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Real Madrid

Lección del Madrid (1-3)

El Real, excelente, alcanza la final de Copa El Barça pierde 1-3 y continúa deprimido n Cristiano Ronaldo, dos goles, trascendental

Cristiano Ronaldo celebra el gol en el partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey disputado en el estadio Santiago Bernabéu. larazon

El Real Madrid se ha convertido en el primer finalista de la Copa del Rey 2012/13 tras vencer al Barcelona por 1-3 en el partido de vuelta de semifinales disputado en el Nou Camp.

El Barça, deprimido aún por el 2-0 de San Siro y sin recursos, no recuperó ni el brillo ni el fútbol, sus señas de identidad, y el Madrid, con temple, seriedad, concentración exhaustiva, un contragolpe letal y Cristiano le despidió de la Copa con una victoria incontestable: 1-3. Ronaldo se fabricó el primer tanto y provocó el penalti de Piqué. Undiano no dudó. Hizo también el 0-2 y Varane remató un córner de cabeza, como en la ida del Bernabéu (0-3). Alba metió el de la honrilla. Total, 2-4 en la eliminatoria y el Madrid, a la final.

Mourinho aseguró el lunes en Valdebebas, cuando salió a responder a Jordi Roura, que no sabía cuál sería su alineación. Tenía dudas. Una hora antes del partido la descifró. Varane, el héroe del encuentro de ida, aparecía junto a Ramos en el centro de la defensa. Pepe, en el banquillo, como Kaká. En punta, Higuaín. En el Barça, Pinto conservaba la titularidad copera y Cesc relegó a Villa a la suplencia. La lógica, por encima de cualquier sorpresa, dominaba en ambos equipos.

Mas la lógica no es lo que impera en el fútbol, que abate favoritos y lanza víctimas propiciatorias al estrellato así en la tierra como en el cielo. Es su sagrado misterio. Ese arcano que en el Camp Nou envuelve al Madrid, capaz de neutralizar el poder del Barça y hasta de ganarle; aunque fue Messi el primero que avisó cuando discurría el segundo minuto. Demasiado cruzado. El susto no amilanó al Real, asentado en el centro del campo, hasta donde subió su línea defensiva.

La primera falta del partido (min 3) la hizo Coentrao, a Pedro. Parecía que ese flanco iba a ser el punto débil, por donde intentarían penetrar los azulgrana... No pudieron y no supieron. Se encomendaron tanto a la inspiración de Messi que cuando quisieron darse cuenta perdían 0-1. Messi se incrustó en la media y desde ahí intentó profundizar, más que impulsar al equipo. «Chupó» en exceso, no encontraba huecos por donde filtrarse y el Madrid colocaba sus piezas, recuperaba el sitio, mientras el argentino se perdía en «gambeteos».

Una de las virtudes del Barça es su juego al primer toque; si soba el balón, pierde estilo y consistencia. Y eso le sucede demasiado a menudo últimamente. Si se añade que el Madrid se lo disputó, el 0-1 no era una sorpresa. Nació en un contraataque, envío en profundidad a Ronaldo, que entró en el área y Piqué le zancadilleó. Undiano no dudó. También mostró tarjeta al central. Cristiano lanzó, engañó a Pinto y marcó.

Resulta sencillo hacerle goles al Barcelona; con éste, son una docena de partidos en los que no ha conseguido mantener la portería a cero. Y le cuesta ganar. La clave, posiblemente, estriba en que ya no presiona como en los buenos tiempos. Cuando lo hacía sin que pareciera un esfuerzo, demostrando que su condición física era óptima, se quedaba con la pelota y generaba ocasiones de gol, una tras otra. Ahora le cuesta; le falta también velocidad, y se encontró con un Madrid muy serio concentrado, aguerrido y empeñado en jugar la final de Copa.

«Sonaba» bien la orquesta de Mourinho, acompasada, homogénea, sin fisuras; si acaso, le sobraba el ansia de Cristiano por protagonizar todos los solos. Disparaba a todo lo que se movía, aunque algún compañero estuviera en posición más ventajosa. Este comportamiento lo compartía Messi, como si el partido fuera una cuestión que nada más les afectara a ellos, los más grandes, que lo son, los protagonistas de este duelo de titanes...

El partido estaba reñido, disputado, pero Diego López no padecía, tampoco Pinto, que nada pudo hacer para detener el penalti. Y así se llegó al descanso, con las protestas de Pedro porque Xabi Alonso le pudo hacer penalti. Y tras el descanso, idéntica puesta en escena, de uno y de otro. Intentaba meterse el Barcelona en la portería del Madrid, pero éste no le dejaba. En una de éstas, Khedira despejó en largo desde la frontal, la pelota llegó a Di María, Puyol se escurrió, chutó el argentino, despejó Pinto y Cristiano, que estaba allí, en la zona caliente, que corrió como si fuera el primer minuto de partido, con la frialdad del genio burló a Jordi Alba y a Pinto. Con el 0-2, el Barcelona estaba obligado a meter tres goles... Se descompuso, se aceleró y, desarbolado e impreciso, concedió todas las ventajas.

Villa suplió a Cesc y jugó todavía más a la desesperada. No controlaba el partido ni el balón, ofrecía demasiadas fisuras y la prueba de su descomunal despiste fue el 0-3. Sacó de esquina Di María, se elevó Varane y cabeceó sin que nadie le importunara. Fue el autor del gol del Madrid en el Bernabéu. A la salida de un córner. El Barça se olvidó de él y lo pagó. De Xavi no había noticias, ni del resto, sólo una aparición esporádica de Busquets que chutó y Diego le respondió con una grácil palomita.

Con el partido perdido y la eliminatoria imposible, Roura hizo más cambios. Mourinho metió a Callejón por Higuaín, a Pepe, que sobró, por Özil y a Essien por Xabi Alonso. Tocaba conservar, pero se encontró con el 1-3 de Alba. Demasiado tarde. Ganó el mejor.