Automovilismo
El Dakar, obligado a reinventarse
El Rally cerró una edición marcada por los problemas organizativos, la renuncia de Perú y los recortes en las etapas cronometradas
El Rally cerró una edición marcada por los problemas organizativos, la renuncia de Perú y los recortes en las etapas cronometradas
Después de 38 ediciones el espíritu del Dakar se ha visto gravemente castigado en las últimas semanas. La que dicen es la carrera más dura del mundo no ha atravesado en la edición recién concluida su mejor momento. La prueba de 2016 será recordada por la cantidad de problemas que debió superar y, sobre todo, por crear un recorrido que poco o nada tiene que ver con las dunas del desierto africano o el de Atacama, en Chile.
Del espíritu con que Thierry Sabine creó esta aventura en 1978 poco queda. Aquella carrera que partía desde la mismísima Plaza del Trocadero en París, junto a la torre Eiffel, y en la que los pilotos debían recorrer 10.000 kilómetros hasta alcanzar Dakar, la capital de Senegal, ha pasado al recuerdo. Eran otros tiempos. Las mecánicas y las comunicaciones que existen hoy nada tienen que ver con lo que había en aquella época. Existía el mismo riesgo que ahora, pero no la misma épica. Algunos pilotos duermen en hoteles al terminar la etapa, no hay escasez de gasolina ni de comida e incluso existen vehículos con aire acondicionado, aunque sean muy livianos con pequeños compresores. El Dakar era pura supervivencia y sólo los mejores lograban alcanzar el ansiado Lago Rosa. En el Dakar africano era posible que los pilotos quedaran perdidos durante varias jornadas y eso hoy resulta algo excepcional. Los teléfonos satélite redujeron el peligro, pero la mayoría de pilotos debían conformarse con una baliza y esperar a que la organización iniciara el rescate.
En 2016 el Dakar ha tocado fondo, sin tener en cuenta la edición de 2008 que debió anularse por amenaza terrorista en Mauritania. Desde ese año pasó a Suramérica. El recorrido se ha caracterizado por la velocidad sobre un terreno más parecido al de algunas pruebas del campeonato del mundo de rallyes (similar al mítico Rally Safari que se disputó en la década de los 70 y 80) que la verdadera esencia del Dakar, en el que la navegación y las dificultades estaban a la orden del día. Esto no quiere decir que no las haya en la actualidad, pero no tienen nada que ver con lo anterior.
Sorprendentemente, el Dakar sufrió una disminución de participantes este año, un 11 por ciento, cuando en otras ocasiones había cola para poder competir. Demasiadas solicitudes y un cupo máximo. La organización –ASO– ha debido modificar el recorrido argentino debido a las inclemencias climáticas, las fuertes lluvias y las crecidas de los ríos. Y todo eso en apenas dos meses. No se puede decir que sea un Dakar «light» porque no deja de ser una prueba muy dura, pero... Además, debido a la altura, resulta más exigente para pilotos y mecánicas. Sin embargo, en 2016 no ha sido así.
El próximo año regresarán a Argentina, pero ya se baraja la posibilidad de que otros países como Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile acojan algunas de las etapas. Sobre todo este último, en donde se encuentra el temido desierto de Atacama.
Pero en ASO siguen mirando a África. Allí nacieron y allí quieren volver. En 2018 el Dakar cumplirá 40 años y todos quieren regresar allí. Desde la organización afirman que ya han mantenido conversaciones con países como Angola, Namibia y, sobre todo, con Suráfrica. Desgraciadamente, el Norte de África tendrá que ser descartado debido a la convulsa situación política que atraviesan algunos de sus países. Y la seguridad de los pilotos es básica para quienes gestionan la carrera.
Sabine, el creador del Dakar, murió mientras supervisaba el desarrollo de la carrera en 1986. Sufrió un accidente de helicóptero en Malí, chocó contra una duna y todos los ocupantes de la nave fallecieron. Parecía el final de la prueba, pero 30 años después el Dakar ha sobrevivido, incluso a miles de kilómetros de África. Ahora quiere regresar donde empezó todo. Suramérica puede que sólo sea un punto y seguido.
Laia Sanz, la primera mujer
Laia Sanz (KTM) hizo un balance positivo del Dakar, que finalizó en decimoquinta posición, pero lamentó los infortunios vividos en las últimas etapas –fiebre por unas anginas y un esguince de clavícula– que le impidieron terminar más arriba en motos. Sanz, que completó su sexto Dakar en otras tantas participaciones, fue la primera mujer en la general. «Antes de empezar hubiera firmado un resultado así, pero después de cómo ha ido todo creo que hubiera podido estar más adelante».
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