F.C. Barcelona
Suerte buscada (2-2)
Un beso de Estiarte a Pep Guardiola y una celebración contenida: el Bayern se coronó campeón de Europa en los penaltis después de que Javi Martínez igualara el partido en el minuto 120 y de que Neuer detuviera el lanzamiento definitivo de Lukaku. Guardiola reía, otra vez pudo con Mourinho, que se metió en el césped aplaudiendo al público, que tuvo a mano su primera Supercopa, pero se le escapó por segundos y por milímetros. Segundos los que quedaban para que acabara el encuentro antes de que marcara Javi; y milímetros los que le faltaron a Cech para detener el penalti de Shaqiri. Así es el fútbol, la suerte viene y va y si en la prórroga la tuvo a favor el portugués, después cambió de bando y se alió con el equipo que lo había intentado más.
El decimosexto duelo entre Guardiola y Mourinho se resolvió de una forma que nunca lo había hecho: en los penaltis. Aparte de eso, hay patrones que se repiten siempre con ellos dos. Da igual que sea un Barça-Madrid o un Bayern-Chelsea. La posesión es siempre para el equipo del español, pero no siempre le sirve para marcar. Las contras son para el conjunto del portugués. Letales, como la que montó Hazard, continuó Schurrle y completó Torres con una precisión milimétrica. Un remate complicado que puso lejos del alcance de Neuer.
Los dos estilos quedaron claramente definidos: el del que quiere la pelota todo el rato, por principio, y el del que la quiere sólo para lo justo. No estaba Messi en el campo, pero el Messi del Bayern para Guardiola es Ribèry. Juega con libertad, a veces por una banda, otras como una especie de falso nueve, mandando al nueve de verdad, Mandzukic, a un costado. Les está costando a los jugadores alemanes asumir el estilo de su nuevo técnico. Ha movido algunas piezas respecto al equipo que lo ganó todo la temporada pasada. El medio campo lo formaban Lahm, que suele ser lateral derecho; Kroos, que actúa normalmente más adelantado; y Müller. Perdonaba el Bayern, que llegaba arriba pero no culminaba, y daba un susto de vez en cuando el Chelsea.
Otro clásico de los partidos Guardiola-Mou es el gol de Messi. Ayer marcó Ribèry nada más comenzar la segunda parte, para hacer justicia a lo que había sucedido hasta ese momento, pero el Bayern no aprovechó los minutos posteriores de clarísimo dominio y el Chelsea poco a poco se fue recuperando. Dispuso de un cabezazo al larguero de Ivanovic y de un mano a mano de Oscar que Neuer detuvo. El conjunto alemán tampoco se olvidaba de la meta de Cech y en medio de la incertidumbre llegó otro de los habituales en los duelos entre los dos entrenadores: los equipos de Mourinho suelen quedarse con uno menos. Ramires vio la roja, pero el partido llegó a la prórroga. Pese a la inferioridad, Hazard sorprendió con una gran acción individual ante la pasividad de Lahm y Boateng y el error de Neuer. Y el golazo dio paso al asedio, a la agonía, a llevar el ataque de uno y la defensa de otro al extremo. El Bayern se volcó y tuvo ocasiones de sobra para empatar. Cech sostenía a los suyos, volaba para detener un cabezazo o una falta de Ribèry, tiraba de reflejos, paraba lo imposible... Era el hombre del partido hasta que Javi Martínez entró en escena.
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