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Yo me voy del Manzanares...
«Algunos llegamos de la mano de nuestros abuelos y hoy hemos traído a nuestros hijos», dijo Torres en la despedida del Calderón.
«Algunos llegamos de la mano de nuestros abuelos y hoy hemos traído a nuestros hijos», dijo Torres en la despedida del Calderón.
Las familias invadían por última vez el Paseo de los Melancólicos. Vestidos con sus camisetas rojiblancas se dirigían hacia el Vicente Calderón para despedirse. Esta vez sí. Porque sólo hacía una semana que algunos aficionados besaban el suelo del que ha sido su estadio durante 50 años para decirle adiós después del último partido oficial.
Con oxígeno
Algunos tuvieron que hacer un gran esfuerzo para llegar. Un hombre cargaba con un dispensador de oxígeno portátil mientras hacía cola para entrar por última vez al Calderón. Contrastaba la imagen con la de las criaturas que visitaban la casa rojiblanca quizá por primera y última vez, perfectamente uniformados, porque la mudanza cambiará las costumbres, pero no los colores. Sólo cambia el sentido del himno. El clásico «Yo me voy al Manzanares, al estadio Vicente Calderón» se ha convertido para siempre en «Yo me voy del Manzanares».
Gol de Torres
Las camisetas de Torres, como siempre, eran la mayoría. Y Fernando no faltó a su compromiso con el gol. Marcó el primero del partido y en la celebración hizo un homenaje a Kiko, su ídolo, el héroe ausente en todas las despedidas del estadio. Cuando se marchó del césped, el del «Niño» seguía siendo el único en el marcador. Después llegarían ocho más. Fernando fue el jugador elegido para despedirse de la afición. «Hoy sí decimos adiós a esta casa. Muchos llegamos de la mano de nuestros abuelos y hoy hemos traído a nuestros padres o a nuestros hijos. Hoy enterramos muchos recuerdos, infinidad de historias», dijo antes de hacer un encargo a la afición para el traslado al nuevo campo. «Ahora nos toca a nosotros la responsabilidad de volver al Metropolitano y llenarlo de ilusión y de cariño. Somos lo más importante y los que lo hacemos único y diferente. ¡Forza Atleti!», se despidió. Y después, como si todo volviera al principio, se abrazó con Manuel Briñas, su descubridor, el hombre que lo llevó al club con 12 años. Briñas, igual que Carlos Peña, el mítico delegado de campo, fue homenajeado por el club.
El rincón de Pantic
Como si el tiempo se hubiera detenido, Milinko volvió a sacar un córner desde la esquina donde un ramo de flores recuerda su precisión en la pelota parada, tan importante para el Atlético del doblete. Después, Contra se atrevió a robarle un saque de esquina, pero Pantic ya había cumplido su compromiso con la memoria del Calderón.
Ronaldinho
El resultado no importaba. Se trataba de honrar a la memoria y disfrutar de la última vez. Y el rival era el equipo de la Fundación Scholas, capitaneado por Ronaldino, uno de los más aplaudidos de la tarde. El brasileño se entregó al espectáculo y primero reclamó a Higuita para lanzar un penalti, que terminó en gol, y después falló él uno. Se marchó con una ovación.
Gol de Pedraza
El Atlético, en el que jugaron más de 40 futbolistas, quiso homenajear a sus jugadores de todas las épocas. Daba igual que en un momento el marcador reflejara un 1-5. Por eso el público aplaudió más que nunca la carrera de Marcelino a sus 61 años que fue el origen del último gol, el de Pedraza, que quedará para la historia.
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