Eurobasket

Un día para agrandar la leyenda

España y Francia se reencuentran en un partido decisivo después de «lo del Mundial» con los papeles cambiados. Los galos, favoritos. Scariolo apela a la concentración para imponerse al anfitrión.

Un día para agrandar la leyenda
Un día para agrandar la leyendalarazon

España y Francia se reencuentran en un partido decisivo después de «lo del Mundial» con los papeles cambiados. Los galos, favoritos. Scariolo apela a la concentración para imponerse al anfitrión.

371 días después de la debacle mundialista el 11-S, España y Francia se la vuelven a jugar. No es un cruce más, tampoco una simple venganza. «Hemos venido a Francia para ganarles aquí», recordó Pau Gasol a su cuadrilla en el centro de la pista y con 20.000 franceses en la grada nada más ganar a Grecia. La España de la generación de oro ha llegado hasta aquí para olvidar su recuerdo más desagradable, uno de los pocos que tiene. Pero hay más: volver a una final del Eurobasket cuatro años después, lograr el pasaporte directo para los Juegos de Río y aplazar el relevo en la cúspide del baloncesto europeo. Éxitos mayúsculos, un premio enorme si se recuerda cómo llegaba España al campeonato y cómo se desarrolló la primera fase. Francia, la gran favorita en el arranque, lo sigue siendo. Los galos son lo que era la Roja no hace demasiado tiempo. En las dos últimas grandes citas –semifinal del Eurobasket 2011 y los cuartos del Mundial– sonrieron ellos. Antes, las alegrías fueron casi siempre para Pau y los suyos. Parker, la estrella de los galos, también podría firmar la frase de Papaloukas cambiando Grecia por su Francia: «Sin España, Francia hubiera dominado Europa».

Recuerdos de Madrid

«No se puede hablar y vivir de revanchas. Lo que nos motiva es ganar», afirma Llull en una salida políticamente correcta, pero que oculta el sentimiento que anida en los que en 2014 –medio equipo– vivieron la tortura de los cuartos de final contra Francia. Hay ganas de revancha, muchas. España ha crecido en el campeonato desde la humildad, la unidad, la concentración y el trabajo en grupo. Los cuatro factores que se echaron de menos hace poco más de un año y que provocaron que todo acabase de aquella manera. De ahí que el seleccionador hablara ayer de que el margen de mejora está en el nivel de concentración. «Conforme ha avanzado la competición he visto cómo crecía la concentración, la química se ha reforzado y hay un entendimiento de los roles de cada uno». Los papeles en relación al año pasado han cambiado. Esta vez Francia es la colección de estrellas y España, la fuerza del bloque. Un bloque con una rotación escasa –ocho jugadores-, pero que ha crecido según avanzaba el campeonato. Los galos tienen un conjunto muy similar al del año pasado, pero hay una variación fundamental: aquí está Tony Parker. Además, son más expertos. «Ellos dependen mucho de lo que haga Parker, de cómo lleve el partido y tenemos que evitar que lo haga bien», comenta Claver, el último en subirse al carro y que hoy puede volver a ser fundamental. Parker es el termómetro del equipo y la España de Scariolo ya logró pararle. Fue en el Eurobasket de 2009. En aquellos cuartos de final entre Ricky, Raúl López y Sada hicieron la vida imposible al base. Llull, Ribas y el «Chacho» serán los encargados de estropearle la noche en Lille.

El ambiente

El mensaje de Scariolo ha variado radicalmente. Antes del partido decisivo en Berlín contra Alemania le inquietaban los árbitros. En Lille lo ve de otra forma: «Confío en los colegiados y en que puedan llevar a cabo una tarea seria y no influyan en nada en el partido». Lo de los 27.000 seguidores en las gradas tampoco le inquieta. Hasta ahora Francia no ha necesitado el apoyo encendido de la hinchada. «Lo del público en contra puede ser una gran motivación para nuestros chicos. Y tenemos un ejemplo doloroso el año pasado y cómo el público no decide», afirma el seleccionador. Al grupo no le inquietan las más de 20.000 personas entonando «La Marsellesa». «Jugar en casa es un arma de doble filo. Para nosotros lo fue el año pasado, cuando parecía que íbamos a jugar la final antes de tiempo y nos quedamos en el camino», comenta Llull. Los partidos de Francia hasta ahora han sido más una fiesta que una cita en la que estaba todo en juego.

El primer partido de verdad

Para los anfitriones el único partido apretado fue en la primera fase ante Polonia, aunque tampoco es que sufrieran demasiado. «Ya hemos vivido varios finales apretados y sabemos cómo jugarlos», señala el capitán, Felipe Reyes. España se ha asomado al abismo ante Alemania y Grecia. En ambos casos afrontó con ventajas tranquilizadoras –siete puntos– los últimos dos minutos y estuvo cerca de dilapidarlas. «A nosotros nos ha venido bien tener partidos igualados. Ellos llevan un Europeo muy cómodo y esperamos que les pase factura», comenta Llull, la sombra hoy de Parker.