Real Madrid
La Roja como bálsamo
David de Gea aparece a lo lejos por una puerta de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. No se puede pasar porque hay una valla, pero todas las cámaras comienzan a apuntar allí. El portero se esconde. A su pesar, es el centro de atención tras su frustrado fichaje por el Real Madrid. El equipo nacional se ha convertido en el refugio de De Gea en estos tiempos complicados. El meta ha quedado ante un difícil panorama: tiene que volver a Manchester después de pensar que iba a ser jugador del Real Madrid. Tiene que enfrentarse a las miradas sospechosas de unos seguidores que le idolatraban. «La afición va a estar con él», opina Mata. Y tiene que afrontar también un dilema: aguantar un año para ir al Madrid, con la posibilidad de encontrar cierto recelo de sus compañeros, o de quedarse en la grada todo el año, como ha sucedido hasta ahora, y decir adiós a la Eurocopa, o de lesionarse y que le pudiera suceder un caso parecido al de Valdés; o renovar y olvidarse del Bernabéu. «A De Gea le veo tranquilo, como siempre. Tiene una personalidad calmada y eso le va a venir bien. Hasta en momentos de máximo estrés puede rendir mejor. Es un profesional y lo va a seguir siendo», continúa su amigo Mata, que reía con ironía ante la avalancha de preguntas sobre el guardameta.
«Le va a venir bien estar aquí», prosiguió su compañero en el United. De Gea se preparó en Las Rozas con una sonrisa. Ha pasado poco tiempo, pero lo va superando. «Está muy fastidiado», confirmaba gente de su círculo cercano poco después de que la operación reventara. «Pero hoy ya está mejor», dicen en su entorno. Lo que sí le queda es la frustración de pensar que en un mundo como el del fútbol, que mueve tanto dinero, un papel y unos minutos hayan impedido su deseo. Le suena como a cachondeo, aunque no tenga gracia. Pero él quería irse, entre otras cosas, porque veía que con su entrenador de porteros, Frans Hoek, no evolucionaba. Tampoco le ha sentado bien la actitud de Van Gaal, al que culpa en parte de lo que ha sucedido.
Por la mañana, en la preparación a puerta cerrada, departió con Ochotorena, Casillas o Sergio Ramos. Por la tarde la afición les acompañó en una sesión abierta al público. Bromeó con él Jordi Alba y recibió una gran ovación de los cientos de niños que había en Las Rozas. Eso sí, la guerra de aplausos la ganó Casillas, que sigue siendo el ídolo numero uno. «Iker, campeón», «monstruo», «vamos» se oía a cada momento. En el partidillo, el ahora guardameta del Oporto no encajó goles. De Gea, uno, de Iniesta, y poco antes se salvó porque el lanzamiento de Costa fue al palo. En paradones empataron a uno. Se hacía de noche en Las Rozas, se acabó el entrenamiento. De Gea chocó las manos con Busquets y charló con Mata. Unos estiramientos y a cenar.