Política

El equipo de Sánchez habla ya de dimisión: «No llega a agosto»

El ambiente es lúgubre en el PSOE y, por primera vez, se vislumbra un escenario inédito: la caída del presidente

Pedro Sánchez en la sede de Ferraz
Pedro Sánchez en la sede de Ferraz David JarFotógrafos

Malas vibraciones en el PSOE. La línea argumental de Sánchez no convence ni a sus más íntimos. De hecho, fuentes socialistas apuntan que una buena parte de sus ministros y miembros de su grupo de confianza le trataron de convencer de que en la ronda con los socios planteara la moción de confianza. El presidente se negó. «No la veo», afirmó tajante. El ambiente es lúgubre y, por primera vez, se vislumbra un escenario inédito: su dimisión. «No llegará a agosto», apuntan fuentes del interior del «sanchismo».

Se le trató de convencer de que hiciera una retirada ordenada, un paso al lado, pero la situación empeora abriendo el peor escenario para los socialistas: dimisión, sustitución por un presidente/a interino y convocatoria de elecciones después del verano. No porque quiera dimitir el presidente, sino «porque estamos generando un marco de dimisión». Ahora el nudo gordiano es comenzar a trabajar en quién puede asumir esta tarea. «Quién es el encargado de empezar de cero», o sea quién asume «la sucesión de Sánchez, se somete a investidura y convoca elecciones». Lo que está claro es que «Pedro no puede ser candidato», «está amortizado» y, sentencian, «la legislatura ha acabado, empieza la campaña electoral». Este escenario planteado desde el sector crítico y por el entorno del viejo PSOE era repudiado hasta hace unas horas, pero los acontecimientos mandan. Las caras de los diputados socialistas en el Congreso de los Diputados eran un poema. Como dice el refranero, «el espejo del alma».

Fuentes del PSOE consideran que este escenario se vislumbra como inevitable porque el presidente se ha enrocado ante un goteo de informaciones que siguen noqueando al PSOE. «No estamos haciendo un discurso para los españoles, estamos haciendo un discurso a medida del presidente», apuntan fuentes del PSOE. Otros son más contundentes: «No hay que confundir la determinación con la humildad».

La última, la vinculación de Cerdán con una empresa de la trama que nunca fue declarada en su declaración de bienes en el Congreso de los Diputados y que ahora el juez investiga, al menos, por dos adjudicaciones millonarias. En palabras de Emiliano García-Page, el PSOE «está en un laberinto sin salida», y, para muchos, «salvar al PSOE no pasa por Pedro Sánchez».

Según dijo el propio presidente, en su retiro de este fin de semana tomó en consideración la posibilidad de dimisión. La desestimó con su salida desafiante en la rueda de prensa del lunes, pero el panorama se está ensombreciendo a marchas forzadas. De momento, no la contempla, pero su entorno se teme lo peor.

El desánimo y la desazón no solo se extiende en el Partido Socialista, incluso en sus núcleos más fieles, sino también en el entorno más cercano al secretario general. La fecha del 5 de julio se ha convertido en una referencia que algunos comparan con el 1 de octubre de 2016, el día en que empezó todo. La dimisión del secretario general y su vuelta a lomos de un Peugeot, acompañado por los tres tenores –Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García– en las primarias que ganó en el año 2017.

En el Comité Federal estarán presentes todos los líderes territoriales, todos ellos con ansiedad y con la moral baja por el impacto de la situación en el horizonte electoral de municipales y autonómicas. Algunos consideran que circunscribir la crisis a los tres tenores, y cruzar con el PP acusaciones de corrupción mutua, e incluso blandir la amenaza de un gobierno PP-Vox, son insuficientes para poder superar la crisis porque «el electorado de las derechas está movilizado y el de las izquierdas desmoralizado», apuntan desde el PSOE. «Tener la peor oposición del mundo» no es suficiente –sentencian– para superar los acontecimientos. Algunas casas de encuestas apuntan que un millón de votantes socialistas puedan engrosar la abstención.

Los socios piensan igual que estas voces del PSOE y están en desbandada porque no quieren que el tsunami los arrastre. Ayer, la vicepresidenta Yolanda Díaz no asistió a la sesión del Congreso de los Diputados. Tampoco el ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Gabriel Rufián protagonizó el enfrentamiento más duro de la sesión con Pedro Sánchez, y los republicanos no están dispuestos a transigir más. Y menos con la financiación singular pendiente de un hilo y que tiene fecha de caducidad: 30 de junio. El portavoz de Esquerra en el Congreso fue explícito a su salida del encuentro: «He visto tocado a Sánchez y no sé cuánto tiempo le queda a la legislatura». Algunas fuentes socialistas apuntan que Rufián puso en su boca el sentir de la mayoría de los socios. En esta misma tesitura se encuentra Junts per Catalunya, que este martes se puso de perfil, mirando de reojo a Aliança Catalana en caso de un adelanto electoral, pero anunciado que mantienen vivas sus demandas, pero con un Sánchez con menos probabilidades de cumplirlas.

Sánchez se escuda en una comparecencia tardía, el 9 de julio, para intentar cerrar antes la sangría del PSOE en el Comité del 5 de julio. Argumenta, soliviantando a los socios, que tiene compromisos internacionales, pero también nacionales. Además del pacto de financiación singular (el 30 de junio como máximo), el Constitucional hará público su dictamen sobre la Ley de Amnistía el día 27, jueces y fiscales han convocado una huelga del 1 al 3 de julio, y el Ejecutivo debe decidir respecto a la opa del BBVA al Sabadell antes del 27 de junio.