venía, pero no se conformaba. Además, era el único hincha del Liverpool de los Beatles, los demás eran del Everton.
–¿Se hizo músico porque no marcaba goles?
–Por supuesto. Yo toco la guitarra porque fui mal futbolista. Lo tengo clarísimo. El «no balón» me ayudó a ser lo que soy. Precisamente porque jugábamos tan mal empecé a dibujar y a escribir. Así teníamos algo que los buenos en el fútbol no tenían. Me dolía tanto no jugar guay que creaba cosas. Acababa el partido y seguíamos viviendo. Los buenos, no.
–Su Sporting no arranca...
–Es un equipo que refleja lo que es Asturias y está en Segunda, como el Oviedo, porque la región se ha vuelto de segunda. El Sporting no sabe si lanzarse hacia adelante o volver al mito de Quini y Ablanedo... Y eso es porque no hay nada nuevo a lo que agarrarse. Ni siquiera los viejos mitos vuelven. Hubiera sido bonito ver a Villa o Luis Enrique regresar al lugar del que salieron, pero lamentablemente es impensable.
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