Vuelta a España
Evenepoel, lágrimas de campeón
El belga no pudo evitar llorar al sentirse ganador de la Vuelta. No tuvo sobresaltos en una etapa que ganó Carapaz
Después de cruzar la meta de Navacerrada, Remco Evenepoel lloraba como sólo se llora la primera vez. El belga se llevó las manos a la cara, casi incapaz de creerse que dos años después de caerse por un barranco y sufrir una lesión que podía haber terminado con su carrera, acababa de convertirse en el ganador de la Vuelta a España 2022.
Un triunfo que tenía casi amarrado antes de la salida. Pero la historia dice que las cosas cambian cuando la carrera se decide en las cuestas de la sierra de Madrid. No hace falta llevar la memoria hasta los tiempos de Perico Delgado, en aquella etapa que acabó del otro lado de la frontera que marca la sierra de Guadarrama en las destilerías Dyc. Hace mucho menos tiempo Tom Doumoulin perdió la que hubiera sido su primera grande en estas carreteras en la que acabó siendo la única victoria de Fabio Aru en una carrera de tres semanas. Pero Evenepoel estaba decidido a que no sucediera nada de eso.
Sus piernas y su cabeza han sido las más fuertes de la Vuelta y no dejaron de serlo en la última etapa seria de la carrera. Con la retirada de Roglic, el belga había asumido que sólo tenía que vigilar a Enric Mas. El de Movistar lo intentó en la subida a La Morcuera. La idea era la correcta, un ataque lejano que pudiera sorprender al líder para robarle los segundos necesarios para vestirse de rojo el domingo en Madrid. Pero se quedó en una idea. Enric nunca ha sido un ciclista que se sienta cómodo en las maniobras lejanas y las piernas ya pesan después de tres semanas dando pedales. El ataque fue fugaz, como las ilusiones del español por ganar una Vuelta que todo el mundo asumía que ya tenía dueño. El mismo que en el Pico Jano, en la sexta etapa, se vistió de rojo para no cambiar ya de color hasta Madrid.
«Teníamos muchas ganas de atacar, pero sinceramente he pasado un mal día, no había fuerzas», explicaba Enric Mas después de la etapa. Nadie se atrevía a moverse. O nadie podía entre los primeros de la general. Sólo Miguel Ángel López quiso lanzarse a por el triunfo de etapa que no había podido conseguir en 19 jornadas. Siempre valiente el colombiano, que tampoco consiguió la victoria que deseaba en el penúltimo día de carrera.
Todos se conformaban con sus posiciones mientras Almeida tiraba del grupo de los principales para que nadie adelantara a Ayuso, podio en su debut en una grande, y de paso, para ganar un puesto en la general. El portugués avanza hasta el quinto puesto en perjuicio del dolorido Carlos Rodríguez.
Al cuidado del campeón de España se dedicó en el principio de la etapa Richard Carapaz. Pero el ecuatoriano tenía mejores cosas que hacer en la etapa. Como ganarla. No estuvo en la fuga inicial, pero llegó hasta ella acompañado por Higuita y por Valverde, casi invisible en su despedida de la carrera que ganó en 2009.
Carapaz hizo un ejercicio de resistencia como los que acostumbra en esta Vuelta. Se quedó solo en cabeza y aguantó hasta el final. Thymen Arensman, el holandés que ganó en Sierra Nevada, llegaba con hambre por detrás, pero le faltó tiempo. Pocos ciclistas miden el tiempo de sus escapadas como el ecuatoriano, capaz de aguantar cuando los mejores ya lo están viendo desde atrás. En realidad él es uno de ellos, pero la Vuelta se torció desde el principio y tuvo que buscar la gloria de otra manera. Y la ha conseguido tres veces.
Pero la gloria definitiva es para Evenepoel.
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